“Queda claro una vez más que una cosa es proponer, observar, analizar, denunciar, hacer control político y una muy distinta es administrar, gobernar y ejecutar. Desafortunadamente, en mi criterio y en el de muchos colombianos, el presidente ha carecido de estas últimas 3 virtudes.”
Para nadie es un secreto que el gobierno del presidente Petro es un gobierno controversial. Las reformas, sus colegas, sus ministros, sus declaraciones y hasta su Twitter (X) han sido objeto de severas críticas, no solamente por parte de la oposición sino también de ciertas personas cercanas o afines a su mandato. Como son tantos los puntos en los que se discrepa y no se halla un consenso fuerte, esbozaré 3 criterios de los tantos que hay que son los que, quizás, más me preocupan.
En primer lugar, está el tema de la seguridad. Según los más recientes datos en Colombia ha aumentado de manera exacerbada la comisión de delitos como el secuestro, los actos terroristas y desafortunadamente continúan las masacres. Incluso, muchos analistas se han atrevido a aseverar que nos hemos devuelto a las épocas de los temibles y oscuros años 80 y 90s. Tal vez la declaración anterior es un pronunciamiento amarillista, pero no hay que desconocer que este gobierno, dada su visión de seguridad, ha sido supremamente pasivo con los actores que son los presuntos sujetos activos de estas conductas reprochables. En síntesis, considero necesario que hay que replantear la visión de seguridad, puesto que la política de paz total no está dando resultados positivos.
En segunda instancia, tenemos la temática de las declaraciones del presidente, su excesivo uso del Twitter y el poco decoro que tiene a veces en materia diplomática. Parece que Petro no ha podido entender que ahora tiene una alta dignidad y que no debería estar retwitteando cualquier cosa o haciendo declaraciones que carecen de total diplomacia. Una de las declaraciones que más irrespetuosa, fuera de lugar y errada me parece es cuando respecto de la victoria del presidente electo de Argentina, Javier Milei, dijo que había ganado la extrema derecha en el país austral, que era triste para América Latina y que ya veríamos qué acontecía, porque el neoliberalismo no tiene propuesta para la sociedad. No obstante, a renglón seguido, en ejercicio de su ingenuidad, dijo que felicitaba a Milei.
Respecto de lo anterior debo decir que no tuvo sentido alguno y que de nada sirve que mostrara su descontento, puesto que la Argentina, al igual que Colombia, es un país soberano y fue el pueblo quien eligió a través del voto como mecanismo democrático. En ese sentido, Petro pudo haberse pronunciado simplemente felicitándolo, sin necesidad de hacer este tipo de alusiones, pues uno podrá discrepar, pero siempre deberá respetar.
En tercer y último lugar, es alarmante la poca ejecutoria que tiene el ejecutivo nacional. Si bien muchas cosas dependen del Congreso de la República o las Altas Cortes, en virtud del check and balance, frenan algunas medidas, no se ve un programa efectivo que detenga, al menos paulatinamente, las enormes necesidades que tiene el pueblo colombiano en los diferentes ámbitos que siempre nos han aquejado.
En síntesis, queda claro una vez más que una cosa es proponer, observar, analizar, denunciar, hacer control político y una muy distinta es administrar, gobernar y ejecutar. Desafortunadamente, en mi criterio y en el de muchos colombianos, el presidente ha carecido de estas últimas 3 virtudes.
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