La filosofía en escena: Los Eudaimones y la Biblioteca Nacional

“Porque, para luchar contra el olvido de las bibliotecas debemos recordar que en todos los municipios de Colombia sólo tenemos un espacio cultural obligatorio que puede acogernos por ley: las bibliotecas públicas”.


Como les venía contando, nadie en el pueblo estaba enterado de que la postulación, formulación y cumplimiento del proyecto ganador de la VII versión del Premio Nacional de Bibliotecas Daniel Samper fue hecha por Los Eudiamones. Nadie estaría enterado de no ser por las fotos que la Biblioteca Nacional publicó aquel día. Gracias a esas fotos y a la influencia de la directora de la biblioteca, tal como nos contó luego una periodista, fue que El Espectador —periódico más antiguo de Colombia—; los entrevistó. Ellos querían saber qué causa, razón o circunstancia existía para que dos jóvenes filósofos hubieran empezado la empresa de llevar la filosofía a diferentes sectores de la sociedad. Sectores que la han opacado o despreciado por su falta de practicidad. Y resulta que, lo más sorprendente no era que hubieran decidido empezar aquella trascendental tarea, sino que hubieran escogido el viejo y apartado pueblo de El Cocuy para hacerlo.

Como resultado de aquella entrevista hecha por El Espectador, Los Eudaimones recibieron apoyo de varias partes del país. Las personas habían dejado de reírse y en su lugar se convirtieron en espectadores activos de este proyecto. Algunas manos se tendieron, detalles llegaron de alguna parte y con esos signos ellos encontraron un lugar donde impactarían más que en la Biblioteca Pública Municipal El Cocuy. ¿Cuál fue aquel lugar que les sirvió de apoyo para seguir con su empresa? La respuesta es fácil: la Biblioteca Nacional de Colombia. Aquí es donde comienza una estrecha relación entre la filosofía, la lectura, la escritura y la oralidad.

Después de este premio participan en diferentes eventos organizados por la Biblioteca Nacional. Desde un laboratorio para la participación ciudadana, pasando por una mesa de género y terminando en la formulación del nuevo Plan Nacional de Lectura, Escritura y Oralidad. En ellos se nota un afán del personal de la Biblioteca por hacer algo trascendente con sus espacios a nivel nacional. Algo que reivindiquen la naturaleza de las bibliotecas públicas a lo largo del país. Al igual que Los Eudaimones buscan posicionar la filosofía en diferentes sectores a nivel nacional, la Biblioteca Nacional está buscando posicionar las diferentes problemáticas de las bibliotecas en voz pública. Pero, ¿cómo haremos esto? ¿Cómo es posible hablar de la importancia de las bibliotecas hoy en día cuando nuestra realidad es el progreso tecnológico? ¿Qué es una biblioteca? ¿Para qué se necesita?

A lo largo de la historia, las bibliotecas han trascendido su función de ser aquellos simples lugares donde se almacenan libros, a convertirse en los cimientos fundamentales de la humanidad, abarcando desde la cultura hasta el conocimiento de cada sociedad que ha pasado por la existencia. Desde la Biblioteca de Asurbanipal en el siglo VII a.C., que contaba con una vasta colección que abarcaba desde la mitología a la ciencia, hasta la gran y enormemente conocida Biblioteca de Alejandría, que facilitaba el intercambio de ideas entre culturas. Las bibliotecas han sido siempre estas instituciones-faros de sabiduría e intercambio intelectual.

Si miramos cualquier época pasada nos daremos cuenta de que no es palabrería alguna referirnos al más importante centro cultural que ha existido en nuestra humanidad. Durante la Edad de Oro Islámica, la Gran Biblioteca de Bagdad o la Casa de la Sabiduría se destacó como un centro intelectual, era allí donde se tenía el doble propósito de estudiar y traducir obras notables del pensamiento como lo pudieron ser las obras de Platón, Aristóteles, Plotino o del matemático Brahmagupta. O podemos hablar de la Biblioteca de la Universidad de Al-Qarawiyyin, reconocida como el primer centro de estudios superiores y que continúa funcionando desde el siglo IX.

No me canso de repetir las palabras que el poeta español Federico García Lorca, en el siglo XX, dio en su conferencia inaugural de la Biblioteca Pública de Fuente Vaqueros: “Una biblioteca, que es una reunión de libros agrupados y seleccionados, que es una voz contra la ignorancia; una luz perenne contra la oscuridad”, “la biblioteca tiene que cumplir un fin social, porque si se cuida y se alienta el número de lectores, y poco a poco se va enriqueciendo con obras, dentro de unos años ya se notará en el pueblo, y esto no lo dudéis, un mayor nivel de cultura”.

Es por ello que hoy, desde El Cocuy, Los Eudaimones han empezado con una tarea fundamental: reivindicar las bibliotecas como espejos del mundo. En esto no se encuentran abandonados, hay muchos lectores, escritores y oradores que entienden la importancia de lo que enmarca esta lucha. Pero no solo desde este punto se puede hacer frente. Todos y cada uno de los habitantes de nuestro de país debe —sí, en forma de deber— prestar atención a todas nuestras falencias culturales. Deben de reconocer lo que la directora de la Biblioteca Nacional, la Coordinadora de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas y todo su equipo están haciendo alrededor del país. Porque, para luchar contra el olvido de las bibliotecas debemos recordar que en todos los municipios de Colombia sólo tenemos un espacio cultural obligatorio que puede acogernos por ley: las bibliotecas públicas.


Todas las columnas del autor en este enlace: Juan Camilo Parra Avila


Juan Camilo Parra Avila

Soy filósofo de la Universidad Industrial de Santander, escritor y gestor cultural en El Cocuy Boyacá. Director de la editorial independiente Espeletia Ediciones y representante legal de Los Eudaimones, empresa filosófica y cultura.

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