“La UdeA el lugar que ha prestado sus espacios para que, desde el silencio, la fuerza de la academia y el grito de lucha se construya una sociedad más crítica.”
La mayoría de personas que vivimos en el área metropolitana e incluso en Antioquia hemos visto la Universidad de Antioquia como un espacio para soñar. Miramos con los ojos llenos de ilusión ese lugar donde se gesta el conocimiento y la democracia. Esta universidad ha dado grandes personalidades a nivel nacional; es el alma mater del defensor de la dignidad humana Carlos Gaviria Díaz, el gran médico Héctor Abad Gómez, el neurocientífico Francisco Lopera, entre otros académicos. La UdeA es el lugar que ha prestado sus espacios para que, desde el silencio, la fuerza de la academia y el grito de lucha, se construya una sociedad más crítica.
«La UdeA está en crisis» esta es la frase que dice mi hermana en cuanto llega a casa luego de una asamblea de estudiante. Se le nota la tristeza, porque luego de presentarse tres veces a la universidad que tanto quiere, logró pasar con un puntaje ejemplar y yo he disfrutado de su biblioteca y espacios de cultura; he caminado sus pasillos. He visto el amor que muchas personas le tienen a este espacio.
Esta crisis de la Universidad de Antioquia, según lo presentado en la Asamblea multiestamentaria, es de 350.000 millones de pesos, una cifra que no es nueva, que viene siendo la suma de los déficits de años atrás. El gobierno nacional ha destinado un porcentaje de 40% para la crisis actual que enfrenta la Universidad de Antioquia. Esto fue lo expresado por el vicerrector de la Universidad en Asamblea, reconociendo que esta es una crisis que viene de administraciones atrás, debido a que la población estudiantil ha aumentado y los gobiernos nacionales, departamentales y distritales se han desentendido de estas realidades. También la mala administración de los recursos por parte de algunos que han visto la rectoría de la universidad como cuota política de la gobernación y los sobre costos han hecho que la crisis se agudice.
Lo más preocupante de esta situación es la ausencia y silencio de parte del gobernador Andrés Julián Rendón y el alcalde Federico Gutiérrez, quienes públicamente han estigmatizado a la universidad de Antioquia con perfilamientos y señalamientos de estudiantes e ideas que se debaten dentro del espacio universitario. Estos tampoco han tenido pronunciamiento público y en reiteradas ocasiones han dejado a los estudiantes esperando o han enviado representantes que no ofrecen soluciones.
Los estudiantes que toman medidas desesperadas han citado a marchas; la asamblea se ha convertido en el espacio para definir como comunidad educativa qué camino tomar, pero esto no parece ser suficiente, porque si bien han caminado por las calles de Medellín, dejaron invitación al alcalde y al gobernador para que acuda a su crisis, siguen sin ser escuchados. El ministro de educación acudió a la citación de la asamblea multiestamentaria y en su intervención mencionó que la crisis de la universidad debe ser abordada con la participación de las autoridades locales y regionales.
Por otro lado, el presidente Gustavo Petro refiriéndose a la marcha de estudiantes del 6 de noviembre por medio de su red social X manifiesta «No me opongo al alumbrado navideño de Medellín». Es lindo. Pero mientras financiamos la Universidad de Antioquia en un 42%, la alcaldía lo hace en un 0%. Medellín progresa si su juventud se educa. No hay que gritar «muera la inteligencia». Es claro que ante este panorama se necesita voluntad política, voluntad que no muestra ni la gobernación, ni la alcaldía, ya que estos no tienen ningún interés en la Universidad de Antioquia. Esta no es su plataforma política para vanagloriarse de su imperceptible gestión. La Universidad de Antioquia atraviesa hoy una de sus más grandes crisis, esto por malos manejos de los recursos por anteriores administraciones nacionales y departamentales.
Hoy, nuevamente los estudiantes convocan a ese método infalible en cualquier sistema democrático, la lucha popular, los espacios de debate y de toma de decisiones para enfocar todos sus esfuerzos en buscar soluciones, con el único fin de garantizar su educación y la educación de futuras generaciones de profesionales de la Universidad de Antioquia. Aunque el rector ha dado declaraciones en varios medios brindando tranquilidad, las cifras no mienten y es claro el déficit que tiene la Universidad.
Los espacios de formación académica son claves en una sociedad. Es en estos recintos donde el conocimiento, el debate y la opinión adquieren un sentido social, el lugar en el que las ideas no son simplemente expresiones y dónde se forman grupos que se proyectan en la sociedad. La Universidad de Antioquia ha sido el espacio para que el desarrollo científico y humano sea una realidad. Las innumerables investigaciones que ha dado la Universidad de Antioquia a la academia son valiosas por sus estudiantes que son arduos investigadores y por los docentes calificados que guían y acompañan estos proyectos.
Dejar morir la UdeA es aniquilar los sueños de muchos jóvenes que ven en ella la única posibilidad de obtener sus títulos profesionales y cambiar así el curso de sus vidas y la de sus familias; es quitarle a un país tan desigual como Colombia uno de los espacios en el que la equidad se trabaja en sus aulas y se evidencia en su vida universitaria. Es enterrar a generaciones enteras que han cambiado la sociedad y que desde espacios de crítica y debate han cuestionado todo y han logrado grandes transformaciones sociales. Es hora de que asuman retos serios para salvar la UdeA; es hora de llegar a acuerdos desde los diferentes sectores, para dar una solución radical y profunda a este problema estructural, que afecta a las presentes y futuras generaciones.
Hoy se hace actual lo que decía uno de los hijos de la Universidad de Antioquia: «La universidad está en la mira de quienes desean que nadie cuestione nada, que todos pensemos igual; es el blanco de aquellos para quienes el saber y el pensamiento crítico son un peligro social». (Héctor Abad Gómez)
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