Autores:
Natalia Gaviria Gómez Juan Camilo Villegas Palacio
Juan Carlos Amaya Castrillón John Freddy Duitama Muñoz.
El Programa de Regionalización de la UdeA se fundamenta en la necesidad que tenemos como país de disminuir la inequidad y cerrar las brechas existentes entre las regiones y la capital. Para mejorar su impacto y optimizar el uso de las capacidades existentes, se requiere de tres factores claves: 1) Definir proyectos educativos institucionales para cada subregión que se articulen con la visión de futuro construida en y desde cada territorio. 2) Desarrollar una estrategia coordinada y conjunta entre el SENA, el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, el Tecnológico de Antioquia, la Institución Universitaria Digital de Antioquia y la UdeA y 3) Lograr el compromiso financiero de las entidades territoriales de todo nivel involucradas.
Las cifras que se conocen del Programa de Regionalización de la UdeA evidencian que la estrategia de crecimiento desarrollada nos ha llevado, especialmente en la última década, a la presencia de pocos estudiantes en los programas mientras que los gastos de funcionamiento crecen de año en año. Entre 2015-2023, los costos de las horas cátedra -a precios constantes- se han incrementado en un 68,08%, aunque los matriculados solo han incrementado un 19,38% y para el semestre 20024-II, el promedio de estudiantes por programa no supera los 60 en ninguna sede. Esta situación nos plantea la necesidad de reflexionar sobre el modelo que se ha implementado antes de pensar en definir nuevas sedes o en crear nuevos programas; es urgente reorientar el rumbo para lograr efectivamente una mayor cobertura, un mayor impacto en el territorio y para que sea sostenible financieramente en el tiempo.
La educación enfrenta grandes retos en estos inicios del siglo XXI. Se requiere innovar en los métodos y modalidades de enseñanza, así como sacar provecho de las facilidades que hoy brindan las TIC y la Inteligencia Artificial. El continuo cambio en las profesiones y los oficios demandan la permanente actualización de los egresados de todas las profesiones. Los retos que plantea la crisis ambiental plantea la necesidad de profesiones pertinentes en uno de los países con mayores potencialidades y vulnerabilidades ambientales. Por su lado, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 se traza como meta la educación inclusiva, equitativa y de calidad, y el promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida para todos.
Los cambios demográficos plantean nuevos retos. El Laboratorio para la Economía de la Educación de la Universidad Javeriana evidencia cómo el fenómeno de menores nacimientos en el mundo se refleja también en Colombia e impacta el sistema educativo. En el año 2023 se registró la cifra más baja de nacimientos en Colombia de los últimos doce años. Por otro lado, en el 2023 la matrícula en educación preescolar, básica y media tuvo una caída del 1,9% con respecto al 2022 siendo la reducción más alta de los últimos años. En los últimos seis años, 6.263 sedes educativas han cerrado en el país en donde el 39,1% son privadas y el 60,9% son oficiales; esta cifra representa cerca del 12% con relación al universo de sedes educativas.
A partir del 2020 el Instituto de Estudios Regionales de la UdeA ha realizado una serie de estudios para fundamentar la apuesta estratégica de la Universidad en los territorios, uno de ellos es el documento titulado “Retos y lineamientos para la orientación estratégica de la regionalización universitaria 2020 a 2030”; documento que tomamos como referencia para algunas de las ideas que vamos a desarrollar. A continuación, presentamos para el análisis y discusión algunos de los posibles escenarios futuros para el programa de regionalización. Estos escenarios no son necesariamente excluyentes entre ellos y su adopción deberá pasar por la validación respecto a su pertinencia y viabilidad financiera.
Un primer escenario consiste en priorizar el uso intensivo de las plataformas digitales y de los llamados “Massive Online Open Courses” (MOOC) para muchos de los programas de pregrado y posgrado de la UdeA; lo que implica cambiar el esquema tradicional del aula de clase presencial y ofrecer programas completamente virtuales o modalidades híbridas, incentivando en ellas el autoaprendizaje y el aprendizaje invertido. El propósito debe ser ofrecer diversos tipos de programas a cualquier estudiante, sin importar su ubicación espacial o sus limitaciones de tiempo. La oferta deberá incluir desde programas profesionales, pasando por maestrías, especializaciones, diplomados, certificaciones, cursos cortos, etc. El éxito de este tipo de programas se basa en que sean nuestros mejores profesores los responsables de los contenidos y del diseño pedagógico y que estos puedan contar con asistentes que acompañen los foros de discusión y actividades anexas asignadas a los estudiantes que tomen los cursos.
Este primer escenario cobra sentido revisando las cifras de disminución de la demanda a los programas de la UdeA, que contrastan con el crecimiento reportado en número de usuarios en plataformas digitales que ofrecen cursos, especializaciones y programas completos para diversas áreas. Como ejemplo tenemos el de Coursera que reporta un crecimiento vertiginoso, en el primer trimestre del año 2022 contaba con 107 millones de usuarios registrados y para el tercer trimestre del 2023 reporta 136 millones de usuarios. Platzi, otra plataforma de formación en línea creada por un colombiano, alcanzó 5 millones de estudiantes para el mismo año 2023. Según datos publicados por la Institución Universitaria Digital de Antioquia entre los semestres 2020-II y 2024-I pasaron de 1.382 a 10.474 estudiantes, un crecimiento del 757,89% para 24 programas académicos de pregrado y posgrado que ofrecen.
