Somos seres para la muerte | (Das sein zum tode)

 “La muerte es la única condena que puede liberar al hombre de la condena de vivir”.
Miguel de Unamuno.

“El hombre está condenado a ser libre; porque una vez arrojado al mundo, él es responsable de todo lo que hace”.
Jean-Paul Sartre.

Hablar acerca de la muerte incomoda, pone en tensión nuestra racionalidad y emociones, porque existe, sin dudas, una respuesta lógica por la evidencia de su materialidad; tenerle miedo también es razonable, incluso a muchos les produce estados críticos de ansiedad y angustia, enfermando la psique y el cuerpo (estados psicosomáticos). Pues bien, cabe preguntarse por qué incomoda, por qué es tabú para nuestra sociedad occidental, que nos pone en tensión, que se le teme y que nos enferma. La respuesta está en nuestro cerebro, ya que los seres humanos somos los únicos seres del universo que podemos abstraernos, es decir ensimismarnos, meternos dentro de sí, de tal modo optimizar las cuestiones, lo que podemos o no cuestionar. “Las plantas, los animales, y más aún las piedras son lo que son, sólo seres del paisaje, y viven siempre alterados, quiero decir que viven fuera de sí” (José Ortega y Gasset).

También, es necesario exponer que poseemos mecanismos neurológicos que nos obligan a creer en que hay algo después de fenecer. Somos seres narrativos y solemos crear historias que justifiquen el comportamiento que tenemos o a buscar respuestas. Si nos examinamos y observamos a los otros, la gran mayoría de nosotros (incluidos la otredad) tenemos fe en otra vida después de la muerte, no obstante, difícil, por no decir imposible, ya que nadie lo ha podido comprobar. En fin… no vamos a seguir en esta dirección científico-religiosa, ya que no es mi competencia, más bien deseo reflexionar acerca del tema y exponerles mis cuestionamientos y respuestas, muy personales. Dicen los psicoterapeutas que hace bien, detenerse, cuestionarse y responderse.

Cundo se es joven no se piensa en la” hermana muerte” (al decir de San Francisco de Asis), menos aún en nuestra particular muerte, por ello, resulta mejor olvidarla. Mientras constatamos que, a diario, la gente de alrededor se va para siempre, personas que no conocemos, amistades de toda la vida y parientes, vemos la muerte nuestra como imposible, lejana, y que sólo los otros mueren. Casi llegamos a pensar que somos inmortales en este mundo.

“La vejez no viene sola”, de palabras de Luz, mi querida esposa, la que por ella me he afincado en la ciudad luminosa de Medellín. Ella tiene mucha razón, en la tercera edad comienzan o se afianzan los dolores y enfermedades, sin embargo, más que los males del cuerpo, comienzan los pensamiento del drama de la vida, de nuestra categórica y cercana finitud, quebrantándonos los espíritus, aunque intentemos ser fuertes, la realidad nos avasalla.

Estimados lectores, permítanme exponer estas citas y versos, aquellos textos que me servirán para reflexionar sobre este asunto:

Somos seres para la muerte (Das sein zum tode), dice Martin Heidegger, el principal fenomenólogo,

después de Hegel.

“La muerte es la única condena que puede librar al hombre de la condena de vivir”. Así exclama con vehemencia Miguel de Unamuno, en su libro Del Sentimiento Trágico de la Vida.

Nicanor Parra, el anti-poeta chileno, de su poema Autorretrato pongo atención en estos versos:

“Yo también fui joven como ustedes
lleno de bellos ideales
soñé fundiendo el cobre y limando las caras del diamante
ahora aquí me tienen
detrás de este mesón inconfortable
embrutecido con el sonsonete
de las quinientas horas semanales”.
 

Les copio esta traducción en castellano de los magníficos versos iniciales del monólogo de Hamlet. (William Shakespeare).
 
“Morir, dormir, dormir… ¿soñar acaso?
Un escoyo hay aquí que yace oculto
Surge de pronto y se me opone al paso
Cuando extinga mi mano este tumulto mortal de mis pasiones,
El sueño de la muerte sobreviene,
Y el terror de sus pálidas visiones
Que perturban su calma me detiene
Aquí yace el secreto de una larga desdicha, una existencia
A mirar nos obliga con respeto”.
 

