La Política del Disfraz: El Arte de decir sin decir

“Da mucha tristeza ver hoy jóvenes luchar por algo que no entienden; el cambio ocurrirá, hasta que luchemos por una causa sin disfraz”.


Hoy por hoy quienes nos gobiernan han tomado una gran ventaja frente a todos nosotros; por lo que como bien se ha visto a lo largo de los últimos años, no hemos encontrado otro paliativo a esta gran brecha más allá de la de soportar, tragar entero, guardar silencio y por consiguiente; configurar una taimada complicidad. Es imposible negar consciencia sobre la relevancia y trascendencia que la manipulación implica para el éxito político de quienes ostentan dicho poder. Asimismo, es imposible desasociar que el dominio de la palabra es, sin lugar a dudas, un arte, que pocas personas tienen la posibilidad de presumir. Por lo que de ello, debe desprenderse con urgencia, la necesidad más allá de adquirir pericia y elocuencia a la hora de saber comunicar, la de la absoluta e indubitable importancia de aprender a escuchar.

Ahora bien, para evitar un mal entendido, el don de la escucha no debe ser comprendido como el deber de guardar silencio, la sumisión debe ser lo opuesto de lo que debe ser buscado por la ciudadanía; en contraposición, la escucha debe radicar en lograr el entendimiento de lo comunicado por otros. A gran escala y en un mayor grado de naturalidad en lo apenas perceptible, la ciudadanía advierte erradamente como novedosos, mensajes que vienen presentándose desde hace años y que a través de eufemismos lo que pretenden es aligerar su significancia. Hoy, promovido por dirigentes políticos con oscuras intenciones, por entidades con una agenda estupidizante disfrazadas de veedores internacionales de derechos humanos y por todos aquellos que venden sus almas con tal de cortar tajada y adquirir un poder casi que supremo, pretenden a través de la política del disfraz, aquella consistente en el arte de decir sin decir,  lograr su cometido; una población sumisa, de oídos sordos, que no les hacen preguntas y que siguen a su líder como corderos siguen a su pastor en el rebaño.

Invito a quienes tenemos el presente y el futuro del país en nuestras manos, a no alzar banderas sin identificar su trasfondo, hoy nos hablan de interrupción del embarazo; para lo que antes era el aborto, hoy nos invitan a “rodear los centros de poder”; cuando lo que intentan es amedrentar, amenazar e intimidar a las altas cortes, atentando contra los check and balances que hoy por hoy, han sido en gran medida, la razón de porque aún mantenemos las esperanzas en un mejor mañana y que además, recuerda a la toma del Palacio de Justicia aquel 6 de noviembre de 1985 en manos de justo quien hoy nos gobierna. En campaña nos prometían e incluso dejaban en notaría la promesa de no buscar ser reelectos, hoy nos dicen que el cambio no se logra en cuatro años; lo que no significa otra cosa que un “de aquí no me sacan”, hoy desfilan como los próceres de la patria proponiendo un “Gran Acuerdo Nacional”; lo que significa una Asamblea Nacional Constituyente que acabará al Estado como lo conocemos, hoy nos hablan de “democratización de la tierra”; cuando lo que quieren es expropiar a quienes han trabajado por declarar una tierras como suyas, o cuando en su momento alardeaban apenas electos tildando su triunfo como el arribo de la verdad y hoy solo buscan callar a quienes no expongan su “verdad”, o cuando hablan de justicia social cuando significa indultos e impunidad para aquellos escondidos en la montaña pero cárcel para quienes tienen el derecho y el deber de usar sus armas para protegernos, o cuando son cuestionados por algo y se protegen en la figura de un “golpe blando”.

Da mucha tristeza ver hoy jóvenes luchar por algo que no entienden, da mucha tristeza ver a jóvenes ser carne de cañón para personas que hoy por hoy las manejan sin titubeos y con descaro, da mucha tristeza ver como se jactan tener la verdad absoluta y amedrentan a todo aquel que opine en contrario, da mucha tristeza ver como muchos jóvenes creen que están salvado la patria cuando lo que están haciendo es condenar a todo un país. Da mucha tristeza y además rabia, ver como muchos jóvenes creen que el fin que supuestamente persiguen, justifica en cualquier medida, las atrocidades que ellos y a quienes siguen le hacen a un país sediento de progreso.

El cambio ocurrirá, hasta que luchemos por una causa sin disfraz.

Juan Diego Vélez Forero

¡Hola! Soy Juan Diego Vélez Forero; un joven que en medio de una Colombia que regresa a un pasado que nos dejó un futuro colmado de incertidumbres y en donde diariamente se normaliza la desgracia; no quiere ser de la generación que permitió que su país, se diera por perdido

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