“La invitación, entonces, es a abandonar la zona de confort en la que el silencio y la corrección política nos han puesto y atrevernos a cuestionar y a dialogar en profundidad. Solo en este ejercicio constante y valiente de preguntarnos y preguntarle al otro, podemos aspirar a construir una sociedad que no solo busca el éxito, sino también la integridad”.
La importancia de hacernos preguntas incómodas
- Una coincidencia provocadora
Al regresar de mi participación en el V Congreso de Derecho Médico y Bioderecho, un artículo en particular llamó mi atención: El patrón de abusos laborales en las firmas de abogados más poderosas de Colombia, escrito por Mariana Zapata Amorocho y Daniel Pacheco, publicado en La Silla Vacía. Este artículo expone prácticas laborales abusivas en grandes firmas de abogados en Colombia, y aunque esto pareciera contradictorio como quienes mejor conocen las leyes laborales han generalizado su violación, el tema se ha generalizado abusos como jornadas laborales excesivas, presión constante, falta de reconocimiento, discriminación, y posiblemente, acoso laboral, sin embargo, dentro de los profesionales del Derecho existe un ocultamiento, normalización e invisibilización del tema. La difícil cultura organizacional que, aunque envuelta en éxito profesional y prestigio, afecta profundamente la vida personal y la salud mental de muchos abogados en el país. La reflexión que plantea es tan poderosa como incómoda, revelando la paradoja en la que muchas veces viven las firmas y los abogados, atrapados entre sus principios éticos y las dinámicas del poder. ( este artículo se encuentra disponible en: https://www.lasillavacia.com/silla-nacional/el-patron-de-abuso-laboral-en-las-firmas-de-abogados-mas-poderosas-de-colombia/)
Leer este artículo me llevó a cuestionarme sobre el papel que ejercen nuestras profesiones y entornos laborales en nuestra vida cotidiana. En nuestra búsqueda por el éxito, ¿cuántas veces pasamos por alto nuestros propios valores y el bienestar de los demás? ¿Qué significa realmente “progresar” si el precio es la alienación o el desgaste emocional? Son preguntas difíciles, pero necesarias. Sin duda, estas reflexiones se profundizan cuando revisamos la obra del filósofo Pierre Hadot y su concepto de los «ejercicios espirituales».
II. Los ejercicios espirituales de Pierre Hadot
Pierre Hadot, en su libro Ejercicios espirituales y filosofía antigua, nos invita a considerar la filosofía como una forma de vida y no solo como un conjunto de teorías abstractas. Según Hadot, los antiguos filósofos practicaban lo que él llama «ejercicios espirituales», prácticas destinadas a transformar la percepción de la realidad y el modo de vivir. fueron en la antigüedad prácticas regulares dedicadas a convertir la propia vida en un camino progresivo de mejora de sí mismo Esto no solo incluía la meditación o la contemplación, sino también cuestionamientos constantes sobre el sentido de nuestras decisiones, nuestros actos y el impacto que tienen en la comunidad, cuestionarnos por ejemplo hasta donde debemos ser tolerantes en aras del éxito profesional.
Estos ejercicios (…) corresponden a un cambio de visión del mundo y a una metamorfosis de la personalidad. La palabra “espiritual” permite comprender con mayor facilidad que unos ejercicios como estos son producto no solo del pensamiento, sino de una totalidad psíquica del individuo.” (Pierre Hadot, p. 24)
Es en este sentido siguiendo a Hadot, yo sugeriría que hacernos preguntas incómodas y explorar las realidades menos agradables es fundamental para cualquier ejercicio de auto reflexón auténtico como docentes, profesionales y ciudadanos. Este enfoque propone más allá de una filosofía vivencial, un cuestionamiento constate que nos lleve a revaluar nuestro comportamiento normalizado como correcto, debe impulsarnos a examinar nuestras creencias y los valores de nuestras instituciones. Preguntas como «¿Estoy actuando conforme a mis principios?», «¿Es justo lo que hago?» o “cuál es mi limite frente a el mal comportamiento ageno” son ejercicios espirituales que nos transforman y nos llevan a un autoconocimiento genuino, aunque incómodo. Tal como lo propone Hadot, necesitamos practicar la filosofía no solo como un discurso, sino como una forma de actuar en la vida cotidiana, y cuestionar nuestras decisiones, sobre todo en lo laboral y en los lugares de poder, es parte de este proceso de autoexploración.
