La logorrea de Petro

En múltiples oportunidades les he dicho a mis estudiantes que los discursos y cualquier intervención pública se deben preparar con antelación, organizando los argumentos, exponiendo las ideas principales y dándole una línea narrativa coherente. En pocas palabras, se debe hacer un trabajo de planeación.

A este proceso se le llama Retórica, la cual es una disciplina que tiene como finalidad persuadir a la audiencia o público objetivo sobre algún tema en particular. Esto conlleva un trabajo de filigrana y meticulosidad, de la cual el presidente Gustavo Petro parece ignorar por completo.

Las últimas desastrosas intervenciones que ha tenido Petro dan muestra de lo que se debe evitar durante una intervención pública: divagar, no tener un tema concreto, no decir nada en particular y, sobre todo, salir a despotricar a diestra y siniestra sin bases sobre lo que dice. Recordemos que tildó a las periodistas del país de muñecas de la mafia y dijo que las personas de raza negra no tendrían por qué ser conservadoras.

Más allá de la misoginia y el racismo del presidente, no se nos debe olvidar que es cabeza del Estado. Tanto en escenarios nacionales como internacionales, las intervenciones del presidente, lejos de ser poéticas y reivindicativas como él cree, son patéticas, burdas, simplonas y ridículas.

No tiene hilo sobre su discurso y salta de tema en tema como si su mente vagara en un enredado cuento de García Márquez, tal vez por el exceso de “café”, y solo recurre a los argumentos Ad Hominem para hacer valer su trasnochado y trastornado discurso de odio de clases y de exaltaciones terroristas.

A esta condición se le llama logorrea, clasificada como una enfermedad mental que tiene como consecuencia una incontinencia verbal caracterizada por su falta de locuacidad, coherencia y sentido de la realidad. O sea, Petro debería ser declarado interdicto para hablar en público y hasta de publicar en X.

Sería importante investigar si la logorrea de Petro podría ser indicativa de un deterioro mental más grave, lo que podría explicar, en parte, el desastre institucional que vive el país.

A todos los que se dedican a la academia en temas de comunicación les digo que deberían ver este experimento democrático fallido como un ejemplo de todo lo que no se debe hacer, ni profesional ni humanamente.

César Augusto Betancourt Restrepo

Soy profesional en Comunicación y Relaciones Corporativas, Máster en Comunicación Política y Empresarial. Defensor del sentido común, activista político y ciclista amateur enamorado de Medellín.

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