Desde algún gobierno colombiano, ninguno en particular, las decisiones políticas, internas, relacionadas con el administrativo o no; han afectado la capacidad adquisitiva individual del ciudadano respecto al dólar. Los economistas prudentes y educados en diferentes academias alrededor del mundo han asegurado que la profesión del economista es más bien la futurología. Justo ahora, no buscó ni creo que buscaré desprestigiar una disciplina que tiene el potencial de beneficiar al mundo. Sin embargo, Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo aseguran que, por lo multivariable de las dinámicas económicas, no se puede asegurar con precisión los efectos positivos o negativos de las decisiones macroeconómicas.
Es por eso, que inicialmente establezco “desde algún gobierno colombiano” no como reprochable a unos o uno en particular (aunque seguramente si han incidido de alguna manera), sino más bien como una unidad de tiempo (cuatro años) demarcada por el periodo de gobierno. Siendo, así las cosas, desde el sábado 15 de julio hasta el 31 de julio del 2023 el dólar bajo 180 pesos continuos, dándole fortaleza a Colombia cómo economía emergente y recuperando el poder adquisitivo individual que alegué con anterioridad; desde el 31 de julio hasta el 3 de agosto del 2023, el dólar se valoró contra el peso (alrededor de los 180 pesos)
Políticamente hablando, muchos analistas aseguraron que es la demostración de la confianza mundial en el gobierno Petro; así como en el periodo Duque (2018, 2022) se aseguró que la desconfianza en dicho gobierno generó una huida generalizada de capitales extranjeros y por lo tanto una devaluación de la moneda.
No quiero alarmar (y contribuir a la venta acelerada de papel higiénico) y a la polarización política de la que hemos sido víctimas desde hace un par de lustros. Lo que busco, desde la incertidumbre económica y desde la futurología (sin ejercerla) es calmar el afán público causalista (a veces avivado por la prensa amarillista y sedienta de pautas publicitarias) que busca asegurar que un gobierno, más bien la cabeza administrativa de un gobierno es quien puede favorecer los indicadores macroeconómicos y por tanto la vida en relación de cincuenta millones de personas que se identifican como colombianos.
Gustavo Petro, es la expresión de ese gobierno personalista que puede ser bifocal, es decir o muy bueno o malo. Considero, sin afán de hacerle campaña y ejercer el derecho de opinión, generalizado y proselitista comúnmente entre la ciudadanía y los periodistas; que, su intención política es divergente, y el cambio (contra el razonamiento popular) es positivo. Eso no quiere decir que hay que aceptar su acción u omisión como alto funcionario público; quiere decir más bien, que como en India, una intención política, y las reformas pertinentes pueden ser la articulación necesaria para aplicar cambios estructurales y beneficiosos, respeto del criterio de felicidad individual.
La experiencia economía, más practica que teórica nos enseña que es difícil predecir el destino de la economía. Sin embargo, el amarillismo y el radicalismo político son nocivos para el haber social. Las buenas políticas pública focalizadas y estructuradas en mejorar la condición de vida humana, y eso no es (contrario a la opinión de la plutocracia) en beneficio del 10% más rico (economía de filtración); pueden hacer la diferencia y legitimar al Estado y a los buenos gobiernos. Colombia solo es una, y los muchos partidos políticos no demuestran lo contrario. La polarización es el efecto de un ejercicio desproporcionado e irracional, que jamás beneficiará al pueblo.
Gracias por leerme.
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