Píldora 2: La triada que puede salvarnos.

Luisa Fernanda Londoño Jiménez

Para nadie es un secreto que, en la actualidad, nosotros como humanidad hemos excedido límites con relación a nuestras actuaciones, y pasar esa línea nos ha llevado a hacer daño a otros y a irrespetar reglas de diferentes tipos. Por poner algunos ejemplos, citaré titulares de noticias lamentables que obedecen a hechos reales y actuales: “Profesor habría abusado de 19 estudiantes; aprovechaba los momentos a solas en el aula para someterlas[1]Así cogieron a dos policías que pedían plata para permitir la venta de licor adulterado en Bogotá (…)”[2], “Escalofriantes revelaciones del feminicidio de Isabella Mesa en Medellín: escondida en una maleta y cubierta con un costal”[3]

Y después de semejantes sucesos, cabe plantear ¿Qué preguntas se hace a sí mismo, como exigencias personales, un docente que abusa sexualmente de sus alumnas, dónde están sus reglas éticas? ¿Qué cosas están implícitamente permitidas entre funcionarios para que lleven a cabo un soborno con tal desfachatez, cuáles son sus acuerdos culturales?  ¿Qué reparos legales tuvo el feminicida de Isabella Mesa, si a todas luces sabía que estaba incumpliendo la Ley? En todos los casos anteriores, hay una omisión a una norma legal, pero al mismo tiempo hay una tolerancia entre las personas que protagonizan los hechos y una falta de reparos éticos entre quienes son sus autores.

Desde hace años, mi número favorito es el tres, por eso hoy, quiero hablar con emoción en esta píldora, de una triada que puede salvarnos como sociedad, de una triada que es fundamental en la consolidación de una sana cultura ciudadana y con la cual resulta bastante útil familiarizarnos, la triada entre la moral, la cultura y la Ley. Sin duda, se trata de elementos que podríamos evaluar en todas las circunstancias de los titulares que cité, por cierto, todos ellos transgredidos en los sucesos anteriores.

Dice el profesor Antanas Mockus que, la sociedad colombiana se caracteriza por un divorcio entre esos tres sistemas y explica los tipos de acciones en las que se evidencia ese divorcio, así: “a) acciones ilegales pero aprobadas moral y culturalmente; b) acciones ilegales desaprobadas culturalmente pero moralmente juzgadas como aceptables; y c) acciones ilegales reconocidas como moralmente inaceptables, pero culturalmente toleradas, aceptadas. Y se expresa también como obligaciones legales que no son reconocidas como obligaciones morales o que en ciertos medios sociales no son incorporadas como obligaciones culturalmente aceptadas”[4].

En Colombia hay realidades muy diversas y muy extremas, por lo que tristemente, no es complicado encontrar ejemplos que demuestren el divorcio entre la triada. Sin embargo, me atrevo a proponer el sueño de vivir juntos y vivir bien, tramitando con solidez una convivencia armónica, y para eso también me atrevo a afirmar, en concordancia con el profe Mockus, que es indispensable que le apostemos todos y todas a esta triada.

Claramente, una sociedad sin docentes abusadores, funcionarios corruptos u hombres feminicidas, sino más bien con personas que se pregunten ¿Cómo me dicta mi ética ser un mejor docente? ¿Cómo me apoyan mis compañeros para ser un buen funcionario? ¿O hasta donde me permite la ley darles rienda suelta a mis emociones? puede generar un aporte considerable en la reconstrucción de un tejido social más sano, en el que los ciudadanos que conviven lo hagan de un modo más armónico, cuestiones a las que podríamos llegar si perseguimos la armonización de los tres sistemas de los que habla el profe Mockus.

Por eso es que, en esta segunda píldora que aborda la cultura ciudadana he procurado por dejar claridad sobre la esencia misma de la triada, pero al mismo tiempo plantearles una invitación sensata, para que cada lector al que logre calarle la triada, se convierta en un agente de ella y defienda a capa y espada su sincronía, tanto en las calles, como en el trabajo y en el hogar.  Esta triada puede ser impopular hasta hoy, que usted y yo como ciudadanía preocupada, la llevemos a cada rincón del territorio que habitamos, y le demos vida en las cotidianidades que construimos con otros y otras.


[1] https://www.semana.com/nacion/articulo/profesor-habria-abusado-de-19-estudiantes-aprovechaba-los-momentos-a-solas-en-el-aula-para-someterlas/202442/

[2] https://www.semana.com/nacion/articulo/descarado-video-deja-en-evidencia-un-grave-hecho-de-corrupcion-en-la-policia-de-bogota/202449/

[3] https://www.semana.com/nacion/medellin/articulo/escalofriantes-revelaciones-del-feminicidio-de-isabella-mesa-en-medellin-escondida-en-una-maleta-y-cubierta-con-un-costal/202403/

[4] Expresado en su texto “Convivencia como armonización de ley, moral y cultura” que se publicó por primera vez en la revista Perspectivas de la Universidad Francisco de Paula Santander, más precisamente en el volumen xxxii, núm. 1, de marzo de 2002.

Luisa Fernanda Londoño Jiménez

Abogada de la Universidad EAFIT. Líder social y política del Municipio de Sabaneta. Ciudadana conversadora.

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