Carta abierta a la candidata presidencial María Fernanda Cabal

Las apuestas electorales, sobre todo en el escenario de las consultas, deben ser en torno a la moral, a las convicciones y a una idea de Estado-Nación. María Fernanda Cabal ha construido un camino político propio, y al ser sus opiniones de una sola pieza no pasan desapercibidas en un país donde sus ciudadanos promedio tienen la tara judeo-cristiana del silencio, la autocensura y la tolerancia excesiva a la mediocridad e ilegalidad. Su mayor enemigo no es la ya conocida mala leche endémica del extremismo de izquierda revuelto con el odio gratuito por deporte del colombiano promedio (y los enemigos internos empoderados en el gobierno duquista), sino las matrices de odio construidas desde la hegemonía de los medios de comunicación masivos -y eso incluye la rueda de hamster que son las facultades de comunicación y periodismo locales- y el en ocasiones confiar sus comunicaciones y militancia a dobles agentes y aduladores. Una gran parte del pueblo colombiano, muchísimas personas respaldamos su aspiración y deseamos trabajar por su materialización en el triunfo presidencial, sin más interés que la Patria, pero, se nos debe permitir, a los que hemos puesto el cuero, el prestigio y las ideas por esa Patria tener participación activa y decisoria en esa ardua tarea para 2026.


ANTIOQUIA VENTANA A LA VERDADERA LIBERTAD POLÍTICA Y DE PRENSA

En estas páginas que desde 2018 generosamente me ha cedido de manera ininterrumpida Al Poniente, la gloriosa prensa de Antioquia, cuando los demás medios de esta gran región del país junto al Eje Cafetero se vendieron a los cantos de sirena del duquismo -aunque reconozco que en ese tiempo que era más jóven, mi irascibilidad escrita producto de la inmadurez natural de quien llega con un sentido combativo en exceso, sin entrenamiento técnico y sin la experiencia de los años-. Y a través de estas líneas, apoyé a mis amigos Juan Bautista Uribe Silva y Nicolás Pening Barriga en 2019 y 2023 para ediles de Chapinero en el Centro Democrático, al ex presidente de Brasil Jair Bolsonaro (2019-2022) y a la aspiración de Rodolfo Hernández desde 2021 (el peor error de mi vida en todos los aspectos que he pagado con sangre hasta el presente), entre otras locuras políticas que ni vale la pena reseñar.

Pero si de algo no tengo dudas, y siempre he sido coherente, es de no disfrazar lo que creo, ni negar ni mis orígenes, ni disfrazar mi origen. Pasé por cinco partidos políticos, pero nunca he dejado de tener convicciones de una derecha nacionalista, con consciencia de las fallas de origen implícitas en la democracia liberal, precisamente para protegerla como reglas del juego; consciente de la necesidad de escalas de valores -que hasta hace dos años eran de un origen metafísico y escatológico judeo-cristiano-. Como muchos militantes desertores del Partido Conservador Colombiano, que desde 2012 y 2013 junto a viejos militantes en ese tiempo de juventudes del Partido de la U e incluso del liberalismo apostamos sin más que nuestras ideas al proyecto político del indiscutible liderazgo de Álvaro Uribe Vélez, del que saldría el Centro Democrático. 

¿POR QUÉ APOYO A MARÍA FERNANDA CABAL PRESIDENTA?

Yo no soy un santo, soy una persona capaz de las peores anomalías funcionales, de comportamiento e incluso de falta de urbanidad, excepto de cinco cosas, y una de ellas es la traición y la deslealtad. Últimamente en mi círculo cercano la palabra “coherencia” la utilizan como un insulto, regaño e incluso para amenazarme de causar daño a mi integridad, como me sucedió recientemente en la Universidad Pedagógica Nacional (me molesta más lo primero que lo segundo realmente). Pero si alguien ha sido coherente, y su actuar frente a su partido, frente al respeto del principio de autoridad y liderazgo indiscutible de Uribe Vélez de no renunciar ni amenazar de dividir el Centro Democrático ni el uribismo -que va más allá de la figura institucional del partido-. No es lo mismo que alguien como yo, de los primeros cinco mil militantes fundadores, alguien de base, uno más en la masa renuncie como lo hice en 2016 con una carta de ocho páginas, para que tuviera que volver rehabilitado en abril de 2023, cuando ya los fantasmas del abuso de poder, el compadrazgo y muchos realidades oscuras de algunos personajes con cargos importantes y otros periodistas de poco valor democrático con un sectarismo inventado, persiguieran a quienes no estuvimos nunca de acuerdo con el gobierno de aquel que a la Senadora Cabal nunca la invitó a Palacio de Nariño a tomar café ni a consultar sobre el conocimiento de la realidad del país, del Estado y la sociedad.

