Era solo un perro
Ojos de gozo en las bienvenidas
¡Alegría, alegría!
Lengua un poco tosca, amorosa
Ojos de mirar más allá del exterior
A veces jugábamos a la cacería
En la cama erigida en campo abierto
Le escondía un conejo imaginario
En una enorme sábana de algodón
Y entonces su cara (sí, los perros tienen cara)
Era la de un remoto lobo frio
Ahora me corretea por el pasillo
Me alcanza en un dos por tres
Y ríe (sí, los perros también ríen)
Coro de alegría como en Beethoven
Escuchaba la Novena con atención
(Los perros gustan de la música)
Y se concentraba ante el violín de Menuhin
Y, claro, tenía reflejos condicionados
Pávlov hubiera gustado de mi perro
Quizá haya sido el enamoramiento
O eso que llaman sintonía
Le entendía y me entendía…
Éramos dos en uno
A veces, el más animoso era yo
Siempre él estaba dispuesto a la sonrisa
(ah, sí, los perros también sonríen)
Usted me dirá: “solo era un perro”
Y yo le diré: “sí, que sabía del amor”
Qué palabreja gastada y sin sentido
Él era el amor y la palabra viva
“Qué cursi es tener un perro”, me dirá
“No, es un modo de la amistad”, le diré
Tenía un nombre y un espacio en el mundo
Me entendía y lo entendía
Aunque él sabía más lenguas y más sentimientos
Era solo un perro contento y aburguesado
Dueño de la casa, aunque mataba el ojo
(Los perros también guiñan el ojo)
Además, cantaba, los perros también cantan
Este, que se ha ido, era solo un perro
Usted me lo dirá, sin entenderme
Un perro se va y la soledad nos aplasta
Que no es mala, pero no agita la cola
Ni salta a las piernas ni te lame la cara
La soledad, verá, es un perro que no está
Era solo un perro que sabía querer
y ahora ¿a quién le contaré mis historias?
Y quién las escuchará con ojos tan abiertos
Acepto. Era solo un perro que se ha muerto.
(A Ana Isabel, que se le murió su perro)
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