Ahora, finalmente, los dejo con estos versos de Gonzalo Rojas, el poeta académico de Lebu, un rincón casi olvidado del sur de Chile:

Los días van tan rápidos en la corriente
Oscura que toda salvación
Se me reduce apenas a respirar profundo para que
El aire dure en mis pulmones.
 

Una semana más, los días van tan rápidos
Al invisible océano que ya no tengo sangre donde nadar seguro
Y me voy convirtiendo en un pescado más, con mis espinas.
 

Uno está aquí y no sabe que ya no está, dan ganas de reírse
De haber entrado en este juego delirante,
Pero el espejo cruel te lo descifra un día
Y palideces, y haces como que no lo crees
Como que no lo escuchas, mi hermano, y es tu propio sollozo allá en el fondo.

Sin duda, todos tenemos nuestras razones, y eso se respeta sobre manera.

A pesar de ello, me pregunto, por qué nos extrañamos tanto cuando se está cerca de ella, de “la innombrable”, muchas veces negándonos a aceptarla, que por qué me toca a mí, como si dependiera de un juego de ruleta, en donde siempre jugamos a ganador. Lamentablemente, llega la hora, la concluyente hora, y si fuera como un juego, algún día de esos, todos perdemos la apuesta por seguir viviendo.

Ahora bien, cuáles son algunas razones, entre muchas razones, que apostamos más por la vida que por la muerte, ustedes, ¡estimados lectores”!, dirán que este razonamiento es más que obvio, y que es una necedad ocupar tiempo para racionalizar dicha pregunta, no obstante, no es tan así, ya que vivimos materialmente sin cuestionar nuestra mortalidad, y principalmente porque le tenemos miedo, pavor al dolor, al sufrimiento que puede precederla; y además por el terror a lo desconocido, a lo enigmático, a la nada misma, absoluta; incluso para los creyentes en una vida después de la muerte, es todavía más , por tener la posibilidad única de encontrarse, frente a frente, con el Dios, Todo Poderoso, con el creador, e intentar justificar nuestro paso por el mundo, quizás algunos malos pensamientos, la negación a nuestros principios doctrinarios, la pasión que muchas veces nos llevara a tomar nefastas decisiones, especialmente con nuestro prójimo, deslealtades en el amor…, y que finalmente nos condenemos a las llamas del infierno, desde la doctrina judeo-cristiana por ejemplo!

Por ello, además de olvidarla, remitiéndola a otros, como transferirla, creamos ritos, emblemas, ceremonias de sólo memoria, alejándonos de su cruda y material realidad; también, el hecho de la embriagues, en la utilización de substancias para sedar, para dormir, para ponernos en alerta, para marearnos con lo novedoso, para ubicarnos en espacios-tiempos místicos, para calmar miedos y dolores, para escapar de lo mundano-real, del “real”, dijera el sociólogo Lacán, se han convertido desde la prehistoria humana como una necesidad superflua para mitigar el sentimiento trágico de la vida, la que adviene ineludiblemente la muerte segura. Esto último, muy bien expuesto por el extraordinario filósofo español José Ortega y Gasset, en su libro Meditación de la Técnica y Sobre el Ensimismarse y Alterarse.

La otra razón relevante es lo concierne a la libertad, quien la expone formidablemente Sartre, el filósofo existencialista francés, el último de los metafísicos, cuando en una de sus obras de teatro, pone en escena una de sus tesis más sobresalientes acerca de la libertad y la autenticidad de los hombres, la que de forma narrativa vengo a exponerles su parte central:

