“Son dolorosas las noticias que exponen pedófilos”
Al caminar por lo que se consideran zonas turísticas de Medellín, es inevitable la intuición de poderes oscuros que se mantienen vivos aún en medio de los cambios destacables del distrito. La situación reciente de explotación sexual de menores revela la evidencia de que esas sospechas que surgen al caminar por algunos de estos lugares son ciertas, y que el secreto a viva voz de un turismo sexual creciente daña vidas. Son dolorosas las noticias que exponen pedófilos.
Si bien la respuesta legal aparentemente débil nos inquieta y pone a reflexionar, aún más como ciudad debemos identificar la doble moral que nos permea. Cuando nos conviene ser cristianos, armamos duras críticas en plataformas morales inalcanzables, pero cuando nos conviene, abandonamos la cruz, callamos ante el niño que sufre. ¿Cómo podemos, por un lado, defender la dignidad de la vida humana y, por otro, cerrar los ojos ante la destrucción de la inocencia?
En otras regiones reconocen a Medellín como una ciudad de tendencias conservadoras, cristiana y de convicciones morales. ¿Qué ocurre entonces, por qué tan alejada está de lo que la mayoría profesa? La mojigatería es el impedimento para vivir lo que se cree. Por esta razón es necesario retornar a una comprensión real del diseño moral, que forme el carácter individual y, en conjunto, el de la ciudad. Al tener en cuenta la perspectiva bíblica podremos recordar que cada ser humano es portador de la imagen de Dios, dotado de un valor intrínseco que no puede ser medido ni mercantilizado.
La cosmovisión cristiana no sólo aboga por la protección de la vida desde la concepción sino también por la defensa de la dignidad humana en todas sus etapas. Por esto las soluciones altisonantes que provienen de las rutas para las violencias basadas en género, proveen herramientas interesantes, pero que dejan de lado el asunto central del problema: la mercantilización de la imagen de Dios, (es decir del ser humano).
En el intento por desmantelar las estructuras tradicionales de género y poder, puede inadvertidamente oscurecer la realidad del abuso y la explotación al enfocarse más en la autoidentificación que en la protección de los vulnerables. Estas mencionadas rutas de violencias basadas en género, hacen parte de un marco mayor de análisis: la ideología de género.
Sin reconocer la caída del hombre y su necesidad de redención las herramientas de la ideología de género están destinadas a fallar en la protección de los inocentes. A su vez al promover una visión relativista de la moralidad, puede desviar la atención de la urgencia de combatir la explotación sexual. En lugar de clarificar, puede confundir, y en lugar de proteger, puede exponer aún más a los vulnerables al peligro. Es esencial que como sociedad, despertemos de la complacencia y enfrentemos estos problemas con valentía y claridad, basándonos en una cosmovisión que valora la vida y la justicia por encima de todo.
Por lo anterior, no podemos desagregar este problema en partes desconectadas. Pues quienes hemos consumido, quienes consumen o producen pornografia, hemos sido o estamos siendo un actor que ha participado o participa del problema de la explotación sexual. Junto con el aborto, son caras de la misma moneda: la deshumanización del otro, del prójimo. Lo ya mencionado niega la sacralidad de la vida y reduce a las personas a objetos de uso y descarte. El criminal pedófilo esta en las partes finales de una misma cadena, la desviación de la sexualidad. Hemos de entender que la indiferencia ante tales realidades es una forma de complicidad. No podemos estar adormecidos ante tales realidades, debemos despertar y actuar. Solo así podremos enfrentar la aberración de la explotación sexual y cualquier forma de desprecio por la vida humana.
La explotación sexual es un mal que debe ser confrontado con la verdad y la justicia, no con ideologías que pueden terminar perjudicando a quienes buscan proteger. Es hora de que los abusadores sientan el peso de la ley y que las víctimas reciban la protección y el cuidado que merecen. Medellín ha sido reconocida por superar obstáculos, este en particular requiere una ciudadanía dispuesta a reformar su carácter, a denunciar la maldad y promover una cultura que valore y respete la vida humana en todas sus manifestaciones. Que la doble moral y su relativismo no nos adormezca y nos haga cómplices.
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