“No puedo creer que algunos grupos que se dicen respetar la libertad de expresión y de opinión hagan una campaña ponzoñosa contra un candidato que les dijo su opinión personal sobre un tema en particular. Los candidatos ofrecen unas ideas y los ciudadanos eligen libremente si lo apoyan o no.”
Entre los siglos XII y XIX en todo el mundo se realizaron actos de barbarie contra personas que osaran pensar diferente, en aquellos años, las personas eran señaladas de herejes y traidores a la “iglesia católica” y a las encíclicas que desde Roma profería un viejo prostático y aburrido que creía que el mundo estaba amenazado por quienes, según él, iban en contra de la doctrina católica.
En nuestro siglo, el siglo XXI, todavía quedan vestigios de lo que se llamó la inquisición. El abogado y escritor chileno-alemán, Axel Kaiser, ha denominado como “la neoinquisición” a las diferentes formas y maneras en que la izquierda ha señalado a quienes no seguimos sus doctrinas amañadas y ponzoñosas y que buscan perseguir y censurar a todo aquel que piense diferente o que proteste de algún modo.
Estoy de acuerdo con Kaiser, pero añadiría que en nuestro tiempo no solamente la izquierda quiere acallar las voces que se pronuncian en contras de sus ideas. A mi pesar también por el lado de la derecha existen rastros pronunciados en el que el dedo inquisidor también lo abalanzan sobre quienes pensamos de manera critica.
No me extraña que muchos adulones de la derecha política también practiquen las formas sucias y dañinas que utiliza la izquierda para, por ejemplo, denigrar del contrario, del interlocutor o del crítico. Se han convertido en los nuevos inquisidores que, aunque ya no utilizan el fuego para quemar a sus “enemigos” utilizan un nuevo artefacto que hace las veces de la candela.
Las redes sociales en nuestro mundo son buenas, por un lado, pero son perversas por otro lado, y que lo malo funciona con mayor rapidez que lo bueno y, por supuesto, en un mundo tan degenerado lo malo es lo que vende y lo que la gente le gusta ver.
Por eso ad portas de iniciar las campañas formales para los edilatos, concejos, alcaldías y gobernaciones las redes sociales están crispadas y alborotadas en torno a candidatos y en ese sentido hay un mar de opiniones, comentarios, insultos y calumnias por doquier.
Me concentraré en los candidatos a la Alcaldía de Bogotá, donde ya más o menos se tiene claro quienes serán los candidatos para la contienda electoral y muchas “bodegas” sobre todo de Twitter están llamándolos para que acepten entrevistas y conocer sus posiciones y sus planes de trabajo.
No puedo creer que algunos grupos que se dicen respetar la libertad de expresión y de opinión hagan una campaña ponzoñosa contra un candidato que les dijo su opinión personal sobre un tema en particular. Los candidatos ofrecen unas ideas y los ciudadanos eligen libremente si lo apoyan o no.
No estoy de acuerdo que emprendan una batalla insidiosa contra un candidato solamente porque no piensan como ellos o porque buscaban que él les dijera lo que querían escuchar. Esos grupos son unos parásitos de la democracia, en vez de fortalecerla la están acabando y le están propinando una herida mortal.
Esas personas tienen alguna “influencia” en la opinión a través de sus redes sociales y cuando ejercen un ataque frontal y sin piedad contra algún candidato, primero lo están colocando al escarnio público y segundo, así como en la inquisición, lo están condenando por “hereje” y en consecuencia debería perder, es más, probablemente piensen, que tal o cual candidato no debería siquiera participar porque, según ellos, no se lo merece.
Así las cosas, las elecciones a la Alcaldía de Bogotá estará colmada de inquisidores que se creen el faro moral de la sociedad y que en vez de decir que no comparten ciertas ideas lo que hacen es entrampar a un candidato y desnudarlo ante la opinión pública para que otros inquisidores, estos más peligrosos porque so fanáticos, lo despellejen y lo acaben con infamias y calumnias.
Bogotá debe elegir al mejor alcalde, que ejecute el presupuesto y ayude al mejoramiento de la calidad de vida de las personas. En lo personal no votaré por el candidato de la izquierda, pero quienes defendemos la democracia, las libertades individuales y las instituciones debemos escucharlo y escuchar a todos los candidatos.
Creo que las campañas políticas no se hacen hablando mal del contradictor, sino presentando las propuestas y las alternativas a los problemas, de otra forma Bogotá estará condenada al atraso y al totalitarismo.
¡No a los Neo-Inquisidores criollos!
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