Ya no somos Homosapien, ya somos Homomachine

Análisis y críticas sobre la nueva realidad “Humana”.

Felipe Jaramillo Vélez creador del movimiento Aún Humanos, es doctor en Filosofía con reconocimiento Summa cum laude por su tesis sobre La transformación del Hombre en Máquina, es experto en transhumanismo y metarealidad.  Fruto de su trabajo académico ha desarrollado conceptos como: el ascenso de la técnica sin reflexión, el paso evolutivo de homosapien a homomachine y el limbo de la metarealidad; mismos que ha llevado a la construcción de un índice, con el que pretende advertir anualmente a la Humanidad qué tanto está evolucionando la máquina con respecto al hombre. 

En esta entrevista Santiago Jiménez conversa con el doctor Jaramillo, acerca de lo que según él tendrá que ser la nueva frontera de investigación y análisis del mundo en la próxima década: el relacionamiento del hombre con la técnica, con la máquina inteligente.

¿Cómo una persona que se ha dedicado casi toda su vida a la administración educativa termina estudiando filosofía y más aún, problematizando sobre un asunto tan complejo como lo es la relación del hombre con la técnica? 

Hace ya algo más de 10 años me encontré encima de una mesa en una de las universidades en las que trabajaba, unas fotocopias y en ellas, en una de sus páginas, un párrafo subrayado de un texto de Martin Heidegger, en el que este filósofo Alemán advertía que: “el verdadero problema de la técnica de máquinas -como la llamara él- estaba en el momento en que ésta empezara a entregar más de lo que por el hombre le era solicitado”; lectura que me llevaría a endurecer mi discurso y con ello emprender un ataque sistemático a todo lo técnico, separándome al máximo de objetos como celulares, computadores y todo aquello que estuviese conectado en red, situación que solo se suavizaría un poco cuando también por accidente me encontrara con un texto de José Ortega y Gasset en el que decía que “el hombre sin la técnica no era nada, y que a su vez la técnica sin el hombre no existiría”.  Con estos dos postulados empecé un camino de reflexionar, de adquirir conciencia y de cuestionarme sobre algunos conceptos siendo el primero de ellos: el ascenso de la técnica.

Desarrollemos un poco este primer concepto, ¿cuáles son sus dolores frente a la evolución de la técnica?

 Hasta mediados de los años ochenta del siglo pasado, se tenía una línea ascendente en la que el crecimiento de la tecnología estaba acompañado por un incremento más o menos simétrico del entendimiento del hombre sobre este, contando con reglas y leyes claras que emanaban de los posibles riesgos asociados a los nuevos avances técnicos.  Sin embargo, después de este periodo y con la popularización de los computadores personales y sobre todo con la aparición e implementación planetaria de la internet, el crecimiento del objeto técnico se volvió exponencial, es decir, se dió más rápido que el entendimiento que los hombres podían tener de él, materializando con ello la Singularidad planteada por Ray Kurzweil, es decir, movimientos tan acelerados e inesperados que no pueden ser explicados por las leyes físicas tradicionales que se tenían y que respondían principalmente a las leyes del movimientos planteadas por Isaac Newton.

Podría ser más explícito frente a lo que quiere decir cuando expresa que se están dando “movimientos tan acelerados que no pueden ser comprendidos por el hombre”.

Lo ejemplificaré con una analogía, cuando se va volando en un avión, es muy posible que éste se esté moviendo a una velocidad entre 900 y 1.000 kilómetros por hora, y esté a una altitud de no menos de 10.000 pies; sin embargo, la sensación que se tiene es de estar plácidamente sentado en reposo, pues al mirar por la ventana apenas si se puede advertir que se está moviendo.  Dicha sensación de tranquilidad solo es interrumpida si se da un cambio externo de presión y con ella una turbulencia que hace que el aparato se mueva un poco, o caiga levemente ocasionando algo de vértigo, y solo en ese instante se adquiere consciencia de que si el avión se precipita a tierra el riesgo de morir es muy alto.  Lo mismo está pasando con la tecnología, en tanto su evolución es tan rápida que el hombre no ha podido asimilar los posible riesgos e implicaciones que su ascenso desmedido y sin reflexión puede tener frente a la extinción de la Humanidad. 

En sus textos, usted remite esos riesgos al surgimiento del transhumanismo, ¿podría ponernos en contexto de una manera fácil de que se trata este movimiento?

