“Sólo el 28% de la población colombiana entre cero y veinte años se encuentra en los centros poblados y el área rural, es decir que el 72% está ubicado en las ciudades.”
Cuando se analizan fenómenos sociales es usual caer en lugares comunes: “que haya paz mundial, que se preserven las culturas ancestrales, que la educación y la salud sean gratuitas y universales” son algunos ejemplos. No solo se premia a quien expresa ideas que van en la misma dirección de estos lugares comunes, sino que se sataniza y a priori se condena a quienes deciden expresar argumentos en direcciones diferentes. Ante un panorama de premio y censura pública tan claro, es tentador acudir a esos lugares, con el riesgo de que el análisis riguroso de la información disponible y la construcción de una postura propia y distinta se diluyan en el proceso. Bien, los fenómenos socio demográficos no son la excepción.
La etapa de la transición demográfica que atraviesa el país indica que hay un descenso sostenido de los nacimientos, y esto lleva muchas veces, sin revisar la evidencia, a establecer implicaciones que realmente no ocurren. Revisemos algunas. La primera cosa que se nos viene a la cabeza es que nos estamos quedando sin jóvenes, lo cual eventualmente será verdad con el paso del tiempo (salvo alguna irregularidad migratoria); sin embargo, esto no quiere decir que ya no hay jóvenes en el país. En Colombia, para el año 2024, la población entre cero y veinte años ascendía al 31% de la población, lo que implica que casi una tercera parte del país aún es muy joven y tenemos un recurso importante en términos de capital humano para aprovecharlo durante las siguientes décadas. El reto actual no es conseguir gente, es tener un aparato productivo que aproveche bien la que hay. Además, el 51% de la población entre 0 y 20 años es muy joven, pues tiene entre cero y diez años.
Esta tendencia, la de la reducción de la natalidad, es particularmente marcada en Bogotá, lo que podría llevar a inferir que esto sucede por las características socio económicas de la ciudad, y se podría pensar que esto pasa en las grandes ciudades y que el panorama en las pequeñas ciudades, las regiones y las zonas rurales es diferente y que allí hay muchísima más población joven; pues bien, los números dicen lo contrario. El 12,2% de la población entre cero y veinte años vive en Bogotá, el 11,89% vive en Antioquia, El 8,77% vive en el Valle del Cauca y el 6,46% vive en Cundinamarca, en total, el 39% de la población entre cero y 20 años vive en estos departamentos, los cuales representan aproximadamente el 56% del PIB colombiano. Adicionalmente, es importante resaltar que solo el 28% de esta población se encuentra en los centros poblados y el área rural, es decir que el 72% está ubicado en las ciudades. En síntesis, nuestros jóvenes están altamente concentrados en las ciudades de los departamentos más activos económicamente. Por demás, estas ciudades (Bogotá, Cali, Medellín…) han sido históricamente receptoras de migración. Varias conclusiones se pueden establecer:
Primero, la población joven se ira reduciendo gradualmente en Colombia (salvo alguna eventualidad migratoria), pero esto no quiere decir que a hoy no haya jóvenes. Casi una tercera parte de nuestra población tiene entre cero y veinte años de edad, y de estos más del cincuenta por cien son muy jóvenes (entre cero y diez años).
Segundo, la población joven no está mayoritariamente ni en el campo ni en municipios alejados. El 72% de esta población vive en ciudades, pertenecientes a departamentos con alta participación porcentual en el PIB.
Así las cosas, tenemos dos retos inmediatos y presentes, independiente de la filiación política de nuestros gobernantes: tenemos que aprovechar de la mejor manera posible el recurso humano joven que tenemos. Una señal clara, es que esta población está mayoritariamente ubicada en las zonas urbanas, lo que permite decantar cuáles industrias son consonantes con las condiciones antes mencionadas, que son hechos, no posturas apreciativas.
Queda en el aire una pregunta importantísima para nuestro presente y futuro como país: ¿Qué hacemos con un campo que, aparte de los numerosos y ya conocidos retos, debe enfrentarse a una cada vez mas acentuada ausencia de población?
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