Yo como persona me he enamorado muchas veces de distintas formas y dirigido hacia distintos seres. He amado a mi madre y a mi padre, a mis hermanos y familiares. He amado mis amigos y he amado a mis parejas. Es decir, he demostrado amor hacia personas y seres diferentes a mí, también he amado a mis mascotas y con ello darme cuenta que cuento con un poco de lo que llaman moral y ética. Esto no puede desaparecer pues esos amores nos determinan y nos forman como personas. Recordemos que somos seres biopsicosociales.
Desde que somos infantes debemos estar bombardeados por acciones de amor. Así, la médica y psicoanalista Françoise Dolto afirma que “Si un niño no es criado en el amor sino en el miedo, no aprende a amar sino a defenderse”. Por tanto, la intrusión del amor debe empezar desde que empezamos a surgir en este plano, en nuestro mundo. Los padres son los responsables directos con los primeros contactos de la intrusión del amor.
El amor se puede entender como la gasolina del alma, pero no cualquier petróleo debe ser vertido ante el espléndido recipiente llamado cuerpo. El cuerpo y el alma son lo único que realmente poseemos. Si bien podemos adquirir cosas o aumentar nuestro patrimonio de manera abrupta, el cuerpo y el alma son el templo y la energía que tenemos y aquellos que debemos cuidar hasta la muerte. ¿Cómo hacerlo? Con una correcta intrusión del amor.
Esta fuerza realmente se denomina amor propio, es decir, las motivaciones constantes para encontrar un sentido para seguir viviendo y brillar a pesar de las tormentas por las que puedas estar atravesando.
Cuando permites que el amor propio entre en ti, pierdes el miedo a vivir, a morir y a ti mismo. Todas las frases que han leído y seguirán leyendo a través del tiempo son una muestra de amor, pero como dije, una muestra de amor propio. Cuando dejas que el amor propio entre a tu vida, permites cambiarte y con ello cambiar a los demás, recuerda que a pesar de ser universos aislados tenemos conexiones humanas y por lo tanto hay personas que nos tocan el alma como debe hacerlo el amor propio, es decir, el verdadero amor.
El amor propio debe ser tan intrusivo que te pueda salvar de un suicidio, un consumo o un orgullo mal originado.
La intrusión debe ser tan radical que cuanto te pregunten ¿Quién eres? Sepas responder.
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