Yo no diría que al surgimiento, pues ese término ha sido empleado otras veces en la historia de la Humanidad, un ejemplo de ello es la referencia hecha por Dante Alighieri en la Divina Comedia al nombrar la palabra “trashumar”, y más que el concepto mismo, algunas de sus búsquedas han respondido a sueños enconados del hombre; hacer transformaciones que lo lleven a ser más fuerte, más inteligente, a ser inmortal, misma premisas del movimiento filosófico-tecnológico que apropiando el concepto de transhumanismo busca realizar “mejoras” en el hombre utilizando para ello la tecnología.

Cuando hablan de mejoras ¿a qué se refieren?, ¿acaso es modificar el cuerpo biológico tal como se recrea en películas de ficción como: Blade Runner (1982), Terminator (1984) o Robocop (1987), o series de televisión actuales como: Black Mirror?

 Para mí siempre ha sido claro que la mejor forma de hacer prospectiva no es a través de modelos matemáticos o estocásticos, sino utilizando como medio la imaginación contenida en la literatura, el cine y la televisión, y con ello doy respuesta a la segunda parte de la pregunta. Con respecto al resto del cuestionamiento puedo decir que al interior del movimiento transhumanista se pueden identificar varias corrientes, desde la más Soft que solo busca acciones que ayuden a corregir malformaciones o deficiencias de los hombres, como son la incorporación en el cuerpo de elementos técnicos: marcapasos o válvulas para el corazón, prótesis o implantes de tipo estético o regenerativo como lo son los de estimulación cerebral o los cocleares con los que se busca mejorar la escucha en las personas con disminución auditiva.  Una corriente menos suave busca hacer cambios interviniendo directamente el genoma humano, ya sea desde antes de la gestación del feto o posterior a ella, logrando ya a voluntad, la elección de algunas características del cuerpo, que va desde establecer el color de los ojos y la estatura, hasta incrementar la capacidad en la atención y la memoria en las personas.  Y una última corriente mucho más agresiva propenden por remplazar partes del cuerpo por órganos prefabricados que resistan a condiciones adversas o el paso del tiempo, buscando con ello mayor longevidad o incluso la inmortalidad.

¿Estos cambios radicales planteados por el transhumanismo podrían estar marcando el final del ser Humano como lo hemos entendido hasta el momento? 

Sin ninguna duda, el hombre actual camina por un pliegue de la historia que lo llevará a dar un nuevo paso “evolutivo” de la Humanidad, la transformación del hombre biológico auto-poiético como lo nombrara el biólogo Humberto Maturana, a un hombre máquina, un nuevo ser que impulsado por la tecnología ya no responderá a las mismas preguntas que se había realizado la Humanidad, cuestiones como la búsqueda de la libertad y la felicidad ya serán absorbidas por preocupaciones propias de la máquina tales como la productividad, la eficiencia, la rapidez y la infalibilidad. 

¿Es a su juicio inminente lo que usted ha llamado el punto de no retorno; el paso del homosapien al homomachine? 

 La transformación del hombre biológico en un hombre máquina es una realidad irremediable, en tanto el hombre, ya no sería viable sin el apoyo del objeto técnico.  Y en cuanto al tiempo en que esto ocurrirá, solo dependerá del grado de desprecio que éste el mismo hombre, pueda tener sobre la raza Humana.

¿Desprecio?, ¿usted cree que eso es lo que siente el hombre por la raza Humana?

Sí, eso creo, y para demostrarlo basta leer los postulados de transhumanistas que están conduciendo los rápidos y abruptos cambios, Max More por ejemplo de manera prosaica dice: “Madre Naturaleza, verdaderamente te estamos agradecidos por lo que has hecho por nosotros. Sin duda alguna, has puesto en ello lo mejor de tus fuerzas.  Pero, sin querer faltarte al respeto, en lo que concierne a la constitución del hombre, no siempre has hecho un buen trabajo”, o Nick Bostrom quien se pregunta y a la vez responde “Supongamos que podemos mejorar la condición humana a través del uso de la biotecnología, pero que esto pueda requerir cambiar la condición de ser humano. ¿Deberíamos? El transhumanismo dice que sí”, o la artista Natasha Vita-More quien sentencia que “La humanidad ya no es un imperativo único, sino que lo es, en su lugar, un conjunto multidimensional de formas, figuras y tipos” o para terminar simplemente lo dicho por Ray Kurzweil “El cuerpo humano es un objeto frágil y sujeto a una infinidad de fallos”.

Esto dicen los transhumanistas, unos pocos, pero ¿cuál es la posición de la gran mayoría de personas sobre hacer “mejoras” en el cuerpo y con ello, una transformación según usted radical del devenir de la Humanidad? 

