Iberoamérica es una región fascinante, desde sus vastos y diversos paisajes, hasta su increíble gastronomía. Asimismo, muchas de sus mujeres son y han sido fascinantes, y pese a nuestra historia y al machismo presente en algunos de nuestros territorios, varias iberoamericanas han demostrado repetidamente su capacidad para ser agentes de cambio y transformación. En México, Josefa Ortiz de Domínguez fue una figura clave en la lucha por la independencia, valiéndose de su posición social para organizar y apoyar el movimiento insurgente; su arrojo y templanza son muestra de la huella que podemos dejar dentro de la sociedad. De manera similar, en Colombia, Policarpa Salavarrieta, también conocida como “La Pola”, fue una heroína de la independencia que sirvió como espía y combatiente, exponiendo el valor y la determinación de las mujeres en momentos críticos de la historia. Independientemente de la ubicación, las mujeres encontramos la manera de transformar nuestras vidas, impactar a la ciudadanía e inspirar a otras personas.
Es importante reconocer que todavía debemos alcanzar una igualdad ante la ley que sea positiva –sin buscar derechos adicionales, desde luego–. No obstante, tampoco debemos olvidar ciertas luchas. Por ejemplo, que en México, mi país natal, las mujeres obtuvieron el derecho al voto en 1953, o que en España, las mujeres no podían abrir una cuenta bancaria por sí mismas hasta 1975. Recordemos que cuando se respetan la igualdad ante la ley y las libertades individuales en pro del desarrollo –además claro, de asegurar nuestra propiedad–, somos capaces de crear acciones que van más allá de las metas personales: podemos generar oportunidades y mejorar nuestra calidad de vida.
Ahora bien, cuando nos trasladamos hasta Asia, innumerables ocasiones nos imaginamos paisajes hermosos, culturas exóticas y deliciosas comidas. Sin embargo, no pensamos que allí la mujer tiene un rol de subordinación. En La India, tan solo desde la década de los 50’s las mujeres han sido parte de su despunte económico. Tal es el caso de la Cooperativa Lijjat, fundada por siete amas de casa en Mumbai, quienes aportaron 80 rupias (menos de un dólar americano) para hacer papadam: un tipo de pan delgado elaborado a base de legumbres; hoy por hoy, dicha cooperativa tiene más de 45.000 mujeres en todo el subcontinente indio. Sus integrantes demuestran que el liderazgo transformador no solamente mejora nuestro estilo de vida, sino que también impulsa el desarrollo de poblaciones y naciones enteras, incluso de la comunidad global. Este es el caso de Indra Nooyi, ex CEO de PepsiCo, quien con su talento excepcional hizo evolucionar la compañía a través de decisiones estratégicas; Nooyi ostenta cómo las mujeres en posiciones de liderazgo pueden impulsar cambios significativos. Además, invertir en educación permite a las mujeres incidir considerablemente en la toma de decisiones de sus poblaciones, contribuyendo a un desarrollo integral basado en el desarrollo individual; esto lo ha demostrado vastamente la activista pakistaní Malala Yousafzai, quien defiende la educación para las niñas en todo el mundo, resaltando el poder del aprendizaje.
Las historias en mención subrayan la importancia del empoderamiento femenino y de cómo las mujeres, cuando se les da la oportunidad, pueden liderar e innovar de manera notable. El empoderamiento femenino, sea en una cooperativa en Mumbai o en la dirección de una multinacional, es crucial para el desarrollo económico y social.
Regresando a Iberoamérica, diversas mujeres están marcando la diferencia y mejorando sectores económicos tradicionales. La venezolana Carolina Herrera redefinió los conceptos de moda y elegancia, animando a otras mujeres a expresar su fuerza y confianza; sus diseños no solo han vestido a celebridades y primeras damas, asimismo, han generado oportunidades laborales en esa industria, empleando a muchas mujeres en sus talleres, fábricas y tiendas. Lupina Iturriaga ha democratizado, por así decirlo, el acceso a servicios financieros en México a través de Kueski, ofreciendo créditos ágiles y seguros que favorecen a miles de personas en cambiar su situación económica; su plataforma ha impulsado financieramente a otras mujeres, permitiéndoles obtener préstamos para iniciar negocios y alcanzar independencia económica, lo que no únicamente optimiza la calidad de vida, sino que también aumenta la confianza y la autonomía de las mujeres invitándolas a asumir roles de liderazgo dentro de sus comunidades. En el ámbito del cuidado personal, la colombiana Jimena Flórez ha promovido la alimentación saludable y la sostenibilidad con Chaak Healthy Snacks, empoderando a territorios pequeños mediante la creación de empleos, y fomentando la agricultura sostenible; su proyecto ha brindado la oportunidad a mujeres y niñas de comunidades rurales de participar activamente en el mercado, ayudándolas a ser un modelo por seguir y creando un efecto dominó donde la educación y el reconocimiento del valor humano son pilares esenciales para el crecimiento.
Todas estas mujeres son ejemplos vivos de cómo el liderazgo femenino puede vestir de diferentes formas y aun así impactar profunda y trascendentalmente. Aquí en Iberoamérica, o en India, sirven de inspiración para las futuras generaciones de mujeres líderes. La educación, el liderazgo y la voluntad son componentes clave para que las mujeres hagan del mundo un lugar mejor, ya sea con decisiones estratégicas, el desafío a lo tradicional o la innovación. No es necesario imponer cuotas de género para lograr estos cambios. No. Lo fundamental es proporcionar libertad para que estas puedan seguir sus propias aspiraciones, educación para desarrollar sus habilidades y respeto por sus proyectos de vida personales.
Esta columna apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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