Más de veinte años atrás como docente en su máxima categoría Titular, como investigador en su maxima categoria Senior segun la clasificacion del MinCiencias, me han llevado, con conocimiento de causa y experiencia a decir, de manera categórica que el Modelo de Universidad, tal como lo hemos concebido ha llegado a su fin, es un modelo obsoleto, vetusto, anacrónico y si se quiere desvencijado, es decir: La Universidad ha muerto! o en analogía a Nietzsche: La muerte de la Universidad y el nacimiento del Superhombre.
Obviamente no me referiré al escrito de Nietzsche, sino a la radiografía que da cuenta de una Universidad que yace como obsoleta y que mal se ha presupuestado que ha sido por el auge de las nuevas tecnologías, de la IA, de la virtualidad, de las redes sociales y demás, nada más alejado de la realidad, si así fuera hubiese sucumbido en otrora con el auge de la imprenta, de la máquina de vapor, de la computación en red o de cualquier otro artificio tecnológico, ni la Universidad deviene del desarrollo o avance tecnológico ni se debe a ella y ni mucho menos ha de sucumbir o sucumbe ante estos embates de la modernidad y si se quiere de la posmodernidad.
La Universidad es obsoleta porque ya no atraviesa las transformaciones sociales, políticas, económicas, culturales y tecnológicas que demandan la época actual y si se quiere no da cuenta en sus galeones de normatividades, en sus cartografías de programas y pensum, como lo diría el profesor Medina, de esa nueva realidad a la cual asiste o debe de asistir y con ello no quiero ni debo desconocer los esfuerzos individuales de uno que otro investigador con ética y prestigio, de una que otra universidad que ha logrado zafarse de los paradigmas del utilitarismo y la rentabilidad para seguir fiel a sus principios como centro del saber y cúmulo de la sapiencia, del debate, de la crítica, la racionalidad y la sensibilidad, pues los desarrollos cientificos y tecnologicos ya no pasan por la Universidad, huerga decir, lo sucedido con la teoría de la relatividad, el último gran hallazgo científico para dar paso al eficientismo tecnológico y el utilitarismo en palabras de Ordine; la ciencia ya no pasa por los claustros, por los laboratorios de las universidades, esta ha sucumbido a merced de las grandes corporaciones y del interés del gran capital, el cual la financia y al cual le sirve.
Verbigracia de lo anterior, su currículo ya no convoca, ya no seduce a las nuevas generaciones, ávidas de un conocimiento más experiencial y menos libresco; sus didácticas ya no convocan al encuentro entre la pregunta, la duda y las soluciones o las no soluciones a cada vez más inquietudes que respuestas, donde la curiosidad y la creatividad no claudiquen al positivismo y la unidireccionalidad y su ethos no se debate entre la rebeldía, la retórica y la contemplación frente a la hiperproductividad y el eficientismo de los rankings, una universidad para la vida y no una vida que claudica y se envejece con la Universidad.
Posdata, no es por demás hablar de los nuevos paradigmas de la humanidad, los datos y las cifras solo con citar, para el caso colombiano, los índices de acceso a la formación universitaria, donde de cada diez jóvenes que egresan del bachillerato solo cuatro lograron acceder a la educación superior en el último año, donde la tasa de matriculación decrece anualmente en los últimos años del orden del 3,2% y donde la tasa de natalidad decrece del orden del 17%, y la deserción se mantiene en los órdenes del 43%, solo por citar algunas cifras, y que serían tema de otra columna para dar cuenta de la radiografía de un modelo de Universidad que yace moribunda en sacrosanta sepultura y que como la nostalgia en sepia nos ayuden a recordar ese hermoso tango interpretado por Gardel y con la letra de Alfredo le Pera compuesto en 1935 en la ciudad de Nueva York, que dice la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser…
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