El hombre en general está profundamente confundido, el desconocimiento total del mundo que se está creando lo lleva atientas por un camino sinuoso, uno que a lo mejor no podrá sortear con éxito.  Y aunque apocalípticas puedan sonar estas afirmaciones, son una verdad indiscutible, pregúntese usted, y tomando solo una variable: la del lenguaje, ¿todas las personas en el mundo o al menos una gran mayoría de ellas entienden qué se dice cuando se habla de conceptos como: big data, bitcoin, blockchain, algoritmo, inteligencia artificial, machine learning, singularidad tecnológica, computación cuántica, nanotecnología o biotecnología por nombrar solo algunas?, lo más seguro es que no, ¿cierto? y sin embargo, es justo con estos conceptos con los que se está edificando la nueva realidad, una que solo unos pocos entienden y aún controlan y digo aún, pues en estos momentos podría estar ya materializándose el riesgo advertido por Martín Heidegger, al estar ya entregando la máquina más de lo por el hombre le es solicitado, teniendo con esto la posibilidad de hacer acciones sin la potestad o el control explícito del hombre. 

Podría ser cierto que hay un gran desconocimiento de los nuevos conceptos tecnológicos, pero ¿no sería poco probable que la máquina se salga del control del hombre?, ¿acaso no es éste el que la ha creado y programado? 

La respuesta a esa pregunta es ya difusa, si bien el hombre era quien había creado las máquinas a lo largo de la historia, ahora es una realidad que éstas ya empiezan a tener sus propias construcciones, al crear por si solas algoritmos en virtud de su lenguaje y aprendizaje propio, dando como resultado nuevos desarrollos que no responden exclusivamente a la voluntad de un hombre, un programador, sino ya a una necesidad explicita del objeto técnico, con lo que ese botón de apagado que se tenía para inhabilitar las máquinas y que siempre había sido el seguro del hombre frente a sus creaciones, podría estar rápidamente desapareciendo.

Hablemos un poco del concepto de metarealidad, esa que usted en sus últimos trabajos y ponencias advierte: podría llevar al hombre a un peligroso limbo, a una dislocación.

Los avances de la tecnología no solo han llevado a pensar que se pueden hacer “mejoras” o cambios radicales en el cuerpo biológico, también ha llevado a edificar una nueva realidad desde el mundo que habitamos, una vida paralela a la natural, construida ya en la red, utilizando para ello realidad aumentada e inteligencia artificial.  A través del metaverso o la hiperrealidad, término utilizado entre otros por Humberto Eco o Jean Baudrillard se habrá construido en no menos de 10 años una realidad híbrida, una a la que se podrá acceder ya no con unos lentes VR, sino con solo una instrucción utilizando el parpadeo de los ojos con el cual se activará unos lentes cosméticos conectados en red, en el mejor de los casos a través de un dispositivo electrónico externo, o en un caso mucho más extremo y posible a una antena de wifi ya adherida de manera permanente en el cuerpo humano. 

¿Teme usted que esta metarealidad lleve al hombre a dejar atrás, en el olvido, la preguntas por lo Humano, esas que lo cuestionaban acerca de su papel en la vida terrenal, y que lo motivaban además a buscar respuestas a conceptos como la felicidad o la libertad?

Con respecto a eso, creo que las prerrogativas del hombre hoy son muy distintas a las de hace 30 años, hoy palabras tan Humanas como amor, bondad y empatía, están siendo remplazadas por productividad, efectividad, velocidad y perfección; palabras que deberían ser exclusivas para la máquina, arrinconando con ello el último bastión Humano: lo sensitivo.  Recuerde usted esa escena de la Película Yo Robot, adaptación del libro de Isaac Asimov, en la que el detective Del Spooner interpela a un robot diciéndole algo así como: “Tú no eres más que un arrume de lata, o, ¿es qué acaso tu eres capaz de componer una sinfonía, pintar un cuadro o realizar una escultura en mármol?, a lo que éste, el Robot, sin titubear respondió: ¿y acaso tu eres capaz?”,¿; créalo usted, en estos momentos el riesgo no está en que el hombre termine Humanizando la máquina, el riesgo está en que el hombre termine convertido en una de ellas.

En esta última parte de esta entrevista quisiera que nos hablará sobre cuál es la propuesta de su movimiento aún Humanos, ¿de qué se trata la iniciativa del índice MAP? 

El camino que he emprendido lo enmarco dentro de un metodología  que he denominado: filosofía útil, es decir, la búsqueda de preguntas fundamentales sobre problemáticas reales y actuales de la Humanidad, apropiando para ello conceptos clásicos de las ciencias sociales y Humanas, así como tesis e hipótesis de “ideas” actuales. Para ello he recurrido a la creación de un índice que he denominado MAP por las siglas de los conceptos de Memoria, Autonomía y Poder, con los cuales pretendo realizar una medición anual de cuánto está evolucionando la máquina con respecto al hombre, con la cual se espera motivar una discusión mundial acerca de cuál debe ser el modo con el que el hombre se debe relacionar con el objeto técnico.

