En cada oportunidad en la que debo sostener y argumentar los problemas y desafíos que el Estado, en su conjunto como institución social, ocasiona en otra institución mucho más relevante como lo es el mercado –dejando claro que mercado y capitalismo no son lo mismo–, siempre surge una voz arguyendo la existencia de los monopolios como un mal mayor y endémico al libre mercado, que justifica, cual cheque en blanco, la intervención estatal.
El debate parece caer en un ciclo infinito bajo dos (2) supuestos sostenidos en escenarios muy improbables. Primero, donde las perturbaciones del Estado son directamente causales de los niveles de atraso y pobreza. Y segundo, donde un escenario casi “anárquico” nos condena a una sociedad utilitarista, hiperconsumista y dominada por temibles grandes multinacionales, tal como se retrata en las historias del género ciberpunk.
Sin embargo, esto no es una ley escrita en mármol ni un mandamiento de obligatorio cumplimiento. Es, más bien, un imaginario colectivo alimentado por algunos lamentables casos reales: una narrativa anti-libre mercado bien posicionada y la ausencia de divulgadores que se animen –a pesar de las consecuencias– a defender que no siempre, cuando se consolida un monopolio, es necesariamente malo.
Sin desconocer la realidad
Considero pertinente abordar primero esos lamentables casos reales de los que hablaba donde, por diversas razones, en ciertos países y mercados se instauraron monopolios de facto que terminaron afectando a muchas personas.
Un buen ejemplo es la situación que estamos viviendo en la Costa Caribe colombiana con el servicio público de electricidad. Gracias a la ayuda constante del Estado, este servicio es otorgado en monopolio a un operador privado que, supuestamente, es estrictamente vigilado en todos los aspectos para garantizar una excelente prestación del servicio a “precios justos”. Como es obvio, esto es solo una ilusión que obstruye una realidad oscura: el gran atraso económico y social gestado por los impagables recibos que, en el mayor de los descaros, llegan por millones de pesos a estratos 1 y 2.
Otro caso, para ser ecuánimes, es el de Standard Oil Company Inc., del famoso Rockefeller, el cual, tras un acuerdo privado con la compañía Lake Shore Electric Railway Co., le permitió transportar a precios 71 % más bajos el galón de petróleo, destruyendo toda la competencia en el proceso y formando un monopolio que puso en aprietos a los Estados Unidos.
Sea gracias a una legislación arbitraria del Estado o a una condición de mercado, es claro que al hablar de monopolio, la mala fama hace su presencia enmudeciendo no pocos casos en los que, el monopolio, ha sido la mejor opción para los compradores.
El buen monopolio de Steam sobre los videojuegos
Steam es una plataforma de distribución digital de videojuegos desarrollada por Valve Corporation. Lanzada en 2003, esta plataforma en 2021 logró consolidar 132 millones de usuarios activos durante un mismo mes y, a corte de 2023, posee la cuantiosa cifra de 30 millones de usuarios concurrentes. Estas cifras se pueden dimensionar mejor cuando vemos que, solo por concepto de venta, la empresa generó 9 mil millones de dólares en 2023, y aclaro ventas porque no se contabilizaron otros servicios que la empresa genera como los DLC (que también se venden) y las famosas micro-transacciones.
Es necesario también comprender que la industria de los videojuegos es la dominante en el sector del entretenimiento. Desde hace algunos años, el cine fue desplazado por millones de dólares generados por los videojuegos que, a 2024, mueve 240 mil millones de dólares anuales. El genio detrás de este coloso es Gabe Newell, número 267 entre las 400 personas más ricas de América según Forbes.
El dominio de Steam en el mercado de videojuegos en computadoras –ya que no comercializa para ninguna consola dedicada– es absoluto e incuestionable. De hecho, el pasado 12 de junio tuvo audiencia sobre una denuncia de monopolio al ser la única comercializadora de videojuegos para PC en Reino Unido. Ello hace concluir que la empresa, al igual que Standard Oil Company, hace uso de un vacío de mercado para evitar que otros logren posicionar más comercializadoras, aunque no es así.
El “gran secreto”
En un mundo tan competitivo como el digital, basar tu dominio de mercado por acuerdos es algo tan absurdo como inútil, más cuando hoy día, por ejemplo, el conglomerado de empresas chinas, que tienen sus manos metidas hasta el fondo en la industria del videojuego con su desarrolladora Tencent, puede montar su comercializadora y rivalizar fácilmente con Steam. Pero, ¿por qué no lo han hecho?
La realidad es que si lo hicieron, ¡y todavía lo siguen haciendo!, y a pesar de que el grifo de dinero está abierto 24/7, la incursión de esas distribuidoras es casi nulo en el mercado mundial. Otro gran competidor es la plataforma Epic Games, propiedad de los desarrolladores de Fortnite, quienes tienen la política de regalar dos (2) juegos por mes a cada usuario registrado en su plataforma desde hace tres (3) años sin hacer una pizca de mella en el dominio de Steam.
Aunque parezca sobrenatural este éxito y las teorías conspirativas sean la explicación más aceptada –más por morbo que por evidencia–, el “gran secreto” es que la empresa ha entendido a la perfección a su clientela. ¿Fuiste estafado por un juego que prometió mucho, pero resultó un bodrio? Tranquilo, Steam tiene una política de devolución inmediata del 100 % del valor de compra si lo haces dentro de las dos (2) horas siguientes sin penalidades ni causales.
¿El desarrollador del juego aplicó una causal abusiva al cabo de un tiempo cuando su juego se volvió popular? Despreocúpate, si haces una reclamación justificada y el hecho es lo suficientemente grande, igualmente se te devolverá el 100 % del valor del juego así hayan pasado años. Además, los juegos en PC comprados en la plataforma son casi un 50 % más baratos que en consolas; existe una amplia gama de juegos gratuitos, sus temporadas de descuentos son reales y estos no tienen cláusulas especiales y están sujetos a las mismas políticas de devolución.
En conclusión
La noción de que todos los monopolios son inherentemente perjudiciales es una simplificación excesiva que no considera las complejidades del mercado y las dinámicas de competencia. Como hemos visto, la existencia de monopolios como Steam puede traer consigo beneficios significativos para los consumidores, gracias a políticas empresariales que priorizan la satisfacción del cliente y la competencia leal en un entorno digital.
Esta columna apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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