Las redes sociales son un terreno en disputa

Ante las críticas a estas plataformas, en gran medida razonables, lo que necesitamos no es retroceder y abandonar, sino participar y polemizar estos espacios, generando una reapropiación por parte de las mayorías hacia estas nuevas formas de interacción humana donde se están produciendo y distribuyendo lo que valoramos y somos como sociedad.


Alrededor de 4.7 mil millones de personas en el mundo usan redes sociales[1]. Estas formas tecnológicas de interacción humana han dejado de ser algo desconocido y lejano para ser algo absolutamente popular y plenamente cotidiano en la vida de millones y millones de personas. El mundo se ha adaptado a estos nuevos escenarios virtuales y ahora gran número de interacciones sociales se realizan por estos medios, desde las conversaciones diarias, el comercio, diversión, y hasta delincuencia.

Al combinar la masividad y los altos niveles de consumo, junto con la criticada banalidad y lo superfluo de gran cantidad del contenido allí presente, se ha consolidado un imaginario de estos espacios como un mero entretenimiento, un simple ocio, distracción y hasta una pérdida de tiempo a partir de ciertas cantidades de uso para algunos. Incluso producciones como el exitoso “El dilema de las redes sociales”, señala cómo estas redes pueden llegar a manipular a sus usuarios y crear adicciones junto con otras afectaciones psicosociales. No obstante, en medio de las polémicas que desatan estas plataformas y su uso, se suele ignorar el conflicto y tensiones que allí subyacen, junto con las posibilidades que está implicando la vida en estas ciber-comunidades.

En primer lugar, uno de los aspectos que contribuye a que las redes sociales sean consideradas una forma de entretenimiento o pérdida de tiempo es el carácter unilateral en la producción y distribución de sus contenidos. Sabemos que son pocos los usuarios que producen contenido a nivel masivo para demás usuarios, mientras que la gran mayoría de cuentas se limitan a recibir e interactuar (likes, comentarios, compartir, etc.), o como mucho a generar contenido para su círculo social más próximo: el número promedio de seguidores de un usuario de Instagram son 150, mientras que las principales cuentas de esta red en particular poseen más de 300 millones de seguidores[2]. Esto es un reflejo de cómo la mayoría de contenido que se consume en redes es usualmente producido por unas pocas cuentas mientras que la gran mayoría se limita a recibir y consumir.

Una de las características que señalaba Guy Debord en La Sociedad del Espectáculo es precisamente ese carácter de unilateralidad de la información producida. Son unas pocas voces aquellas que son escuchadas por millones, mientras que el mayoritario resto de usuarios solo poseen voz mediante likes o comentarios que se pierden en el océano de reacciones de otras cuentas con voces de igualmente pequeñas. Esta disparidad en la distribución de contenido y de posibilidad de ser escuchados genera masas de consumidores pasivos y silenciados dada la estructura en que se encuentran. Y mientras las voces sean unidireccionales y solo unos cuantos puedan ser escuchados, se pierde mucha de la posibilidad de disputar y confrontar el contenido producido y distribuido en las redes sociales, al igual que los ideales y principios promovidos por estos.

Todo lo que circula en redes son mensajes y símbolos: videos, textos, imágenes, memes, fotografías, etc. Desde finales de la década de 1920, el lingüista Valentín Volóshinov, proponía que el significado de todo símbolo siempre puede ser disputado, y en la medida que solo sean unas cuentas voces las que dicten y signifique las cosas en el escenario (ciber)social, este tipo de espacios pierden pluralidad y producen pasividad en las mayorías.

En la actual fase de capitalismo cognitivo que estamos viviendo, la atención es uno de los recursos más valiosos que existen, especialmente en los escenarios virtuales. Por la forma en que estamos interactuando en las principales plataformas digitales, es evidente que la atención de muchos está en muy pocas manos, las cuales están siendo las encargadas de (re)producir, no solo contenido, sino ideas y valores a millones de personas, y dada la estructuración de estos ciberespacios, los ideales y las implicaciones que circulan en algunos de los mayores medios de comunicación que poseemos actualmente no están siendo debidamente cuestionados ni disputados.

La reflexión aquí planteada no es de ninguna manera un llamado a abandonar las redes sociales, todo lo contrario, es una invitación a hacer una participación tan consciente que permita tomar estos espacios para una interacción social más plural y menos unidireccional. Es un llamado a que las redes sociales dejen de ser una simple forma de distracción o entretenimiento a ser una esfera de lo social donde podamos tener mayor autonomía y participación en el contenido e ideas que circulan y se promueven tanto en lo virtual como en lo real.

Y es que pensar en abandonar estos espacios digitales sería tan propositivo como pensar en remplazar las bombillas eléctricas por velas de cera. Ante las críticas a estas plataformas, en gran medida razonables, lo que necesitamos no es retroceder y abandonar, sino participar y polemizar estos espacios, generando una reapropiación por parte de las mayorías hacia estas nuevas formas de interacción humana donde se están produciendo y distribuyendo lo que valoramos y lo que somos como sociedad.

El 4 de enero de 2019, la imagen de un huevo en Instagram se propuso a romper el récord en aquella plataforma de mayor cantidad de likes que poseía en su momento Kylie Jenner con 18 millones. A la fecha, la foto del huevo sigue siendo la publicación con más likes de Instagram, con más de 56 millones. Hoy en día, la gente cuenta con los medios tecnológicos necesarios para que sus voces sean escuchadas y puestas por encima de los ideales propuestos por unos pocos, lo único que hace falta es poner en disputa el uso que hacemos de las redes sociales.


[1] https://www.hypebot.com/hypebot/2022/10/5-new-social-media-statistics-that-will-surprise-you.html

[2] https://www.hashtagsforlikes.co/blog/instagram-followers-how-many-does-the-average-person-have/

Juan David Montoya Espinosa

Economista y politólogo de la ciudad de Medellín, interesado por los temas sociales alrededor de la justicia, la desigualdad y la subjetividad capitalista; consciente del compromiso social que tengo, no solo por mi formación en las ciencias humanas, sino como ser humano que se construye y proyecta en la sociedad.

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