¿La mafia de las dos décadas?: Itagüí

Mucho se ha hablado de las casas o clanes políticos, que son esas familias o esos grupos políticos que manejan y dominan el destino político de un territorio, y la discusión se reduce a los Char, a los Acuña o a los Gnecco. Sin embargo, pocas veces se pone la lupa en territorios poderosos y ricos, pero invisibles mediáticamente, como Itagüí, en donde se está consolidando cada vez más el clan Trujillo, en cabeza del hoy senador Carlos Andrés Trujillo y unos cuantos políticos que lo acompañan, no precisamente familiares.

Desde que el conservador Trujillo fue alcalde del municipio (2012-2016) con 40.737 votos, empezó a consolidar un imperio político envidiable para muchas casas. Al terminar su mandato, cual todopoderoso, hizo elegir a León Mario Bedoya (2016-2019) con 57.510 votos como su sucesor, luego a José Fernando Escobar (2020-2023) con 59.756 votos y, ahora, en estas últimas elecciones, a Diego Torres (2024-2027) con 45.847. Todos han sido los alcaldes que ha impuesto en Itagüí el gamonal Trujillo; también, todos elegidos con la mayor votación en la historia del municipio, uno tras otro, a excepción de Diego Torres, cuya baja votación se debió a que Bedoya se volvió a lanzar a la alcaldía convirtiéndose en una disidencia conservadora y dividiendo los votos de la maquinaria y el establecimiento en el municipio.

Desde hace más de 10 años, a nivel político, no se mueve un contrato ni se cae una teja en Itagüí sin el visto bueno del mafioso político de Carlos Andrés Trujillo. Y digo mafioso no porque sea el jefe de alguna banda delincuencial o narcotraficante, sino porque para sostener esa hegemonía, se ha valido de prácticas cuestionables, poco éticas y bajas, que le han valido más de una decena de investigaciones en los diferentes órganos de control, que además nunca prosperan.

Es un tipo inteligente, hay que decirlo, aunque su afán de poder lo ha llevado a cometer errores que seguramente nunca quiso cometer (ver Carta abierta a Carlos Andrés Trujillo). Sin embargo, han sido más sus aciertos; y es que su inteligencia, y quizás su consciencia de que todo proyecto político tiene un final, lo ha llevado a renovar en esta ocasión el Concejo municipal: lo hizo con caras parcialmente nuevas y jóvenes, aunque detrás de ellas está él mismo o están curtidos políticos que después de varios períodos en el concejo se hacen a un lado para seguir eternizando el proyecto godo en el municipio: Daniel González entra siendo primo de Trujillo; Maria Angélica Gaviria entra como hija del anciano e inútil concejal saliente de más de dos décadas, Norberto Gaviria, muy servil del proyecto trujillista; Luisa Zapata entra como hija de Juan Carlos Zapata, exprecandidato trujillista en estas contiendas electorales y exsecretario de gobierno de León Mario Bedoya; Shirley Ortiz entra como hija de una exconcejal que duró casi dos décadas en su curul y también ahora amiga del proyecto trujillista, aunque en el pasado lo denunció ante los entes de control; Bayron Caro, exconcejal de la casa Caro y anterior rival de Trujillo; Gloria Herrera, presunta clientelista del sector de la vigilancia en el municipio; y Sebastian García, también presunto clientelista del sector educativo en el municipio. Todos ellos no pudieron entrar “nuevos” al concejo sin la venia del senador Trujillo y sus respectivos padrinos amigos del senador.

De 7 partidos o movimientos políticos que lograron curul en este concejo, 5 son del resorte trujillista, uno de oposición (CD) y otro del exalcalde y excandidato a la alcaldía, León Mario Bedoya, quien acepta su curul haciendo uso del estatuto de la oposición (ASI).

