“Estamos obnubilados por el corto plazo y el discurso “caliente” de conciencias desinformadas”
El enclaustramiento de los debates políticos ha impedido tener una visión de país acorde con los cambios del mundo, hay una delgada línea entre las políticas de corto plazo pensadas para desatar problemáticas derivadas de la relación producción – empleo y otras de largo plazo que exigen disciplina fiscal y control monetario para formular las vías del crecimiento económico. Sin embargo, aparece una tercera condición estrictamente dirigida al bienestar social en cumplimiento de agendas necesariamente costosas, focalizadas en la asignación del gasto para reducir inequidades, este punto es tan válido y equiparable a los tratamientos de enfermedades de alto costo para una economía donde la dolencia la conocemos como pobreza.
El mundo cambia conforme a la evolución social de las poblaciones que geográficamente están limitadas por la disponibilidad de factores y la dotación de tecnología, lo que a su vez conlleva cuantiosas inversiones para disipar el descontrol económico y fortalecer la producción, necesaria para contrarrestar los vicios de la incertidumbre y la baja participación del empleo en la generación de valor agregado.
El mundo no ha parado de ser competitivo, la modernización en la formulación de inversiones para dinamizar la economía ha separado territorios geográficos gracias a la visión de largo plazo en materia de participación del PIB global, no hay otro camino de medir el desarrollo que no parta de la producción, de ahí que aún y con gran firmeza se revisen los postulados Keynesianos sobre la ocupación, el interés y el dinero que recalcan con asiduo conocimiento histórico la necesidad de mantener condiciones cercanas al pleno empleo a partir de dos fuerzas principales: inversión y gasto.
No obstante, no basta con educar gratuitamente a toda la población o con ocuparlos en actividades de bajo valor agregado para sostener el consumo y expandir el ciclo, supone esfuerzos tangibles en el entendimiento de las relaciones comerciales a nivel global y la participación de la industria en la balanza comercial, cuando interiorizamos el país hacia niveles de corto plazo con efectos escalonados de reducción de inequidades pero a su vez tenemos un aparato productivo que padece la ausencia de los rendimientos crecientes a escala, con certeza la economía no puede ir peor.
En este escenario generalizado, los debates presidenciales suelen elegir iniciar por el final, atacar la inequidad en ausencia de producción, tangencialmente vinculan la manufactura y la gran industria, pero dejan de lado la consolidación de un escenario global que incentive la inversión. Por supuesto la población espera lo mejor en la brevedad y se motivan a trabajar estratégicamente en los oficios tanto intelectuales como operativos para mejorar su condición.
Los debates han dejado atrás el pensamiento clásico de la economía y han puesto su atención en la tesis (parcialmente conocida) neoclásica, comparándola con los efectos neoliberales destructivos del ingreso. Es lo contrario, traducir equívocamente los postulados de la macro desde los clásicos nos ha hecho pensar que el mundo va mal, resulta que va muy bien pero no conocemos tal realidad pues estamos obnubilados por el corto plazo y el discurso “caliente” de conciencias desinformadas.
Por eso para un país como Colombia hace falta conocer a los colombianos, que piensan, que les duele, que esperan, pero, sobre todo, que conocen de historia económica para dejar de ver el mundo como un lugar maldito donde todo val. Hay que corregir esos debates asumiendo que los líderes mundiales no solo piensan en pobreza (y cambio climático) también en la cooperación internacional de base productiva, sí a los cambios tecnológicos y la transición energética, sí a los mejores planes de salud financiados contributivamente, sí a los sistemas de ahorro rentables, sí a las reformas que propenden por industrializar el componente productivo, pero nunca a visiones truncadas de fracaso fiscal.
Si esos debates se mantienen, seguramente le seguirán haciendo daño al país.
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