“Decir que el suroeste antioqueño sólo tiene como vocación la agricultura y que esta debe ser la única actividad económica que se desarrolle, es desconocer las otras actividades que han impulsado el desarrollo y competitividad de esta región”.
Cuando el presidente Petro visitó por primera vez Jericó en noviembre de 2021, era candidato presidencial. De hecho, fue el único candidato que estuvo presencialmente en esta localidad y a sabiendas de que este municipio históricamente ha sido conservador y que la mayoría de sus votos han ido a parar a ideologías totalmente contrarias a las del hoy primer mandatario de la República. Su presencia en Jericó era completamente simbólica: demostrar que sus ideas podían ser escuchadas y que además iba a tomar las banderas de un sector que no está de acuerdo con la minería en esta zona. Así lo reconoció el 3 de febrero en Málaga, Santander (ver discurso) “Acabo de venir de Jericó, una zona regoda (sic) donde mi principal aliado es el Obispo”.
En la segunda vuelta presidencial, en Jericó, el hoy presidente Petro obtuvo 1.407 votos (21,9%) frente a los 4.851 (75.7%) de su contrincante Rodolfo Hernández. En Támesis, municipio vecino de Jericó y que también se debate sobre el desarrollo o no de la minería, la tendencia fue similar: Rodolfo Hernández logró 5.998 votos (72%), y el presidente Petro 2.134 (25.68%).
No se puede relacionar que la gente que votó por Hernández apoya la minería en la región y que la que lo hizo por Petro la rechaza. Conozco personas que votaron por Petro y a la vez apoyan proyectos mineros como Quebradona y a la inversa con Hernández; sin embargo, lo que se desconoce en el debate que plantea el presidente Petro es que el suroeste antioqueño, incluso desde su fundación, ha tenido relación con la actividad minera. La mina de oro El Zancudo de Titiribí, puesta en funcionamiento en el siglo XIX, fue una de las más grandes del país. Fredonia debe su nombre al ingeniero de minas Tyrell Moore quien sugirió la palabra inglesa “Freedom” para el municipio, por su significado de libertad. Este municipio aparte de ser uno de los principales cultivadores de café de la subregión, tiene minería de carbón. Una de sus veredas lleva por nombre “La Mina”.
Otros como Andes que también son grandes cultivadores de café, hacen minería de oro en su corregimiento Santa Rita, en Santa Bárbara explotaron caliza por muchos años, en Angelópolis siguen aprovechando su carbón que es parte de su historia. Sus fiestas tradicionales llevan por nombre las Fiestas del Mineral.
Decir que el suroeste antioqueño sólo tiene como vocación la agricultura y que esta debe ser la única actividad económica que se desarrolle, es desconocer las otras actividades que han impulsado el desarrollo y competitividad de esta región como la minería, el turismo, la infraestructura, el comercio, monocultivos agroindustriales. Esta semana el ambientalista Juan Pablo Ruiz Soto tituló su columna en El Espectador (ver) Turismo y petróleo: complementarios no sustitutos. Hace un llamado para que “los nuevos recursos (turismo) no son para sustituir, sino para incrementar y complementar los recursos generados por la exportación del petróleo”.
Es muy válida la promesa del presidente Petro de crear un distrito agrario en el suroeste, pero sin cercenar las demás actividades económicas que generan empleo digno y dinamizan la economía, entre más oportunidades y diversidad económica, mejor para las comunidades. En lugar de ver actividades como excluyentes, deberíamos verlas como complementarias y velar, eso sí, porque se desarrollen con responsabilidad. No podemos darnos el lujo de poner los huevos en una misma canasta y menos con la diversidad de recursos con los que contamos.
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