De manera escrita y verbal he sido claro: derecha sí, uribismo sí, duquismo nunca. Y las únicas personas que tuvieron los pantalones de no caer en la tentación del facilismo, el servilismo ni la hipocresía fueron Rafael Nieto Loaiza, Fabio Valencia Cossio y usted. El antiduquismo ahora es popular en el Centro Democrático, porque la fotocopia barata de Juan Manuel Santos ahora planea y conspira con sus aúlicos traicionar al partido que con una curul regalada y empoderándolo, empolló una serpiente que de la manera más corrupta llegó a la Presidencia de Colombia, algo que nunca hubiera logrado por sus propios medios.

Usted ha sido una persona que pese a todas las bajezas cometidas por representantes del uribismo (incluso personas que trabajaron laboral y políticamente para usted y se sirvieron de su generosidad material, espiritual y amistad valiosa), sumadas a la construcción de una imagen perversa de usted, que no se compadece con la realidad de lo que es su historia de vida, su trabajo y vida como persona profesional y madre de familia. Y a pesar de todo, nunca ha sugerido ni por un segundo la idea de abandonar el partido oficial del uribismo ni realizar rupturas, inclusive con las dificultades que existen para los avales de candidatos o la poca transparencia de sus consultas internas. La grandeza es lo más difícil pero lo más valioso de todos los resultados de los valores humanos.

Hace dos años, y también en las elecciones de 2023 me mantuve quieto con las participaciones electorales. No defiendo para nada la llegada del progresismo al poder, pero de eso tiene la culpa directa el duquismo y las fuerzas cómplices en su llegada al poder. Pero, sin duda nos salvamos de que las peores personas llegaran al poder de la mano de una presidencia decadente como la hubiese sido la del ex alcalde de Bucaramanga e ingeniero Rodolfo Hernández. No tendría solamente la voz exiliada -voy a tener que trabajar en México haciendo radio-, sino el cuerpo entero en Bolivia, Perú, Antigua y Barbuda o tal vez la Antártida (Miami no es lugar para osos de páramo, y jamás apoyaré ni realizaré migración ilegal ni a Estados Unidos ni a ningún país del mundo).

Pero ahora, existe la oportunidad de construir una verdadera opción de poder de Estado fuerte, de recuperación de los valores nacionales, de entendimiento del valor en justa medida de la población colombiana sin los extremismos del pobrecitismo (uno de los males dejados por la concepción judeocristiana de la vida) ni la soberbia de creernos los reyes o reinas del mundo por pequeños triunfos; rescatar las cosas buenas del pasado sin menospreciar los cambios necesarios ni las ventajas de la modernidad.

Mi respaldo a partir de hoy, hasta las elecciones será total. No aspiro en caso de una victoria a entrar en ningún tipo de cargo del Estado, que no me haya ganado por mérito de un exámen o del voto popular. No quiero estar en conciliábulos ni uniformado con personas que podrían ser con mi edad, o mis hermanos menores o inclusive mis hijos. “Trabajar en privado para servir al público”, ese era el lema de RTI, que llegó a ser la programadora más grande de Colombia, y lo adopté hace años. Yo también fui inmaduro en romantizar un mundo tan cruel como la política y en tener ambiciones que pasan por encima de los merecimientos y capacidades propias. En un abrir y cerrar de ojos, se va la juventud y la vida, construyéndose castillos de aire, y cuando desaparecen, solo queda el abismo, el dolor y el remordimiento.

Colombia necesita liderazgo de verdad, una manera diferente de ver la vida y dejar de caer en influencias foráneas y volver a lo esencial, y de paso, que la hipocresía y los lugares comunes dejen de ser la impronta de la política colombiana.

¡María Fernanda Presidente 2026-2030!

Jhon Jairo Armesto Tren

Con estudios en Administración ambiental de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas-Bogotá. Veedor ciudadano en presupuesto electoral de la Universidad desde 2011 hasta hoy registrado ante la Personería de Bogotá. Columnista de opinión en varios medios de comunicación digitales desde 2013. Actualmente director publicitario de El Nodo Colombia y columnista habitual, además en El Quindiano (Armenia) y Diario La Piragua (Montería, Córdoba)

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