El pasado domingo se hizo en Medellín “The Color Run” iniciativa que surgió en los Estados Unidos en cabeza de Travis Snyder y que busca la unidad familiar, la integración entre sus participantes y la interacción entre todas las personas que se ven envueltas en su recorrido, por una mancha de colores que no permite distinción de clases, razas o credos, una experiencia llamativa sin lugar a dudas que desde 2012, se esparce por las principales capitales del mundo.
Una jornada cargada de momentos felices para sus participantes, me alegra enormemente que este tipo de iniciativas se realicen en mi ciudad, quise participar en la carrera pero ya las inscripciones estaban agotadas “Qué Pesar”.
Sin embargo fue mucho lo que medité sobre el particular y fueron varias las ideas que se me atravesaron, un evento que no comulga para nada con su objeto de unidad, estamos en Medellín, Colombia, una ciudad con serias distinciones sociales, en la cual estos certámenes marcan con mayor fuerza el distanciamiento de sus habitantes , 50 mil pesos de inscripción y que su recorrido haya estado suscrito en una zona donde los estratos sociales son de calidad media alta, ratifican que hay claramente dos ciudades en una, la de los que viven entre el Poblado hasta Belén y del Centro hasta Envigado y la de los medellineses que van a estos lugares a trabajar y regresan a sus casas en la periferia en bus, metrocable o su moto particular; también es de distintos ciudadanos, los ricos, los pobres, los de clase media, los que corren por la riqueza huyéndole a las deudas y los pobres que aparentan ser ricos y no lo son, un verdadero carnaval de matices, una real carrera de colorantes.
¿Dónde está Antioquia la más Educada y la Medellín como Ciudad Más Innovadora del Mundo? trayendo copias de otros países bajo un concepto que nos desune, yo quiero ver una caminata entre barrios que me lleve en su recorrido a San José La Cima 1 y 2, Campo Valdés, El Playón de los Comuneros y La Avanzada, una jornada que le permita al habitante de la Transversal Superior conocer su ciudad sin miedo alguno y al habitante del Picacho, La Toma y Kennedy, acercarse al Parque Lleras y visitar el Museo El Castillo, sin sentirse discriminados por su nombre o la falta de dicción en su forma de hablar.
Estoy seguro que si abrimos los cerrojos de los barrios de Medellín y logramos intercambiar experiencias entre todos, con algún tipo de actividad, sea deportiva, cultural o de índole empresarial, que convoque sin distinción y de manera masiva a sus habitantes, podemos mitigar el desempleo, con planes padrino de empresarios que verían interés en apoyar iniciativas comunitarias, también romperíamos las barreras culturales para enriquecernos de las experiencias individuales, lograríamos acercarnos como un todo al prisma, dándole la importancia a cada ciudadano, ya sea negro, blanco o albino, adinerado o no, como sujeto con sentido de pertenencia de nuestra sociedad.
Mirarnos, reconocernos y entrelazarnos como una sola ciudad, es lo que tenemos que procurar para entendernos, esta labor no es sólo de la municipalidad, es de cada uno de nosotros, al no juzgar a los demás eliminando los calificativos clasistas y respetar al otro como parte activa de la sociedad, hacemos una sociedad más humana, una verdadera Medellín, como “un Hogar para la Vida”

Estudiante de Comunicación y Relaciones Corporativas de último semestre, Gerente de Grupo Nueve Once, Logística y Eventos, miembro de la agencia de periodismo La Lupa, que cuenta con un programa radial todos los sábados a las 9:30 am en los 1.470 de Todelar.
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