Como reflexión acostumbrada para estas épocas de final de año, es clásico ver reflexiones mocosas y llenas de lloriqueo y con exceso de pensamientos positivos, que si bien deben decirse, nos alejan del realismo político y de la vida si se usan con exceso. Más que una invitación a votar por x o y, es una reflexión de que nuestros antivalores adoptados como sociedad pueden llevar al país a una debacle si nos seguimos perdiendo como sociedad en el peor de todos nuestros males: la cultura de la envidia.
“La caída del poderoso nos parece decreto de la providencia, porque regocija nuestra envidia”.
“Madurar no consiste en renunciar a nuestros anhelos, sino en admitir que el mundo no está obligado a colmarlos”.
Nicolás Gómez Dávila, filósofo y políglota colombiano cofundador de la Universidad de los Andes (Cajicá, Cundinamarca 1913- Bogotá D.C. 1994)
Las alusiones en la cultura popular colombiana a la envidia son bastantes, incluso se atribuye al gran ciclista de Fusagasugá Lucho Herrera una de esas “máximas” que se vuelven tan patéticas cuando se repiten hasta el cansancio por parte del colombiano promedio: “En Colombia la gente se muere más de cáncer que de envidia”. Pero, en algo se tiene la razón cuando producto de la indignación pronunciamos ese refrán: los antivalores no son solamente de afectación individual o a núcleos sociales pequeños, sino que son armas de destrucción masiva para las sociedades y para los Estados-Nación.
Sin entrar en honduras conflictivas desde lo teórico que darían para la hechura de una tesis de pregrado o posgrado de teología, sociología o historia; hay un consenso casi unánime en que el Imperio Romano entró en decadencia total cuando se perdieron sus valores fundamentales e identidad nacional al diluirse en la integración con los pueblos conquistados a nivel religioso y cultural -como estrategia para evitar rebeliones-. Se culpaba a la naciente religión del cristianismo que fue perseguida por más de tres siglos, posteriormente a las sucesivas invasiones de los pueblos bárbaros provenientes de las fronteras nórdicas, celtas, del norte de África y Asia. Dichas discusiones, en esta época con el surgimiento del neopaganismo -en especial el movimiento de la Wicca en sus diferentes variables- han resurgido y están siendo el combustible ideológico para los totalitarismos nacionalistas y neofascistas que están surgiendo actualmente con gran fuerza en Europa.
Pregunta capsiosa: ¿Roma no caería por la envidia de sus pueblos alrededor?
No vayamos tan lejos en el tiempo ni la geografía: A la Cuba de antes de 1959, a esa que llegó a tener uno de los índices per capita más altos de América, con una moneda de valor similar y a veces mayor que el dólar americano, que tuvo primero que muchos países de América del Sur televisión, radio, automóviles, construcciones modernas y tecnologías agrícolas e industriales de primer nivel en su tiempo, eran la envidia de muchos países, entre ellos México y la República Dominicana dominada por el dictador Trujillo hasta 1961 cuando es asesinado. Cuando incursionan los comunistas al mando de Fidel Castro el 31 de diciembre de 1958 en La Habana, dicho acto fue parte de una estrategia política jugando con la emocionalidad que en la cultura caribeña despierta el cambio de año -mayor incluso que las fiestas de Navidad-; así, teniendo la alegría natural de su pueblo y la atención de los medios de comunicación del mundo que rechazaban la inocultable corrupción y desorden del gobierno totalitario de Batista, celebraron con júbilo dicho cambio violento de poder, con su acelerado paso a la implantación del socialismo.
Segunda pregunta capsiosa: ¿Fue eso un acto de altruismo?
La respuesta es No. Curiosamente después de la toma comunista de Cuba, paralelamente México y República Dominicana pasando por duros períodos y transformaciones sociales -los primeros por cambios abruptos y violentos navegando en la Guerra Fría en una hegemonía absoluta de un partido político por más de setenta años; y los segundos pasando por una invasión armada de los Estados Unidos, un gobierno dictatorial “democrático” de doce años- hasta convertirse en el referente latinoamericano de destinos turísticos hasta la actualidad.
El apoyo al régimen castrista que mostraron esos dos países fue producto de llevar a cabo un plan donde la envidia y la mala fe, ayudarían a que su rival comercial más fuerte de la región saliera de circulación para abarcar más mercado para ellos. La inteligencia no es una película de James Bond, se usa todos los días y en todos lo ámbitos sociales.
A manera de conclusión: Colombia el próximo año, en serio va a pasar por el período electoral más importante en los últimos cuarenta años. Elegir un buen gobierno no es solamente elegir presidente, sino un buen Congreso, con gentes que hayan construido tejido social de manera positiva, que tengan experiencia y que, además, sean cercanos a la gente. Y sobre todo, que no fomenten discursos de la envidia, el resentimiento, el odio o la exclusión a determinadas personas, clases sociales o regiones.
¡Feliz Año Nuevo 2022!
Posdata: Mis votaciones:
-Senado: Lorena Angarita #34 Centro Democrático. Representa lo que he descrito en esta columna
-Cámara de Representantes Bogotá: Tulia Saenz Madariaga #111 Nuevo Liberalismo
-Presidencia: Ni Petro, Ni mucho menos Rodolfo Hernández (mi retractación pública por apoyarlo espérenla en enero). Espero consultas.
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