“Inició el 2024 y los desatinos del gobierno del cambio no se han hecho esperar. Pérdida de los Juegos Panamericanos, derroche del gasto público, inoperancia gestora, naturalización de la violencia, desatención social son la materialización de un fracaso rotundo de la ideología de izquierda en el ejercicio del poder.”
Muchas fueron las promesas de campaña, esperanza de un cambio, que se diluyen en el tiempo y cada uno de los hechos que rodean a la administración estatal. Diecisiete meses han sido más que suficientes para evidenciar que Colombia con Gustavo Francisco Petro Urrego logró lo que parecía imposible, tener un gobierno más nefasto que el de Andrés Pastrana Arango. La corrupción en su mayor esplendor, aunado a la defensa ciega de personajes como Laura Sarabia, Astrid Rodríguez, Hollman Morris o Jaime Dussan, entre otros, denotan que las prioridades de su mandatario distantes están del cambio por el que votaron 11.291.986 colombianos. Desconexión de su presidente con la realidad política, económica y social del país, incapacidad para encontrar solución a los problemas que aquejan a la población y las zonas vulnerables de la nación, llevan a una caída vertiginosa de la imagen positiva de su burgomaestre y los principales agentes de la izquierda.
Castigo social que comienza a tejerse al interior del colectivo ciudadano, independiente de filiaciones políticas, exalta la urgente necesidad de bajar a su mandatario del avión presidencial para que se centre en los problemas que aquejan al pueblo colombiano. Poner los pies en la tierra para trabajar, ardua y seriamente, piden los ciudadanos a quien mantiene un sesgo internacional que le hace creerse líder mundial, adalid de un progresismo que se toma el poder de las naciones de Centro y Sur América. Colombia y su gente deben ser la prioridad de Gustavo Francisco Petro Urrego para quien su ego y afán desmedido por exhibirse lo llevan a dar mayor relevancia a Guatemala, inmiscuirse en el conflicto palestino-israelí, sin entender que se le debe dar prioridad a lo que ocurre en el territorio nacional. Quien sueña con ser mesías de la humanidad lejos está de tener una solución coherente, e inteligente, a los problemas mundiales, primero debe recordar que fue elegido para ser huésped de la Casa de Nariño y que su cociente intelectual debe estar a la altura de un estadista para regir los destinos de Colombia.
Incomprensible resulta que Gustavo Francisco Petro Urrego en campaña gestara toda su propuesta electoral en la Colombia profunda, la lucha de clases, la reivindicación de los “nadies” y ahora prefiriera atender los asuntos internos de Guatemala que estar presente haciendo frente a la tragedia que enluta a la nación desde Chocó, suceso donde perdieron la vida 38 connacionales. Todo parece indicar que las clases populares solo le sirvieron al Sensey de los humanos, y al gobierno del cambio, para tomarse una foto, fingir un ideal de vida y captar el voto de incautos ignorantes ideologizados. Recuperar la seguridad nacional, combatir a la criminalidad, encajan en el concepto de prioridad que debe ser apropiado por su presidente, campeón del incumplimiento, que promete lo humano y lo divino, y distante se encuentra de fijar una estrategia para recuperar al país de las manos de la delincuencia.
Violencia que se toma a Colombia, conflicto armado que se delinea en el sur de la nación, asesinato de líderes sociales, extorsión que se gesta desde las cárceles, son una tarea pendiente de quien dice luchar por la Paz Total. No se puede seguir perdiendo la institucionalidad en Colombia, el desempleo, la inseguridad, la pobreza extrema, el atraso en infraestructura que aquejan al país requieren de soluciones creativas, apuestas políticas firmes e inmediatas que brinden estabilidad y seguridad a la inversión extranjera. Difícilmente se llegará a buen puerto atacando a los empresarios y ahogando al brazo productivo con más impuestos. Empoderamiento que se da a los actores al margen de la ley, ataque directo que se gesta contra la prensa libre, asfixia que se propicia al sistema de salud, atomización que se gesta sobre las relaciones laborales, apetito que se muestra sobre las pensiones, son la muestra de un plan preconcebido para resquebrajar la democracia e imponer una ideología que ya fracasó en diversas zonas del continente.