Exploremos cada una de las variables que usted propone en su Índice MAP, háblenos del concepto Memoria, ¿Qué tan desigual es la relación hoy de ésta, entre el hombre y la Máquina?

Para 1984 se contaban con memorias externas, disquetes de 3 ½   y 5 ¼  pulgadas, con una capacidad de almacenamiento de 1.44Mb, hoy casi cuatro décadas después, ya no se requieren dispositivos para tener almacenamiento de memoria casi infinita, con la nube, se puede obtener en tiempo real cualquier información, solo se requiere para ello una conexión a internet. Desbordando con ello, por mucho, la predicción de Gordon Moore quien había advertido que el número de transistores en un chip se duplicaría cada dos años.  En estos momentos ya la máquina superó exponencialmente al hombre en su capacidad, no solo de guardar información, sino de recuperarla y cruzarla.

 Es claro que según su teoría ya el hombre, si hablamos de memoria, ya perdió la batalla con la máquina, ¿pasa lo mismo con la variable autonomía?  

La autonomía como capacidad que se tiene para obrar a voluntad puede tener diversas variables: la primera está dada en la posibilidad que ya tiene la máquina para tomar decisiones, lo hacen los aviones que vuelan con inteligencia artificial, algunos carros, drones y esto hablando solo de un sector económico como el del transporte.  La segunda variable está dada en la perdida acelerada de autonomía que está teniendo el hombre.  Hace tan solo unos días en una entrevista de la BBC la periodista española Esther Paniagua especializada en ciencia y tecnología afirmaba que: «Es altamente probable que internet colapse en algún momento y que todo deje de funcionar», y es muy probable que para ese momento el hombre ya tendrá muy pocas habilidades Humanas para obrar a voluntad, pues la dependencia de los output, las respuestas de la máquina será absoluta y las únicas personas que podrían salir rápido adelante son aquellas que sepan trabajar con sus manos y que tengan conocimientos sobre el funcionamiento de la naturaleza y el medio ambiente.

Al parecer ya la máquina ha rebasado por mucho al hombre en estas dos primeras variables, ¿qué pasa según usted con la tercera variable: el poder? 

Esta tercera y última variable que he propuesto para este índice, también admite varias acepciones, la primera está en la definición de poder, dada en la capacidad que tiene alguien o algo de influir radicalmente sobre otro, y en ésta creo que no tengo mucho que explicar con respecto al poder que ha adquirido la suma de la Big data más la inteligencia artificial. Y una segunda variable explicada de manera didáctica, está dada en la pregunta ¿cuántas de las decisiones tomadas a diario por los hombres están mediados por las respuestas entregadas por una máquina?, decisiones que van desde cosas muy simples como vestirse de acuerdo a la predicción del tiempo entregada por un aplicativo en una tableta o tomar la ruta propuesta – o impuesta – por Waze, hasta invertir grandes sumas de dinero por consejo de un algoritmo o decidir sobre un procedimiento médico en virtud de una búsqueda de históricos realizada por un dispositivo de inteligencia artificial. 

En este panorama poco positivo que usted expone, ¿hay alguna posibilidad, algún espacio para la esperanza de la subsistencia de la raza Humana?

Yo esperaría que la respuesta a la pregunta realizada por Martín Parselis acerca de “¿será posible tener otra forma distinta a la que tenemos ahora de relacionarnos con la máquina?”, Yo esperaría que fuera que sí; la humanidad se encuentra en este momento en un cruce de caminos, por un lado está el que responde al ego del hombre, ese que lo invita a ascender e innovar sin medida, sin control de riesgos; y el otro está dado por la virtud y la prudencia, esas a las que incitaba Aristóteles al invitar a los hombres a separarse de los extremos y los absolutismos, y obrar solo después de haber reflexionado lo suficiente. En este sentido el llamado es a ralentizar un poco la vida, promoviendo acciones que lleven a moderar el ímpetu Humano y su accionar destructivo frente al hombre, pues a pesar de lo débil, los fallos y los fracasos que se han tenido como colectividad biológica, aún quedan preguntas fundamentales por responder que créame vale la pena insistir en su búsqueda, pues a pesar de todo lo planteado en esta charla, los hombres todavía ostentamos la no despreciable categoría de ser Aún Humanos.

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