“es evidente un panorama en el que cada vez es más claro las dinámicas que existen dentro de la política y las elecciones en “la más antigua democracia de Latinoamérica.”.”
Dice el gran filósofo Séneca, “si uno no sabe a qué puerto está navegando, no hay viento que sea favorable”. Tal parece que la situación actual del país se parece a un gran barco que va navegando (algunas veces muy rápido y en otras ocasiones con mucha lentitud, casi paquidérmica) hacia un destino que aún no es claro, y lo que es peor aún, su capitán o capitanes se están quedando sin vientos favorables y sin un barco que navegar.
Las grandes convulsiones políticas que han azotado al país en el último periodo, semejantes a las de una violenta tormenta, parecen definir que no existen rutas claras para la gobernanza. En junio salieron a luz pública audios que revelaban indicios graves acerca de la financiación de la campaña del actual mandatario colombiano, a eso siguió el proceso que enfrenta el hijo del presidente y muy recientemente, otra vez, audios en los que presuntamente se evidencia la cercanía de la esposa de un narcotraficante con la campaña del Pacto Histórico.
La narrativa, por supuesto, ha sido desviar y negar tales nexos. En este momento, más allá de cuestionar la veracidad de la información, pues cómo les enseñan a los estudiantes de Derecho, existen dos verdades, una real y otra procesal, siendo su diferencia que la verdad procesal es aquella que es probada; es evidente un panorama en el que cada vez es más claro las dinámicas que existen dentro de la política y las elecciones en “la más antigua democracia de Latinoamérica.”
Los padres de la teoría política del Estado conocida como “contractualismo”, afirmaban que los hombres, en búsqueda de seguridad y paz mediante un pacto y por voto, elegían a uno o unos representantes y cedían parte de sus derechos para qué se velará por un beneficio común. Aunque es el modelo y la historia imperante, actualmente se confunde precisamente cuál fue el espíritu que motivó la conformación de esos estados.
Dos puntos importantes, el Estado no es gobernar por cuatro años con los ciudadanos que votaron a favor de una propuesta. A pesar de la fragmentación partidista que impera, las normas y el funcionamiento de un país afectan al de izquierda, como al de derecha o incluso a quien se define apolítico. De ahí, es fundamental entender que seguimos bajo el marco de un mismo gobierno, de unas políticas que afectan a todos por igual.
Segundo, a poco menos de un mes para las votaciones regionales, tomar conciencia acerca de cómo ejercer su derecho al voto cobra relevancia. Es cierto que con todos los escándalos que han sido conocidos, la sensación acerca de la política es de disgusto y frustración, pero por esto mismo se debe apropiar el derecho de control político y voto. No permitir que compren su voto con dinero, favores o puestos.
En la era de la información, existen medios que han realizado investigaciones completas acerca de los candidatos, sobre su historial, sus propuestas, lo que debaten, para que se tome una decisión informada. Se está votando por una persona, no obstante lo que importa son sus propuestas y equipo de trabajo. De esto depende que en cuatro años el país no siga agonizando local y nacionalmente por malas estrategias y una gobernanza que, retomando la metáfora inicial, va navegando sin ningún rumbo.
¿Hacia qué puerto va el país?
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