«Según explicó el presidente mexicano, su postura será siempre la de un pacifista y por eso no puede tomar partido en un conflicto militar.”.
Cuando estalla algún conflicto armado entre dos o más países, la costumbre indica que las otras naciones deben tomar partido, expresar su rechazo hacia algunas de las partes y hacer patente su posición ante lo que consideran es una situación de abuso.
Pero cuando esto no sucede, cuando un mandatario no hace lo que dictan las “buenas costumbres” diplomáticas, entonces se convierte en otro enemigo más. Así le pasó al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en el terrible conflicto armado que sostienen Israel y el grupo palestino Hamás.
Luego de los ataques y la invasión de los palestinos a Israel el pasado 7 de octubre de 2023, la mayoría de los presidentes del mundo, tomaron partido y apoyaron a los israelíes, mientras que condenaron a los miembros de Hamás por realizar esos actos, que ha generado una guerra abierta entre ambos frentes.
AMLO no lo hizo y se mantuvo en una posición que define como “neutral”. Según explicó el presidente mexicano, su postura será siempre la de un pacifista y por eso no puede tomar partido en un conflicto militar.
López Obrador dijo: “No queremos tomar partido, porque queremos ser factor para la búsqueda de soluciones pacíficas. Cuando se enfrentan estos conflictos tan lamentables, de mucha gravedad, más que condenas, lo que se requiere es búsqueda de soluciones pacíficas”.
Doctrina Estrada
También argumentó que la posición oficial del gobierno mexicano, no puede ser de otra manera, ya que la Constitución mexicana en su artículo 89, estipula los principios en que el presidente o el jefe de Estado, conducirá las relaciones internacionales de México.
A la letra dice: “En la conducción de tal política, el titular del Poder Ejecutivo observará los siguientes principios normativos: la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacionales”.
A esto se le ha denominado en el ámbito de la política exterior mexicana, como la Doctrina Estrada, que se estableció el 27 de septiembre de 1930 y fue producto de Genaro Estrada Félix, quien en ese momento era el Secretario de Relaciones Exteriores.
Críticas de Israel
A pesar de estos argumentos legales, la postura de AMLO ha sido muy criticada e incluso la Embajada de Israel, se pronunció en contra de esto y exigió al presidente de México, que condenara los ataques terroristas de Hamás.
Einat Kranz Neiger, la embajadora israelí en México, dijo que “las palabras del presidente… parece que están un poco fuera de lugar” y agregó que en este caso “no tomar un lado es apoyar al terrorismo”. Es decir, según su postura, el gobierno mexicano debería hacer público su apoyo a Israel.
Aplicar de manera tan estricta la ley, en este caso la Constitución mexicana, es algo extraño cuando se trata de actos tan condenables y preocupantes como los que están sucediendo en Israel y la Franja de Gaza, pero según AMLO, es lo único que puede hacer.
Y no es la primera vez que sucede, ya lo hizo cuando comenzó la guerra entre Rusia y Ucrania, en donde también se mantuvo al margen, asumió una posición “neutral” y no dio ninguna muestra de simpatía para el gobierno ucraniano, que en esos momentos era considerado como la víctima.
Otros casos muy especiales
Pero a pesar de que esto sería una postura coherente del presidente López Obrador, muchos critican que no haya actuado igual en otros casos, como por ejemplo, cuando intervino para sacar de Bolivia a Evo Morales en un avión de la Fuerza Aérea Mexicana, en 2019 cuando fue derrocado.
Otro ejemplo que rompería con la Doctrina Estrada, fue en 2022 cuando mantuvo una confrontación abierta con Dina Boluarte, la presidenta de Perú, a quien la consideraba como una “usurpadora del poder” y que llevó a que se rompieran las relaciones entre ambos países.
Si bien en la Constitución mexicana no se específica en qué casos el presidente de México puede intervenir o criticar a los gobiernos de otros países, parece que AMLO considera que si se trata de problemas políticos internos de algunas naciones de Latinoamérica, puede intervenir; pero si se trata de conflictos militares fuera de la región, ahí es mejor mantenerse “neutral”.
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