Chile y su nuevo Ministerio de Seguridad Pública: ¿Una solución estructural o un maquillaje político?

Chile lo ha vuelto a hacer: ante el aumento alarmante de la criminalidad, el Congreso, como buen bombero piromaníaco, ha decidido apagar el incendio creando un nuevo ministerio. ¡El Ministerio de Seguridad Pública! Suena pomposo, ¿no? Una solución “histórica”, como la describió la ministra del Interior, Carolina Tohá, con la misma convicción con la que los gobiernos anteriores aseguraron que el Transantiago sería la salvación del transporte público. Spoiler: no lo fue.

Primero, pongamos las cartas sobre la mesa. La tasa de homicidios en Chile se disparó de 2,7 a 5,1 por cada 100.000 habitantes en la última década. ¡Un aumento del 89%! Y, como si esto fuera poco, la Fundación Paz Ciudadana informa que los delitos violentos subieron un 32% solo en 2023. Narcotráfico, crimen organizado, armas ilegales… Parece una película de acción, pero no: es Chile en 2024. Frente a este panorama, el Gobierno nos vende la creación de un ministerio como el antídoto definitivo. ¿De verdad creen que un cambio burocrático acabará con un problema que lleva años gestándose?

La ministra Tohá no escatima en optimismo. Dice que este ministerio será “clave” para la estrategia de seguridad nacional. ¿Clave? ¿Cómo? ¿Reorganizando funciones? Porque hasta ahora, las instituciones encargadas —Carabineros, PDI, Ministerio Público— están peleadas como primos enojados en Navidad. ¿Qué hará este ministerio para garantizar que trabajen juntos? ¿Repartirá abrazos y buenas intenciones?

Y hablemos de presupuesto, el talón de Aquiles de esta brillante idea. Actualmente, Chile destina apenas un 1,2% de su PIB a seguridad pública, por debajo del promedio regional. ¡Qué generosos somos! Y ahora nos prometen que habrá más recursos para este ministerio. ¿De dónde saldrán? ¿De educación, que ya está tambaleándose? ¿De salud, donde las listas de espera son eternas? Parece que la estrategia es hacer magia con las cifras.

La verdadera joya es la falta de un plan claro. Narcotráfico, crimen transnacional, armas ilegales… todos problemas gravísimos, pero ¿alguien ha escuchado una estrategia concreta para enfrentarlos? No, porque, al parecer, el plan es crear un ministerio y esperar que los criminales se asusten al escuchar su nombre. Es como lanzar un bote salvavidas a un barco que ya se hundió y luego aplaudirte por el “esfuerzo”.

Pero la cosa no termina ahí. Este ministerio, según el Gobierno, estará operativo antes del 1 de junio de 2025. ¿En serio? ¿Un ministerio nuevo, completamente funcional, en menos de dos años? Suena tan creíble como las dietas milagrosas que prometen bajar 10 kilos en una semana. Al final, lo que se viene es más improvisación y caos administrativo, todo bajo la premisa de “actuar rápido”.

Ahora bien, no todo es culpa de Tohá, aunque su papel es central en este espectáculo político. El presidente Gabriel Boric, por su parte, también tiene su cuota de responsabilidad. Este ministerio es su apuesta para demostrar que su gobierno tiene el control, pero, ¿es control o una cortina de humo para tapar otros fracasos?

La raíz del problema está en lo que nadie quiere enfrentar: las causas estructurales de la delincuencia. Según la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENUSC), el 72% de los chilenos señala la desigualdad económica como una de las principales causas del crimen. Sin embargo, hablar de desigualdad no genera titulares ni aplausos inmediatos. Es más fácil culpar a los ladrones que admitir que el sistema les falló desde el principio.

Por otro lado, está el detalle de la confianza, o mejor dicho, la ausencia de ella. El 84% de los chilenos cree que la delincuencia ha aumentado y un 65% no confía en las instituciones encargadas de combatirla. ¿De verdad creen que un nuevo ministerio arreglará eso? No, lo único que hará es agregar otro nombre al organigrama estatal y más excusas al repertorio político.

Finalmente, no podemos ignorar lo que viene después de la pompa inicial. Porque, como sabemos, el ciclo político chileno tiene una tradición: prometer mucho, cumplir poco y culpar al que venga después. Este ministerio tiene todos los ingredientes para convertirse en otro ejemplo de esa práctica.

Entonces, aquí estamos, viendo cómo un problema estructural se maquilla con medidas cosméticas, mientras los políticos celebran su “logro histórico”. Pero la inseguridad seguirá creciendo, las familias seguirán sintiéndose desprotegidas y el crimen organizado seguirá haciendo de las suyas. Porque, al final, lo único estructural aquí es la incapacidad de nuestros líderes para enfrentar los problemas de fondo.

¿Será este ministerio una solución real? ¿O solo un maquillaje político para un rostro ya desgastado? Solo el tiempo lo dirá. Pero mientras tanto, los discursos seguirán llenando titulares, las promesas seguirán acumulándose… y las calles, tristemente, seguirán contando otra historia.

Daniela Tatiana Navarro Jaramillo

Soy Politóloga e Internacionalista de la Universidad Militar Nueva Granada, con un profundo interés en la política y las causas justas. Me apasiona escribir columnas, siempre con el compromiso de comunicar una verdad reflexiva y contribuir a un debate

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