Desde hace ya algún tiempo viene corriendo en medios de comunicación, hasta televisivos, la noticia de que un profesor de la Universidad de Antioquia gana la astronómica cifra de 75 millones de pesos mensuales. La cifra viene siendo compartida como un mantra para justificar la crisis económica de la Universidad. Reducir la crisis a esto es no solo peligroso sino ridículo, como ya se ha expuesto en varias ocasiones.
En este corto escrito deseo hacer referencia a la cifra como un síntoma más de la multicrisis de la Universidad. Sin embargo, soy de los que piensa que el hecho de la existencia del astronómico sueldo, no constituye la base de la crisis financiera.
En noviembre del 2023 se publicó una columna en el diario El Tiempo en la que se hacía un breve estudio de los salarios más altos de los funcionarios públicos del país. Allí, se establece que el salario del presidente no es el más alto. Los mejor remunerados, según la columna, son gerentes de empresas estatales como Ecopetrol y Colpensiones. Este “tope” salarial público es de unos 52 millones, para la fecha, y según el artículo citado. En la UdeA tenemos un profesor que gana mucho más que los gerentes mencionados.
En la universidad de Oxford los salarios de sus profesores oscilan entre 70 mil a 115 GBP (libras esterlinas) mil anuales, lo que se traduce en unos 33 a 55 millones de pesos al mes. Por un lado, los que no ganamos 75 millones de pesos al mes, ¿merecemos un salario tan poco competitivo a nivel mundial? Recordemos que la mayor parte de profes de la UdeA gana un salario de menos de 10 millones de pesos mensual. Pero también hay que decir que tenemos un profesor con casi 1.5 salarios de Oxford, sin tener en cuenta las diferencias en el costo de vida.
Cuando realicé mi doctorado tuve como coasesor de tesis al director de uno de los laboratorios con más historia e impacto de Francia. Este laboratorio genera conocimiento de frontera tanto a nivel teórico como experimental en áreas cómo la física de partículas, física nuclear, biofísica, desarrollo de detectores, materia oscura, etc. Cuando este profesor se jubiló se ganaba unos 5500 euros mensuales, es decir, unos 26.5 millones de peso. En la UdeA le pagamos a un profesor 3 veces lo que gana un director de laboratorio francés.
Y sí, 75 millones de pesos al mes no es plata para la UdeA. Pero comparar el salario de un profesor con todo el presupuesto de la Universidad solo sirve para sostener falacias. Es decir, es una comparación vacía, pero que parece que ilustra algo. Parecería, entonces, al menos importante y legítimo hacer algunas preguntas:
- ¿La calidad de la investigación de la UdeA justifica el pago de un profesor a estos niveles?
- ¿La investigación que queremos es de números o de calidad? Recordemos que el decreto 1279, que regula el puntaje de los profesores universitarios por su producción, premia, ante todo, la cantidad.
- ¿El fin primero de la Universidad es la investigación como para que se le pague mucho más a un profesor por hacerla que por hacer docencia?
- ¿Es ético tener en la Universidad el escenario de un profesor que se gana tremendo salario?
Creo que los “75 millones” reflejan, son un síntoma, de una crisis más profunda que la financiera. Es un puntal de la crisis ética, de la crisis de los cimientos de la universidad pública. Nos muestra de forma brutal el laberinto en el que se ha metido la universidad en manos de leguleyos y sin visión de fondo. En una universidad humanista, que tiene como objeto la formación integral de los jóvenes de nuestras clases más vulnerables, no puede haber un salario de semejantes proporciones. Por muy legal que sea y por muy decreto 1279 que lo cobije.
Como Universidad tenemos que redefinir para qué estamos y en qué nos gastamos los pocos recursos que tenemos. Es hora de volver a nuestras prioridades y reencaminar a esa que alguna vez fue el Alma Máter de Antioquia.
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