El retroceso en materia de seguridad en Medellín es bastante visible y palpable, pues la gran mayoría de indicadores demuestran que las diversas actividades delictivas han tenido un aumento en la ciudad, afectando a los habitantes y turistas. Se ha creado un ambiente de falta de autoridad y desconfianza en el territorio.
Si miramos, por ejemplo, las cifras de robos de vehículos, encontramos que, en comunas y corregimientos como el Doce de Octubre, Santa Elena y Altavista, se han incrementado en más de un 100%. También en La Candelaria ha subido un 59% y un 41% en San Javier. En su conjunto, el promedio de robo a vehículos es el más alto en los últimos 9 años.
De igual forma, el hurto específico de motocicletas ha tenido un aumento exponencial en todo el territorio: Altavista 1000%, Santa Elena 600%, Palmitas 300%, Laureles 94%, San Antonio de Prado 89%, Belén 59%, Popular 58%, La América 52%, El Poblado 52%, San Javier 51%, Candelaria 33% y Santa Cruz 31%.
Según información de estudios realizados por la Universidad EAFIT, hasta 150 mil negocios y hogares en Medellín serían víctimas de extorsionistas, aunque solo se presenta una media de 400 denuncias al año por este delito. Es decir, se presenta un subregistro, y la razón es que se ha perdido la credibilidad en las instituciones y porque la ciudad está siendo cogobernada por estructuras delincuenciales organizadas.
Tal vez uno de los pocos indicadores que tiene números positivos es el de la reducción de homicidios, y aunque el alcalde Daniel Quintero saca pecho la verdad es que esto obedece a unas políticas públicas de largo plazo. Este fortalecimiento institucional ha permitido que sin importar la administración se han venido presentando resultados a lo largo de los años, y no solo en este último cuatrienio.
Sin embargo, es menester decir que, poco o nada se ha hecho durante la actual administración para contrarrestar las modalidades delictivas en la ciudad; la innovación más grande ha sido un robocop que produce más titulares que resultados.
Debemos integrar la tecnología a la política criminal en Medellín, buscando día a día más herramientas para combatir la delincuencia, perseguir las rentas criminales e individualizar a quienes rompen la Ley para poderlos judicializar, porque de nada sirve encerrar a los criminales sino se cuenta con el suficiente material probatorio para mantenerlos en las cárceles.
Es sencillamente ilógico que Medellín siendo distrito de Ciencia y Tecnología, no implemente estrategias que combinen los desarrollos tecnológicos con la fuerza disponible en el territorio, pero esta tarea le quedará al próximo alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, quien sí ha demostrado talante para combatir las estructuras delictivas y conocimiento para desmantelarlas.
Pero no basta con tener un alcalde que le cree a la seguridad, ya que debemos tener una armonía institucional con las diferentes entidades administrativas, como los son las otras alcaldías del Área Metropolitana, y más importante aún, con la Gobernación, ya que los Grupos Delincuenciales Organizados -GDO-, no solo obtienen su renta de la ilegalidad en el Valle de Aburrá, sino también de las diferentes subregiones de Antioquia, por lo que es indispensable que el próximo mandatario regional le crea a la seguridad y a la institucionalidad. En ese sentido y por su experiencia sobresaliente en términos de seguridad y lucha contra las casas de vicio en la ciudad de Rionegro me atrevo recomendarles a los antioqueños, que en estas próximas elecciones le den su voto de confianza a Andrés Julián Rendón, entendiendo que la sinergia es vital para derrotar de una vez por todas al crimen organizado.
Finalmente, quisiera concluir con una reflexión sobre la ideologización del concepto de seguridad, pues argumentos falases lo ubican dentro de un discurso de extrema derecha, cuando en realidad es un valor democrático independiente del hemisferio ideológico que lo profese, tanto así que es la piedra angular de las sociedades modernas y del llamado Estado de Derecho que garantiza las libertades individuales de todos nosotros.
Sin seguridad y sin justicia, la paz solo es un discurso vacío.
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