Logoi – A sangre fría

Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra.
 Mauricio Montoya y Fernando Montoya

“Ya te maté, bien mío; ¿ahora qué será de mi vida sin ti?

Titular de una de las crónicas rojas de Alfonso Upegui (Don Upo)

Periódico El Colombiano (17 de mayo de 1969)

 

Tanto el ataque de Hamás, el 7 de octubre de 2023, como el contrataque israelí contra Palestina y sus aliados (en pleno desarrollo) fueron y han sido perpetrados por diferentes actores, “a sangre fría”.

En la lengua española existen una cantidad de expresiones que son conocidas como modismos. Estos modismos son utilizados, comúnmente, en espacios informales y su significado depende del contexto y no de la suma de las definiciones de las palabras que los componen. Entre los modismos más utilizados, en el ámbito hispano, encontramos algunos como: “irse por las ramas” que significa desviarse del asunto principal del que se está hablando; “eso es pan comido” que se utiliza para referirse a una acción fácil de hacer o conseguir; “tirar la toalla” que se usa como sinónimo de rendirse; “habla  hasta por los codos” que denota a una persona que no para de hablar o no se calla; “sacarse los trapitos al sol” que es común cuando hay discusiones y las personas “ventilan” secretos o cuestiones de la vida privada; entre muchos otros.

“A sangre fría” podría ser otro de esos modismos que se hizo popular en lengua inglesa (In cold blood) gracias a una novela testimonial del escritor norteamericano Truman Capote (de quien el pasado 30 de septiembre -2024- se cumplieron 100 años de su natalicio) que contaba la historia de 2 hombres (Richard Hickock y Perry Smith) recién liberados de una penitenciaría, quienes asesinaron, “a sangre fría”, a una familia (Los Clutter) en el oeste del estado de Kansas, Estados Unidos, sólo porque no encontraron la caja fuerte que buscaban. Perry Smith, uno de los homicidas, afirmó: “Yo no quería hacerle daño a aquel hombre [refiriéndose al señor Herb Clutter]. A mi me parecía un señor bueno. Muy cortés. Lo pensé así hasta el momento en que le corté el cuello” (Capote, “A sangre fría”. Ed. Anagrama. Pág. 156).

Con esta imagen, nuestra columna de esta semana versará sobre la expresión “a sangre fría”, la cual es definida por el diccionario panhispánico, desde una acepción jurídica, como una acción que se comete con “premeditación, preparación y cálculo, de forma que se minimicen los efectos adversos para quien actúa”, en otras palabras, un hecho que se lleva a cabo “a sangre fría” es aquel en el que los responsables parecen no tener sentimientos o consciencia de lo que hacen.

Históricamente, los primeros estudiosos de la medicina, como Hipócrates y Galeno, consideraban la sangre como uno de los cuatro humores de su teoría humoral, junto con la bilis negra, la bilis amarilla y la flema. Para estos galenos y para otros que siguieron sus ideas por mucho tiempo, los seres humanos nacían con una inclinación natural hacia el temperamento sanguíneo. Lo húmedo o lo cálido de nuestra sangre incidía sobre nuestras acciones. Tal vez por eso sea que hoy seguimos pensando que expresiones como “tener la cabeza fría” o “tener la cabeza caliente” se relacionan directamente con nuestras actitudes y emociones.

Sin embargo, la frase “a sangre fría” que para algunos puede significar “con calma” o “con tranquilidad”, en la actualidad posee una carga negativa, pues se asocia con una persona impasible o que no se inmuta frente a nada, algo así como un indiferente.

Desde este punto de vista, las escenas de masacres (muchas cometidas con sevicia); las imágenes de torturados y torturadores; los bombardeos o explosiones controladas de las que escuchamos últimamente; el fuego amigo, las bajas exitosas o los daños colaterales que leemos y vemos en los medios de comunicación todos los días, nos hacen preguntarnos sobre quiénes, en realidad, son los qué tienen la “sangre fría”.

En una investigación de la politóloga colombiana Natalia Springer sobre el tema del reclutamiento forzado de menores de edad, titulada “corderos entre lobos”, el testimonio de uno de los niños reclutados en Colombia es el mejor colofón para esta columna:

En el entrenamiento nuestro, a cualquier pelao que le preguntes te dice que la primera arma que te dan, que le dan a uno, era la parte del cuerpo de un muerto, para que te acostumbres al olor de la muerte y no les tengas miedos a los muertos […] Entonces, por ejemplo a mí lo primero que me dio el (patrón) fue una cabeza y me decía la cabeza la tienes que guardar en el equipo, y cada vez que haiga [Sic] formación me la tienes que entregar. En formación todos tenemos. A uno le tocaba un brazo, al otro una pierna, al otro le tocaba la cabeza, ¿sí?, hasta que se descompusiera esa vaina (Pág. 39).  

 

 

 

 

 

 

 

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Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra. Por: Mauricio Montoya y Fernando Montoya

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