“El personaje principal, un bancario habido de ganar dinero, se ve envuelto en un robo, al prestar dinero que no era de él. Asustado por las consecuencias que debe asumir toma la decisión radical de suicidarse. Por lo tanto, camina a uno de los puentes del rio Cena y se lanza a sus torrentosas aguas. El sujeto se hunde y luego emerge, medio asfixiado manotea, vuelve a sumergirse, pero desgraciadamente no puede lograr plenamente la superficie, se ahoga, se muere…; mientras tanto bajo el puente unos vagabundos observan la trágica escena. Uno de ellos, toma una cuerda y se la tira para que la tomara el sujeto como salvación; en unos segundos el suicida toma la cuerda a su alcance y logra asirse a la cuerda que es jalada por el pobre vagabundo, con el objeto de que vuelva a la vida. Ya en un lugar seguro, el sujeto se abalanza contra el mendigo para agredirlo, increpándolo y diciéndole que por qué le tiró la soga, ya que el pretendía morir, el vagabundo perplejo le dice, entonces señor, por qué usted tomó la cuerda, ya que si no la hubiera tomado significaba su muerte segura. El sujeto le dice con rabia, yo pretendía morir, en conciencia mi decisión era en esa dirección, morir, pero mi cuerpo se resistía a morir; yo luchaba contra mi cuerpo que me deje ir, mi cuerpo siempre se opuso.

En esta escena bajo el puente del Cena, Sartre demuestra que los hombres no somos nuestro cuerpo,  nuestro organismo, menos aún nuestro repertorio de necesidades, incluyendo la necesidad de pervivir, porque lo que somos en realidad, ni más ni menos, Un Proyecto de Existencia, es decir, algo inacabado, que se hace en el presente, pero siempre pensando en un futuro que desconocemos; y lo más significativo es que nos enfrentamos, segundo a segundo, al drama de la vida, al sin sentido de la vida, a los dolores, en suma a la náusea misma de ser vivo; de estar siempre optando, para bien o para mal, en libertad, ya que el ser humano, categoriza Sartre, está condenado a ser libre, y es la libertad la que siempre mantendrá a los hombres en una constante actitud de espera…Lo que dice también Unamuno:  “La muerte es la única condena que puede librar al hombre de la condena de vivir”.

Incluso dice Sartre, que el hombre es libre incluso en la tortura, porque en medio del trance del dolor y de la angustia, todavía puede optar seguir viviendo o no luchar más, y morir.

En relación a lo anterior, el hecho de ser libres no siempre implica llenarnos de felicidad, todo lo contrario, es una tremenda tarea, una inmensa responsabilidad, y que muchas veces terminamos hipotecando nuestra propia libertad por alguna felicidad ajena, extemporánea, de derroche e inauténtica, simplemente porque somos incapaces de gobernar nuestra auténtica libertad.

Otra razón igualmente valida es la que concierne al hecho de que la vida humana es un Proyecto de Existencia, de vida, concepto ya aludido, pero que, al ser un proyecto, siempre estaríamos necesitados de tiempo cronológico e existencial para hacernos, para construirnos, literalmente, porque somos seres inacabados; y construirnos hasta el último suspiro de vida, y que siempre la vida nos quedaría debiendo tiempo.

Una razón más, la que arranca de la filosofía contemporánea de Slavoj Zisek, anti posmodernista. Dicho autor, recoge del psicoanálisis lacaniano, la idea de que el sujeto, el individuo, no es una sustancia autónoma, sino que nuestra identidad es dependiente, subordinada a algo superior; por lo tanto, todos manifestaríamos esta sustancia, siempre presente, como una fractura, una brecha. El intento constante de cerrar estas fisuras es, para Žižek, lo que marca nuestra identidad como sujetos. Más que individuos cerrados, estamos en búsqueda constante de este cierre, de este colmar el vacío, de esas fisuras que nos constituyen; empero, que jamás podremos suturar esa herida, aquella que siempre nos supura, que se mantiene abierta, que no cierra definitivamente, que estamos condenados a vivir con ella, y que finalmente pone termino a nuestras vidas llenándolas con en ese vacío material e inerte, nuestra propia muerte.

Estimados lectores, con este artículo, no se diga que he pretendido hacer metafísica sobre el ser y su devenir, menos aún conocimiento y teología, simplemente reflexioné sobre este enorme tema, “¡que nos queda grande a todos!”; y que incluso, con sinceridad, estos argumentos que esbocé, en algunas oportunidades se escapan hasta de mi misma comprensión.

 

Al Poniente

Al Poniente es un medio de comunicación independiente que tiene como fin la creación de espacios de opinión y de debate a través de los diferentes programas que se hacen para esto, como noticias de actualidad, cubrimientos en vivo, columnas de opinión, radio, investigaciones y demás actividades.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.