Logoi – Galimatías

Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra.
 
Mauricio Montoya y Fernando Montoya
 
“¿O me va desnegar que no es verdad cuando falto a la verdad que digo mentiras?
 
El chavo del 8.
 

En una entrevista realizada para el Centro de Políticas Públicas de la Universidad del Desarrollo, en 2017, el académico chileno Miguel Ángel Fernández fue interrogado en relación con el lenguaje o la jerga que utilizan los políticos en sus discursos o pronunciamientos públicos. Frente al tema, Fernández afirmó que: “en el arte de la política muchas veces importa más decir algo que el contenido del mensaje. El contexto de su aseveración fue una declaración del diputado Gutenberg Martínez quien, durante la primera campaña presidencial de Sebastián Piñera, en Chile, dijo lo siguiente: “La irrupción de Piñera ha sido potente, la inacción socialista es paralizante y la amenaza de la izquierda retro progresista complica a la izquierda oficialista”. Todo un galimatías para el que sería imperioso un diccionario especializado que definiera términos como el de izquierda retro progresista.

Bajo este escenario, galimatías es la palabra de nuestra columna de esta semana. Originaria del griego κατὰ Ματθαῖον’ (kata Mathaion), que significa según Mateo”, hace referencia a uno de los apóstoles de Cristo que, según la tradición, escribió el segundo de los evangelios del Nuevo Testamento, en cuyo primer capítulo reseñó la genealogía de Jesús de una manera bastante difícil de entender para una persona no versada en temas bíblicos. Sin embargo, galimatías llegó a nuestra lengua proveniente del francés galimatias (sin acento) que quiere decir: “discurso o escrito embrollado o enredado”.   

Ya en el libro del génesis (Gn 11) se nos había dado una pista sobre lo que podía ser un embrollo lingüístico. Un galimatías de idiomas que el mismo Dios habría provocado para confundir a los hombres que deseaban construir una torre que llegara hasta el cielo. Los bizantinos no fueron la excepción, pues muchas de sus discusiones, entre las que se mencionan debates sobre cuántos ángeles cabían de pie en la punta de un alfiler, eran curiosos galimatías.

En disciplinas como la filosofía, el lenguaje encriptado ha sido una característica particular de algunos de sus exponentes. Heráclito de Éfeso, por ejemplo, era conocido como “el oscuro” entre sus contemporáneos; Zenón de Elea fue famoso por paradojas como la de Aquiles y la tortuga; para muchos estudiantes, los sistemas filosóficos de figuras como Hegel y Kant pueden resultar confusos; y para pensadores como Mario Bunge, las doctrinas de autores como Husserl y Heidegger no eran más que un mar de obscuridades. Incluso, en el Budismo Zen japonés, específicamente en la escuela rinzai, existe una fórmula conocida como el kōan, el cual sirve a los iniciados como método para la búsqueda de la iluminación. No obstante, para muchos occidentales esta forma de acertijo podría ser definida, también, como un galimatías. Algunos ejemplos de kōan son: ¿qué haces cuando no se puede hacer?; si todas la cosas deben volver al uno, ¿a dónde debe volver el uno?; no comienza, no termina, ¿qué es entonces?       

En cuanto a la cultura popular y humorística, personajes como los creados por Roberto Gómez Bolaños, más conocido como Chespirito, fueron iconos de una época y varias de sus excentricidades, entre ellas frases como la del epígrafe de este texto o los refranes pronunciados con picardía por el Chapulín colorado, bien podrían catalogarse como verdaderos galimatías: ¡Cría cuervos y te diré quien eres!; dime con quién andas y te sacarán los ojos; perro que no ha de ladrar, déjalo morder; el que no se arriesga, jamás su tronco endereza; más vale llegar a tiempo que mal acompañado; el que a dos amos ayuda, más temprano amanece.

Pero resulta imposible no volver sobre el campo de la política para redondear esta reflexión. En la actualidad somos testigos de los soliloquios, replicados en voz alta, del presidente Gustavo Petro, quien tiene a los colombianos en un galimatías al no dar claridad sobre las relaciones y diferencias que existen, en su mente, entre una Asamblea Nacional Constituyente y el poder Constituyente. Otro caso, no menos singular, es el del mandatario argentino, Javier Milei, el cual pronunció un discurso en el foro económico de Davos (Suiza) en el que aseveró, ante la sorpresa de unos pocos asistentes, que: “Buena parte de las ideas aceptadas en Occidente son variantes colectivistas, ya sea que se declaren comunistas, fascistas, nazis, socialistas, socialdemócratas, keynesianas, progresistas, populistas, nacionalistas o globalistas. En el fondo no hay diferencias sustantivas, todos sostienen que el Estado debe dirigir la vida de los individuos”. Una idea caótica que, de seguro, él tampoco comprendió.

En consecuencia, nuestro universo simbólico se encuentra colmado de galimatías. Es cuestión de los interpretes descifrar el sentido de lo que nosotros consideramos como una estrategia en la que se arropan populistas,  demagogos o aquellos que quieren posar de intelectuales. En palabras de Miguel de Cervantes: los Chanfalla(s) y las Chirinos.

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Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra. Por: Mauricio Montoya y Fernando Montoya

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