Desde 1972, en La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, realizado en Estocolmo se ha venido hablado sobre la importancia del medio ambiente y de la necesidad de crear estrategias que permitan más allá del solo pensarnos, el cohabitar en medios propicios para la existencia misma del planeta. Paradójicamente Los científicos de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, por sus siglas en inglés) nos muestran que el cambio de temperatura media global para el año 1980 era de 0.28ºC, para 2009 de 0.65ºC y para 2019 de 1,1ºC. (NOAA.2024).
La tendencia hasta hace poco era de comprender que las apuestas ambientales por garantizar la estabilidad en estos temas obedecían a unos sectores específicos y no a un amplio sector de actores. Las nuevas dinámicas mundiales, la golbalización, la aparición de los nuevos movimientos sociales y el desarrollo de economías más verdes, ha dado un giro al paradigma de entender un todo de todos.
Por estas semanas se ha venido hablando con mayor fuerza sobre la importancia que reviste la Gobernanza Climática como una posibilidad real que permita que los esfuerzos sobre apuestas para implementar agendas como El Acuerdo de Paris, el Acuerdo de Escazú este más allá de los gobierno y estados, y permita involucrar una serie de actores claves para, entre otras cosas, disminución de la huella humana sobre el planeta y los efectos negativos el cambio climático.
Es por ello, que un punto clave que nos debe llamar y que nos invita hoy a quienes estamos en corporaciones públicas ya sean Concejos Municipales y Distritales y las Asambleas Departamentales, tiene que ver con la revisión de los planes de desarrollo – Municipales y Departamentales- que están aportas de ser aprobadas por estas corporaciones. Dentro de la estructura de estos planes, y en clave de procesos coordinados, se ha venido por parte de los departamentos de planeación, además como requisito indispensable, incluir como punto de partida la Agenda 2030, o de los Objetivos de Desarrollo –ODS-. Pero la práctica política/administrativo nos ha mostrado que los indicadores no siempre logran llevar acabo la consecución de estos ODS ni mucho menos la acciones por disminuir los impactos de los factores que amenazan la estabilidad ambiental, social, climática y económica. Lo que nos invita a replantear nuevas formas sobre la construcción de dichos planes respecto a los temas ambientales y ecológicos.
¿Qué hacer entonces? Y es acá donde vale la pena explorar y proponer dentro de los escenarios territoriales, dinámicas de Gobernanza Subnacional – Recordemos que existe una Gobernanza Multinivel y otra Gobernanza Internacional que nos invitan a otros niveles de discusión – pero la que acá proponemos orienta a que la Gobernanza Climática tome valor dado la capacidad que los gobiernos locales tengan con ceder autonomía a los actores claves de un territorio: sociedad civil, academia, sector económico privado.
Dicha Gobernanza Subnacional debe generar en las discusiones próximas de Planes de Desarrollo Territoriales, una Gobernanza Climática que geste como un escenario plural, actores y acciones propias por enfrentar situaciones de riesgo y amenaza, pero también de potencialidades y oportunidades.
Formas de ocupar debidamente los territorios, actualización de protocolos y escenarios de fortalecimiento necesarios de gestión del riesgo, fomento de nuevas formas de movilización humana, concertación para la regularización de las practicas organizativas y de consumo de bienes y servicios que oferta y demandan los territorios. Propuestas de equilibrio en clave de declaratorias de SILAPS, entre muchos más temas deben estar en una agenda concertada de Gobernanza Climática en territorios inteligentes y responsables social y ambientalmente.
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