III. La necesidad de preguntas profundas y conversaciones incómodas
Muchas veces, al llegar a mis cursos con estudiantes de los primeros niveles, me gusta preguntar quiénes de ellos estudian Derecho por verdadera vocación y quiénes lo hacen por motivos diferentes. Les pregunto si eligieron esta carrera por presiones familiares, por la promesa de ascenso social, por el interés en un área que consideran afín pero que creen genera menos ingresos, o porque simplemente se sintieron obligados. También me interesa saber si optaron por Derecho porque no se consideraban aptos para otra carrera.
Los seres humanos tendemos a evitar conversaciones y preguntas difíciles. Preferimos permanecer en la superficie y no cuestionar aquellos aspectos de nuestra vida que podrían llevarnos a cambios profundos o a enfrentarnos a nuestras contradicciones. Sin embargo, la autoevaluación es esencial para el crecimiento personal y colectivo. Si el artículo de Zapata Amorocho y Pacheco expone una realidad incómoda en el mundo de los abogados, también nos invita a pensar sobre el papel que juega la cultura del silencio en el abuso laboral y en el deterioro de las relaciones personales.
Hacernos preguntas incómodas y tener conversaciones profundas es un paso hacia un progreso genuino, que va más allá de acumular títulos o éxitos profesionales. Necesitamos dialogar sobre nuestras frustraciones, expectativas y contradicciones, y debemos estar dispuestos a escuchar la verdad, incluso cuando esta nos incomoda. Es en este proceso de autoanálisis donde realmente podemos crecer y construir una sociedad más justa. Al plantearnos preguntas profundas y aceptar respuestas complejas, empezamos a romper con patrones dañinos y abrimos camino a una vida profesional y personal más auténtica.
IV. La valentía de hablar sin corrección política: un ejercicio espiritual
Vivimos en una era donde, a menudo, la corrección política nos limita en la expresión de nuestras opiniones y emociones, especialmente si estas pueden resultar incómodas o disruptivas. Sin embargo, la sinceridad es un pilar fundamental de los «ejercicios espirituales» que propone Hadot. No siempre ser políticamente correctos es la respuesta; en ocasiones, necesitamos la crudeza de una verdad que desafíe nuestra comodidad y nos obligue a repensar la realidad. Hablar sin tapujos y de manera directa es un ejercicio de autenticidad y valentía que nos permite profundizar en las relaciones humanas y en nuestra propia consciencia.
La presión social que ejercen factores como los colegas, los compañeros de universidad, las expectativas de los padres, el deseo de sentirse exitoso y, especialmente, las redes sociales, ha dado paso a una nueva forma de corrección política. Esta corrección impone barreras invisibles pero poderosas, donde el miedo a la falta de aceptación, a ser malinterpretado o incluso ridiculizado, crea una constante autocensura. Nos encontramos viviendo en una especie de “nueva inquisición” en la que las redes sociales funcionan como policías de la moral, vigilando y castigando cualquier pensamiento que se salga de los márgenes de lo socialmente aprobado. Esta realidad impide que pensemos fuera de la caja y limita nuestra capacidad para ser críticos de nuestras propias experiencias y contextos, dejándonos atrapados en la búsqueda de una aceptación social que frena tanto el pensamiento independiente.
La autenticidad de estas conversaciones incómodas nos ayuda a salir de la superficie y a conectar con nosotros mismos y con los demás a un nivel más real. Solo en el terreno de la verdad, aun cuando esta sea incómoda, puede surgir un diálogo honesto que nos transforme. Tal como lo plantea Hadot, este es un acto de filosofía práctica, un ejercicio espiritual que nos permite crecer y ser más conscientes. Enfrentarnos a lo que no nos gusta, a lo que nos incomoda y a lo que desafía nuestras creencias es la esencia de un auténtico progreso personal y social.
La invitación, entonces, es a abandonar la zona de confort en la que el silencio y la corrección política nos han puesto y atrevernos a cuestionar y a dialogar en profundidad. Solo en este ejercicio constante y valiente de preguntarnos y preguntarle al otro, podemos aspirar a construir una sociedad que no solo busca el éxito, sino también la integridad.
BIBLIOGRAFÍA
Hadot, Pierre. Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Siruela, 2006.
Zapata Amorocho, Mariana y Pacheco, Daniel. El patrón de abusos laborales en las firmas de abogados más poderosas de Colombia. La Silla Vacía, 2023.
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