Eliminar el curso forzoso

ALDUMAR FORERO ORJUELA

El Estado – el político – nos obliga a usar un tipo de moneda, si se devalúa nos llevan a la pobreza y a la indigencia, pero ellos siguen robando. El mundo debe eliminar el curso forzoso y que sea el individuo quien decida qué moneda utilizar.”


 

No pretendo en esta columna crear una nueva teoría, un nuevo enfoque o una nueva tesis, en materia económica las bases fundamentales ya están colocadas, todo lo nuevo debería ser para mejorar y no para engañar a la gente como está ocurriendo en nuestro tiempo. Las “nuevas” teorías o “nuevos” adelantos NO sirven para nada porque, simplemente, están equivocados. Los neo marxistas, neo keynesianos y otros solo toman los fundamentos de las teorías marxista y keynesiana respectivamente y añaden consideraciones de orden irreal que no solucionan los problemas de la gente.

En la academia muy pocas veces enseñan sobre lo que es el dinero, su naturaleza y sus funciones, dicen que el dinero es un bien público cuando no lo es, y dicen esa barbaridad porque no quieren que las nuevas generaciones se den cuenta de las cosas nefastas que hacen los políticos con el dinero, es decir, se lo roban.

El dinero surge de la necesidad de las personas de intercambiar bienes, en un inicio el dinero como medio de intercambio fue el ganado, después el trigo, el lino, la sal, el oro, la plata y, finalmente, lo que conocemos hoy como monedas y papel moneda. La historia de la humanidad nos dice que el dinero lo creó las mismas personas como una necesidad, por ningún lado dice que lo creo un rey, un monarca, el papa o los políticos.

De esta manera surge la idea de banco, cuando se empezó a utilizar el oro y la plata como medio de intercambio, las personas que lo utilizaban lo tenían que transportar en carretas lo cual era un peligro porque al asecho estaban los ladrones, es ahí donde surge el banco, la gente depositaba el oro y la plata en un lugar “seguro” y, como contrapartida, recibían un bono, un certificado que lo respaldaba. Entonces los monarcas (hoy los políticos) se dieron cuenta que podían tener el control sobre el dinero y manejarlo como quisieran e IMPUSIERON que el dinero lo manejaría el Estado, desde ese momento todo se fue al precipicio.

Cuando el Estado ya tenía el monopolio del dinero y, por lo tanto, el margen de maniobra de decidir cuánto se emitía, los ciudadanos empezaron a utilizar el dinero que se les imponía, es decir, en un inicio el oro para transacciones grandes, la plata para transacciones chicas, después las monedas de plata de diferentes denominaciones hasta que llegamos al papel moneda o billete. Así las cosas, los Estados comenzaron a decidir qué tipo de moneda se debía utilizar, es decir, el euro, el dólar, el peso, la libra, el yuan, entro otras muchas.

Esto en un principio puede sonar lógico, el problema radica que toda moneda debe tener un respaldo, así como el oro tenía el respaldo de los certificados, todas las monedas debían tener un respaldo, primero fue el oro, es decir, dólar por oro, euro por oro, peso por oro. Después cambió, peso por dólar, euro por dólar, yuan por dólar, es la dinámica de la moneda. Dado este problema inicial surge otro, el de la devaluación de las monedas, todas las monedas se devalúan sobre todo cuando el banco central está en el medio diciendo qué hacer. Los bancos centrales como creen que tienen el poder de crear y controlar la moneda empezaron a emitir como locos haciendo que la oferta monetaria superara a la demanda o cuando la demanda caía no emitían originando graves problemas (ejemplo, la Gran Depresión o Contracción).

Los bancos siempre dicen qué moneda usar, es decir, en Colombia se IMPUSO que debemos usar el peso y no podemos hacer alguna transacción con otro tipo de moneda, en Venezuela se impuso el bolívar, en Ecuador en su momento los sucres, en Argentina el peso argentino y así otros países de la región para no ir al resto del mundo porque no acabaría nunca. El banco central lo determinó así y en muchos países hasta lo incluyeron en el marco constitucional.

Lo anterior se le conoce como “Curso Forzoso”, en otras palabras, nos obligaron a usar un tipo de moneda que los políticos decidieron que debemos usar y, como fuera poco, no podemos usar otra moneda porque estaríamos violando o, de otro modo, estaríamos entregando la “soberanía” a otro país o al “imperio”. El caso de la “soberanía monetaria” es un absurdo y una estupidez tan grande como una basílica. Supongamos que nuestra moneda (el peso colombiano) no valiera nada ¿por qué tendríamos que seguir usándolo? Lo usaríamos porque los políticos lo impondrían por ley y quien no lo cumpla se va para la cárcel, pero la lógica seria que si mi moneda perdió valor tendría la libertad de utilizar otra que si tenga respaldo y que cumpliera con ser reserva de valor, unidad de cuenta y medio de pago generalizado.

El curso forzoso únicamente les sirve a los políticos porque como los bancos centrales están al servicio de los políticos quienes son los que ordenan emitir masa monetaria irresponsablemente, la moneda local así esté devaluada no les importa porque donde haya libertad de moneda, es decir, que el individuo pueda hacer transacciones con dólar, euro, libra o yuan no tendrían cómo seguir imprimiendo para financiar los gastos innecesarios, el déficit fiscal y seguir robando.

El curso forzoso se debe eliminar de todas las economías, para eso deben suceder por lo menos dos cosas, la primera que en las universidades enseñen lo que verdaderamente significa el dinero, su origen, y sus funciones y, en segundo lugar, que la gente entienda que son libres de utilizar la moneda que ellos quieran manejar, no es justo que un Estado nos diga qué bien de intercambio indirecto debemos manejar porque lo que buscan con ello es mantener el robo y los privilegios. El dinero lo creó el hombre y no el Estado.


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Aldumar Forero Orjuela

Joven oriundo de Bogotá D.C. Nacido en 1998, de familia conservadora, se ha adherido a las ideas del liberalismo que aboga por el respeto a la vida, la libertad y la propiedad como los valores más importantes de una sociedad.

Economista de la Universidad de La Salle. Con diplomados en cultura democrática y juventud constructora de paz.

Ha sido columnista en varios medios digitales de opinión y actualmente es columnista en Al Poniente.

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