“Cambiaria las flores y las felicitaciones de esta fecha por una vida llena de respeto, donde no se transgredan mis derechos.”
Cada letra que compone esta columna ha salido de mi alma cargada de profunda tristeza e indignación. Inicialmente intente sin ningún éxito ignorar lo sucedido, pero, reconsidere mi postura frente a esto y decidí no callar más. En la IES donde realizo mis estudios de pregrado en Derecho, se efectuaron una serie de actividades en conmemoración del Dia Internacional de la Mujer; charlas de cultura, maquillaje, asesoría de imagen y estilo. No mentiré, realmente las disfruté, además las charlas enriquecieron mi conocimiento respecto a los hechos que precedieron los derechos de los que hoy gozo.
Sin embargo, me parece inapropiado que en una institución donde se han visto vulnerados esos derechos a los que justamente se les estaba haciendo remembranza, hayan decidido enseñarnos a perfilarnos las cejas, en lugar de crear un espacio donde pudiéramos hablar abiertamente de esas lamentables situaciones a las que nos hemos visto expuestas y de la apatía manifestada por las autoridades pertinentes al momento en el que remitimos nuestras denuncias. Esto es sencillamente, revictimización.
El 8M somos las personas más especiales de toda la creación, pero al día siguiente volvemos a ser violentadas, menospreciadas y cosificadas. Cualquier sujeto se siente con la autoridad de mirarnos de la manera más descarada que le sea posible, tocarnos, hacernos insinuaciones sexuales, con la plena seguridad de que no tendrá ninguna clase de repercusiones, ya que, aunque es casi un lema del plantel la frase ‘no se queden calladas, denuncien´, a voz bajan nos dicen que desistamos de hacerlo porque nunca le han dado mayor importancia al acoso sexual, y no lo van a hacer por nosotras.
Cambiaría las flores y las felicitaciones de esta fecha por una vida llena de respeto, donde no se transgredan mis derechos.
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