Hay días en que estoy así, así como me encuentro en estos momentos. Sin tristezas, pero sin felicidad, simplemente así, sin emociones, aunque he de confesar que hoy te necesito; tengo ganas de vos. Me gustaría ser aire, penetrar en tus pulmones, intoxicarte con las metáforas de Borges y ser mala sangre en tus venas que huelen a cardamomo y pantaletas rosas. Poseer cada poro de tu piel, ser la luz de tus ojos mientras te robo los suspiros y los orgasmos… ahogarte, sofocarte, desmembrarme en ti y armarte gota a gota. Tengo ganas de vos y esta espera me desespera.
Deseo que me desgarres la piel y en el albor de tu cuerpo, me cures las heridas, enciendas azafrán y montar en un atrapasueños para recuperar los momentos en que nos dijimos adiós una y otra vez… ¿En qué sombra nos perdimos corazón cobarde, corazón nihilista?
En el espejo de Sissi te volví a ver esta mañana; me gritabas que apagara la luz mientras preparabas la shisha con almíbar de tequila y te desnudabas a contraluz esperando a que te acechara con locura desmedida con un cigarrillo en la mano mientras los gendarmes perseguían a dos amantes que hacían el amor en la calle.
Hoy estoy así, abrumado de ti, a la expectativa de que un recuerdo tuyo se me cruce en el pecho y me queme la lengua. Te deseo.
Ya ves, te pienso y llueve ceniza, ceniza de cartas quemadas y huesos calcinados, entonces todos los hombres cubiertos de hollín se ven iguales, todos los caídos en desgracia somos iguales, querida. Y ahí estaban ellas, Sasha y Sissi cubiertas de pavesa, dedicándose miradas de indiferencia y odio mientras Maga, mi preciosa Maga, jugaba a las escondidas con cinco versos de Neruda, uno verde, el segundo un pan redondo, el tercero una casa levantándose, el cuarto un anillo y el último verso era tan corto como un relámpago, hasta que un aluvión de llanto brotó del montón de ojos de Maga, entonces nos miramos todos las caras y nos echamos a reír.
Nuevamente Sasha y Sissi sonreían, se besaban tiernamente, con complicidad, a decir verdad. Maga empezó a cantar sus viejas baladas francesas que hablan del amor, la guerra y la soledad: “Non je ne regrette rien”, canturreaba a todo pulmón con la solemnidad de mil banderas a media asta mientras preparábamos capuchino y medias lunas.
Letrillas salían de los besos que se daban Sasha y Sissi, que empezaron a hacer el amor en la mesa y a llenar las paredes de dulce de leche y versos taciturnos emanados de un poeta andaluz… fue tan hermoso querida, las tres a la hora del desayuno, todas tan felices y contentas, que hasta sus corazones salieron de sus pechos y empezaron a danzar. Ellas, mis amantes tan felices y tan descorazonadas.
Comencé a cebar el mate entre escenas de dedos desnudando las olas del mar y cantos de sirena, entonces, lo comprendí. Era un día de esos, no era feliz, ni infeliz, era un día de esos en los que te necesitaba como oxígeno para crear el fuego destructor.
Me empecé a escurrir sobre la mesa, mis bocas y mi montón de ojos todos regados en el desayuno y en los sexos de Sasha y Sissi, así que me fusioné entre sus cuerpos cálidos. Me deshice en sus pechos y me desmenucé en sus labios llenos de frío y colmillos, algo así como estepas y lobos, o extranjeros y homicidios. Mi cuerpo invertebrado, desdoblado y yuxtapuesto en esa orgía existencial quedó colmado de un ardor mientras Maga era una hoja de otoño cayendo lentamente en el suelo… una hoja gris diría yo, un marrón muerto, entonces se deshizo como un beso al aire.
¿Dónde estaba mi Maga, mi melancólica amante? La busqué en la cornisa, en la yerba y detrás de las peceras, pero no estaba, y esta vez no tenía la seguridad que fuera a aparecer, a mostrarse triste entre fotos de la torre Eiffel y las desgarradas canciones de Jacques Brel, entonces estas bocas anacrónicas rompieron el aire clamando por ella, pidiéndole que no me abandonara, que no se fuera con las estaciones, pero la respuesta fue el lúgubre silencio de la Patagonia perdida.
Sasha y Sissi me miraban extrañadas, incautas, casi despectivas ¿Estaban celosas de esta tristeza que era tan mía? ¿Es que no saben que no soporto la levedad de un amor que carga con esta nostalgia que no tiene sentido, direcciones ni avenidas? Te necesitaba, era tan solo eso, te necesitaba, pero ellas no lo podían entender; volvieron a sonreírse y a hacer el amor sobre el desayuno… ¡Qué amarga puede ser la armonía!
Me escurrí, me pinté tres sonrisas y salí a caminar a buscar a Maga, a buscarte a vos en un príncipe desvestido de rubíes y esmeraldas. Me salieron alas y volé muy alto; lo comprobé, Dios no existe. Y abajo, un mar de trajes tomando el tren, una oleada de medias veladas siendo excitadas por la lengua de Sade y dosis personales de heroína con arena de desierto… es decir, todos crucificados a las manecillas del reloj mientras Maga recorría laberintos de náusea y vos… vos en mi cabeza, viviendo en mis recuerdos mientras no estas a mi lado.
¿Por qué estás tan lejos… por qué estoy tan lejos? El tiempo es una amante que blanquea las sienes con cada beso, espero no ser cal y arena cuando esta balada porteña llegue a su estribo final. Te quiero.
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