Desprecio que demuestra Gustavo Francisco Petro Urrego por las necesidades de los colombianos es ofensivo e indignante, muestra de ello es el derroche de recursos por parte de la familia presidencial para quienes no existen los topes éticos ni morales, pues la menor ocurrencia, o deseo, es saciada instantáneamente con cargo al presupuesto de la nación. La ineptitud e incapacidad gestora de su burgomaestre tienen al país aportas de una nueva reforma tributaria, imposición de tributos que aniquila a la clase media, para mantener un populismo irresponsable que sostenga la vanidad y egoteca de los familiares y amigos de la familia Petro Alcocer. Derroche de los recursos públicos en masajistas, maquilladores y viajes solo calman los complejos de quien por mucho que se esfuerce a años luz está de dar la talla de Nidia Quintero, Rosa Helena Álvarez, Carolina Isakson, Ana Milena Muñoz, Jacquin Strouss, Nohra Puyana, Lina María Moreno, María Clemencia Rodríguez, María Juliana Ruiz, mujeres con el estatus y porte de verdaderas primeras damas de la nación.
Freno en seco que propició la izquierda a Colombia es producto de la inoperancia, la incompetencia, la charlatanería y la dejadez de Gustavo Francisco Petro Urrego y su equipo de gobierno. Camino al segundo año de gobierno, con todas las reformas en proyecto y bien embolatadas en el legislativo, muestra que todo está por hacerse y es de carácter urgente si no quieren pasar a la historia como el peor error de los colombianos en las urnas. La polarización del país, avivada por su mandatario con los mensajes en redes sociales, no logra desviar la atención de los estruendosos fracasos y escasos aciertos del ejecutivo. El gobierno del cambio ya tuvo su tiempo de reconocimiento y adaptación, es momento de que empiece a ejecutar sus políticas sociales que buscan dar respuesta a la desatención social y atajar el conflicto armado de muchos años. Para refundar a Colombia en el marco del progresismo socialista se requiere parar la desestabilización, dejar de lado la incompetencia y terquedad que sumen en la desaprobación popular y ponen en jaque la gobernabilidad de su presidente.
Quinientos treinta y cuatro días en la Casa de Nariño, son más que suficientes para evaluar la gestión de su burgomaestre y percibir si tiene el temple para corregir el rumbo de acción que, hasta ahora, conduce al país a un caos de inusitadas proporciones. Se está al frente de un complejo escenario en el que, pasados los días, se deja un balance preocupante, Gustavo Francisco Petro Urrego carece de aptitud y preparación para gobernar un país complejo como Colombia. Testaruda obsesión, de “querer tapar el sol con un dedo” y negarse a ver la realidad que aqueja al colectivo social colombiano, conlleva a salvaguardar irrestrictamente lo indefendible. Salidas en falso de su mandatario, al interior del país y en el contexto internacional, merman la credibilidad y esperanza que se tenía en una apuesta de la izquierda en el poder.
Más que servir de idiotas útiles, los colombianos deben fijar distancia frente a los intereses particulares del Pacto Histórico y su propuesta progresista, el escaso compromiso de ese frente ideológicos con el territorio y los habitantes denotan la necesidad de un liderazgo ciudadano que defienda los intereses de la población colombiana. El falso discurso de igualdad y lucha social ya hastía con los montajes y verdades a medias que pretenden difundir desde el gobierno en los medios públicos y las redes sociales. Llegó el momento de que Gustavo Francisco Petro Urrego deje las incoherencias y con carácter y firmeza asuma sus errores y recomponga el camino, tome las decisiones más acertadas para hacer frente a los desequilibrios sociales, sobresalir en el ámbito regional e internacional con resultados que responden a las necesidades actuales del país.
Comentar