«Ahora surge la propuesta de que el Ejército de los Estados Unidos prácticamente invada México para combatir a los cárteles de las drogas”.
En medio de un entorno internacional convulsionado y con una creciente polarización de ideas supremacistas en algunos sectores radicales, ahora surge la propuesta de que el Ejército de los Estados Unidos prácticamente invada México para combatir a los cárteles de las drogas.
Esta iniciativa fue presentada por los congresistas Dan Crenshaw y Michael Waltz, legisladores de Texas y Florida respectivamente, en donde en términos generales, piden la aprobación del Congreso para que el Ejército de Estados Unidos pueda actuar en contra de estos grupos en propio suelo mexicano.
Esta iniciativa tiene un nombre tan raro como su origen mismo. La llamaron “Autorización para el Uso de las Fuerzas Militares para Combatir, Atacar, Resistir, Tener en la mira, Eliminar y Limitar la influencia de las organizaciones delictivas” (AUMF CARTEL Influence Resolution por las siglas en inglés).
Dada la rareza de la propuesta, en realidad había pasado desapercibida hasta que William Pelham Barr, exfiscal general de los Estados Unidos durante el gobierno de Trump, escribió un texto para The Wall Street Journal, donde no solo apoyaba esta iniciativa, sino que incluso crítico al presidente de México y dijo que protegía a los grupos criminales.
“En realidad, AMLO no está dispuesto a tomar medidas que desafíen seriamente a los cárteles. Los protege invocando constantemente la soberanía de México para impedir que Estados Unidos tome medidas efectivas”, escribió Barr.
Desde su perspectiva, la única manera de derrotar a estos grupos criminales, es a través de “un esfuerzo estadounidense mucho más agresivo dentro de México” con la presencia de las fuerzas militares.
La iniciativa de los republicanos intenta combatir principalmente a los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG), quienes son los líderes productores y distribuidores de fentanilo en Estados Unidos.
Pero en su lista también incluyen al cártel del Gofo, Los Zetas, cártel del Noreste (CDN), cártel de Juárez; cártel de Tijuana o de los Arellano Félix (CAF); cártel de los Beltrán Leyva; la Familia Michoacana y los Caballeros Templarios.
López Obrador reaccionó en su usual tono irónico a esta situación y dijo que esto no es más que propaganda electoral y aseguró que las intenciones de invadir a México no tienen ningún sentido.
AMLO dijo que no se puede permitir siquiera que se utilice la fuerza militar para combatir a los grandes cárteles y volvió a refrendar su estrategia de seguridad basada en “abrazos y no balazos”, ya que dijo es un pacifista y que el uso de la violencia no va resolver el problema de narcotráfico en México.
López Obrador aseguró que la propuesta de que el ejército estadounidense invada México, solo hace “apología de la violencia” y desde su perspectiva, esto es un error ya que no se puede “apostar a guerras ni a masacres para solucionar el problema” de tráfico y consumo de drogas.
Hasta hace unos años y sobre todo antes de la invasión de Rusia a Ucrania, este tipo de propuestas parecían una locura, eran impensables en un entorno diplomático robusto y en donde las directrices para mantener la paz y estar alejados de los conflictos militares, se basaban en el respeto pleno de cada país.
Paro ahora es diferente y un factor que hace que esta propuesta de los congresistas republicanos se vuelva realmente peligrosa, es la alta posibilidad de que regrese Donald Trump a la Casa Blanca, lo que generaría nuevamente el impulso de los grupos ultra conservadores y supremacistas, que seguramente apoyarían una invasión a México sin ningún tipo de dudas.
En realidad no es fácil dimensionar lo que esta propuesta de invasión a México pueda acarrear, tal vez (al menos eso sería lo mejor) quede en el olvido en el Congreso estadounidense, pero también existe la posibilidad de que tome impulso, que gane adeptos del ala extremista republicana y que se convierta en la bandera ideológica para las elecciones presidenciales de 2024.
Lo cierto es que el solo hecho de que ya esté haciendo ruido y que haya provocado reacciones al más alto nivel del entorno político y mediático tanto en México como en los Estados Unidos, no es nada bueno.
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