Un segundo escenario, complementario del anterior, es especializar algunas sedes en áreas de conocimiento estrechamente relacionadas con las potencialidades y necesidades de la región donde se encuentren (retos educativos territoriales). Esto implica una planeación anticipada de la oferta académica con una visión como universidad del territorio, no por unidad académica, evitando al máximo duplicar programas entre sedes dada la disminución de la demanda de muchos de ellos; lo que además permite optimizar la inversión en laboratorios en aquellos programas que los requieren. Esta alternativa nos plantea un reto, mover paulatinamente de sedes varios de los programas que hoy se ofrecen en Medellín, con los respectivos recursos y planta de profesores. Estas sedes especializadas contarán entonces con una planta de profesores para desarrollar las tres labores misionales y serán una oportunidad para el desarrollo de actividades de I+D+i que se integren eficazmente con las necesidades de desarrollo en cada región.
Solo a manera de ejemplo para este segundo escenario, podríamos centrar los esfuerzos en una Facultad de Ciencias Agrarias y del Mar en Urabá, dado su potencial de desarrollo, su vocación económica, los puertos en construcción y las problemáticas sociales más relevantes que se viven allí; igualmente, se pueden definir otras áreas de énfasis para Oriente, una zona en plena expansión demográfica, industrial y poblacional, especialmente en el altiplano, lo que implica también una demanda de vivienda; para el Suroeste es clave el fortalecimiento de las ruralidades, las protección ambiental y la competitividad del sector agroalimentario; sin dejar de lado a Medellín donde tenemos fortalezas en salud, las PYMES urgen de enfrentar la transformación digital de sus negocios, urge potenciar la capacidad de innovación de las empresas de la ciudad e impulsar la industria creativa, hoy en acelerado crecimiento.
Un tercer escenario, especialmente útil en aquellas regiones en donde tenemos pocos estudiantes y menor desarrollo de las sedes existentes, es contar con sedes compartidas con las demás instituciones de educación superior (SENA, el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, etc). Mediante un esfuerzo conjunto ofrecer a todos los bachilleres de estas zonas un primer semestre de formación que permita, según el desempeño y las vocaciones de los jóvenes, que deriven a programas técnicos, tecnológicos o los primeros semestres de programas universitarios para luego desplazarse a la sede que ofrezca el programa elegido. El trabajo interinstitucional además de permitir ahorro de costos en infraestructura, habilita la nivelación a estudiantes con problemas de formación y permite una mejor definición vocacional en los jóvenes.
Nótese que tanto en el segundo como en el tercer escenario, los estudiantes pueden optar por inscribirse en programas presenciales de sedes ubicadas en lugares diferentes a su lugar de residencia; en estos casos, la opción es que su desplazamiento sea financiado mediante becas otorgadas, por ejemplo, por las alcaldías de sus ciudades de origen o por la gobernación, y que de esta manera puedan desarrollar sus estudios sin contratiempos. Una referencia base puede ser el Programa Especial de Admisión y Movilidad Académica de la Universidad Nacional (PEAMA) dirigido a bachilleres de las zonas de presencia nacional en frontera, que les permite ingresar a cualquiera de los programas de pregrado que ofrece la universidad en cualquiera de sus principales sedes, tomar unos primeros cursos en su lugar de origen y luego trasladarse a ellas para la terminación de sus estudios. Un tema que no se puede dejar de lado es el necesario acuerdo al que deberá llegarse con los gobiernos nacional, departamental y las municipalidades sobre las modalidades de financiación para el funcionamiento de las sedes que se mantengan en las regiones.
En todos los escenarios propuestos -y en los demás que puedan surgir- la creación de nuevos programas o el cierre de programas existentes siempre debe contar con una rigurosa planeación académica y financiera, en donde las transformaciones en el entorno laboral y las nuevas problemáticas y retos que nos plantean los vertiginosos cambios que vive la sociedad y el planeta en el siglo XXI sean elementos de peso en las definiciones que se tomen.
Las transformaciones propuestas nos plantean retos y sobre todo nos enfrentan a repensar la manera como venimos desarrollando las labores misionales; así como la pandemia fue una oportunidad para adquirir nuevos hábitos y entender que las cosas se pueden hacer de manera diferente, que esta crisis financiera sea espacio para que dejemos volar la imaginación y pensemos en cómo podemos hacer mejor las mejor las cosas para beneficio de todos.
Mantener a la Universidad de Antioquia como el proyecto intelectual y cultural más importante del departamento dependerá de la capacidad que tengamos de entender el actual momento de transición y de cambio que enfrentamos y de las iniciativas que emprendamos para transformar y reorientar su rumbo. Navegamos un mar agitado en esta tercera década del siglo XXI, nuestra Alma Mater, un barco bicentenario, acorazada por su tradición y sus fortalezas, intenta resistir a los embates de las aguas por donde hoy transitamos; corremos el riesgo que, poco a poco, este barco en apariencia resistente, naufrague. A nosotros, pasajeros temporales de sus aulas, nos corresponde enfrentar la tormenta y no ser inferiores al reto que se nos presenta, garantizar que este barco de cultura y conocimiento navegue con norte claro y con rumbo cierto para que permanezca invicto en su fecundidad por muchos siglos más.
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