Bad Bunny: música de baile incoherente y anticuada

“ “Si no puedo bailar tu revolución no me interesa” Emma Goldman ”


Hoy, cuando la “música latina” vuelve a la cima de las listas mundiales gracias al Rubén Blades, Silvio Rodriguez, Ricky Martin y Daddy Yankee (entre otros)  de nuestra generación, al único e inigualable Benito Martinez Ocasio ( más conocido por su nombre anglo Bad Bunny), no puedo sino pensar, mientras bailo al ritmo de su música, en la principal identidad de nuestro continente, tan oprimido como “sabroso” y que ejemplifica a la perfección el último álbum del “conejo malo”: la incoherencia.

Incoherencia que bien podría llamarse ironía, aunque el nombre más llamativo que le han dado es el de “realismo mágico” (término también de moda), pero que en última instancia es simplemente la verdad de una tierra que no solo conoce la diversidad, la lucha, el choque y los extremos, sino que existe por, para y a pesar de estos. Un lugar donde la diferencia hace la unión más que la fuerza y dónde los países sostienen una identidad tan fuerte como fragmentada, al igual que una historia en común que se replica, en el tiempo dentro de cada nación, así como en el espacio dentro de las otras naciones hermanas, haciéndonos únicos pero muy repetibles, como partes de un espejo roto donde cada pieza, aunque muy diferente, mantiene siempre el reflejo de una misma imagen.

Eso que, creo yo, nos hace “latinos”, que me enorgullece y que tiene su contradicción máxima en nuestra atrapante música, a la que hoy Bad Bunny ha llevado a lo más alto del reconocimiento global. Y es que esto, lejos de ser una crítica, es una reivindicación del que , para mi, es el mensaje más antiguo e importante que esconde la reciente obra maestra de Bad Bunny.

Un mensaje que nos recuerda bailando que latinoamérica es un continente de nuevas viejas luchas y penas que resiste con un exceso de nostalgia, pero sobretodo de sabor; mejor dicho, somos una gente incoherente que, ante la barbarie, la opresión y la invasión, lo que mejor saber hacer es rebelarse riéndose de la desgracia, para hacer de ella una canción de consciencia, de protesta, de desamor, pero, en especial, una deliciosa y potente canción digna de hacernos entregar completamente al baile, el canto, el llanto, la risa, los gritos, la protesta y el buen sexo.

Tal vez, lo que quiero decir específicamente, es que para mí lo mejor que logra Benito con DeBÍ TiRAR MáS FOToS es conservar y mantener viva la muy vieja, repetitiva, arraigada, incoherente y profundamente maravillosa costumbre latina de hacer música bailable con conciencia, donde los ritmos del goce y el bailoteo no solo acompañan y se mezclan con la potencia simple del ingenio, la denuncia y la protesta de las letras, sino que se vuelven el acto principal de rebelión. Pues lo que verdaderamente hace de este un gran disco de “protesta” (no sólo ante los “gringos”, sino  ante el desamor y el mismo paso del tiempo) es lo jodidamente delicioso que se puede disfrutar bailando y sintiendo hasta más no poder con cada inolvidable y cabronamente rica canción.

David Santiago Forigua Rueda

Soy un Comunicador Social y Periodista que intentó seguir el buen consejo de primero hacerse bachiller. Escribo, simplemente escribo, en cualquier formato y género que se me presente. Me apasiona el arte y la verdad. También, cuando es necesario, la política.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.