Por otra parte, aunque Trujillo perdió alcaldías importantes para él, como Girardota y Andes, aún continúa con su caja menor, que es Itagüí. Pero también perdió en su apoyo a Julián Bedoya a la gobernación, los cuales luego adhirieron a Luis Pérez; de igual forma, perdió en Medellín, en donde ganó Federico Andrés, a quien no apoyó en las pasadas elecciones presidenciales por apoyar bajo cuerda al hoy presidente Gustavo Petro… como diría un amigo, hay que esperar la venganza de Federico con Trujillo.

Sin embargo, a pesar de que se consolidó como cacique acá en Itagüí, una vez más, la lección es clara: a Carlos Andrés Trujillo no se le gana en solitario.

Las elecciones pasadas no resisten mucho análisis: Diego Torres (Conservador y Movimiento Itagüí somos todos) era el único candidato del oficialismo en el municipio, quien competía con 7 candidatos antitrujillistas; sí, 7: León Mario Bedoya (ASI), Rosa Acevedo (Centro Democrático y Salvación Nacional), Nelson Acevedo (Fuerza Ciudadana), Leyner López (Alianza Verde), Mauricio Bedoya (Liga Anticorrupción y Colombia Renaciente), Augusto Ocampo (Dignidad) y Hugo Sánchez (Independientes). Rosa Acevedo en su cuarta candidatura ya tenía un electorado base de unos 22 mil votos, mientras que León Mario Bedoya entraba a dividir los votos del oficialismo, que serían unos 60 mil. Si esos dos candidatos hubieran consolidado una unión, hubieran logrado, junto con el resto de candidatos, al menos unos 50 mil votos, contando con que en tal unión varios de los votos se hubieran fugado o abstenido por cuestiones de principios o convicciones.

Sin embargo, consolidar una unión era complejo porque los dos candidatos punteros (Rosa Acevedo y León Mario Bedoya) ya venían invirtiéndole una cantidad considerable de dinero a sus campañas, además del candidato Mauricio Bedoya. Que uno de ellos se bajara de su candidatura, implicaba que, de una manera u otra, su inversión se viera subsanada, y el resto tampoco querían un hueco económico. Decían también que Acevedo era una ficha de Trujillo para dividir la votación y entorpecer cualquier tipo de unión; sin embargo, solo a ella le noté un discurso genuino en contra del mafioso de Carlos Andrés y su candidato.

Los resultados tuvieron efecto y varias de las cosas que muchos vaticinamos, se cumplieron: Rosa Acevedo mantuvo su caudal electoral con un gran incremento (más de 33 mil votos), y León Mario Bedoya efectivamente logró dividir la votación del oficialismo arrastrando más de 33 mil votos también. Los números hubieran dado perfectamente para que, previa unión seria y a tiempo, hubieran derrotado al candidato del oficialismo… pero se les dijo, se les repitió, se les volvió a decir, pero no hicieron caso: solos no les iba a dar para llegar al CAMI, y ninguno lo logró en solitario.

La lección quedó sobre la mesa.

Ahora, el tablero político para el 2027 resulta muy predecible para el clan conservador trujillista, pero bastante incierto para la alternatividad o la disidencia conservadora. Trujillo tendrá, como siempre, un amplio abanico de candidatos para suceder a Diego Torres en el cargo y consolidar sus dos décadas gobernando en cuerpo ajeno en el municipio. En cuanto a la alternatividad, una quinta candidatura de Rosa Acevedo se haría insostenible ante la opinión pública, pero una tercera candidatura de León Mario Bedoya sería vista con buenos ojos si desde su curul en el concejo ejerce un control político serio y juicioso que convenza a muchos de que realmente puede ser una opción para el municipio, a pesar de haber estado cobijado por Trujillo. De hecho, esa desconfianza hacia Bedoya influyó para que una unión de alternativos no cuajara en el municipio. ¿O emergerá algún fuera de lugar de acá a eso?

 Santiago Molina

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Santiago Molina

Licenciado en Humanidades, Lengua Castellana de la Universidad de Antioquia.​

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