¿Hemos olvidado nuestros deberes?

En Colombia, parece que hay un abuso en el tema de los derechos humanos. Cada vez más, vemos cómo algunas personas exigen sus derechos sin tener en cuenta los límites de los demás. Es como si creyeran que sus anhelos personales son más importantes que los derechos de los demás.

Vivimos en una era en la que los derechos individuales se han convertido en un estandarte que ondea con fuerza. Y es comprensible. Todos anhelamos ser libres, ser tratados con justicia y tener oportunidades para desarrollarnos. Sin embargo, en esta búsqueda incansable por nuestros derechos, parece que hemos olvidado una pieza fundamental del rompecabezas: los deberes.

A diario somos testigos de cómo el concepto de «derecho» se ha transformado en una especie de comodín que justifica cualquier acción, por más egoísta o irrespetuosa que sea. Desde el ciudadano que se niega a cumplir las normas de convivencia hasta el político que abusa de su poder, parece que hemos olvidado que los derechos no existen en un vacío, sino que están íntimamente ligados a deberes y responsabilidades.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿Estamos dispuestos a seguir construyendo una sociedad basada en el egoísmo y la indiferencia, o preferimos recuperar los valores de la solidaridad y el respeto mutuo?

Es cierto que todos tenemos derechos, pero también es cierto que esos derechos implican obligaciones. El derecho a la propiedad, por ejemplo, implica el deber de respetar la propiedad de los demás. El derecho a la libertad de expresión conlleva la responsabilidad de no difamar ni incitar al odio. Y así podríamos seguir enumerando ejemplos.

La raíz de este problema se encuentra en un individualismo exacerbado que nos lleva a creer que nuestros deseos y necesidades son siempre más importantes que los de los demás. A esto se suma una educación cívica deficiente que no nos enseña a valorar el bien común y a comprender la importancia de vivir en sociedad.

Las consecuencias de este desequilibrio son evidentes. El aumento de la violencia, la desconfianza entre los ciudadanos, la polarización política y la dificultad para encontrar soluciones a los problemas comunes son solo algunos de los síntomas de una sociedad que ha perdido el sentido de comunidad.

Es hora de recuperar el equilibrio perdido. Debemos recordar que los derechos y los deberes son dos caras de la misma moneda. No podemos exigir nuestros derechos si no estamos dispuestos a cumplir con nuestras obligaciones.

César Augusto Bedoya Muñoz

Comunicador Social y Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana. Especialista en Gerencia de Mercadeo de la UPB. Mis pasiones para escribir y dialogar la política, la sociedad, la cultura y el servicio al cliente. Cuenta X: @cesar_bedoya.

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