Desde hace algunos años, las redes sociales nos han venido bombardeando de noticias tanto falsas como reales en todos los temas que se puedan imaginar, sin importar cuál sea su relevancia o trascendencia. Mucho más si hablamos de minería, un tema que toca tantos corazones, y con mayor razón debido a la ola que se está viendo de ecologistas empedernidos que desde su amor quieren salvar el mundo y la naturaleza. El ecologismo es un “estilo de vida” sin fundamentos científicos en la mayoría de lo que se hace y se piensa. Todo se hace desde la convicción propia de lo que es “mejor” para el planeta, pero casi siempre resulta ser contraproducente. Me atrevo a poner el ejemplo de oponerse a cortar un árbol de eucalipto en Colombia solo porque es un árbol y nos “da” oxígeno; pero, si lo analizamos a nivel científico y ecológico, son más los inconvenientes que se presentan si el árbol permanece plantado en un sitio que no es su lugar de origen.
Por este estilo de acciones llenas de fanatismo nos topamos, en ocasiones muy de frente, con gente peleando por cosas que son absurdas e indefendibles a nivel científico, y también gracias a este peligroso movimiento ecologista y sus seguidores es que nos encontramos con un montón de reseñas, noticias, artículos y blogs plagados de mucho amor por la naturaleza; pero también de una desinformación aterradora, que es capaz de carcomer los cerebros más susceptibles de absorber cualquier tipo de información no verificada y de origen dudoso y/o falso.
AngloGold Ashanti, con su proyecto Minera de Cobre Quebradona, me ha ofrecido una visión muy amplia del territorio, una información que es transparente y que se puede verificar desde cualquier entidad que se encargue de estudiar el territorio con INSTITUCIONALIDAD; y la escribo en mayúscula porque me parece importante resaltar esa palabra, ya que creo que hemos perdido la confianza en ella. Pienso que si alguien quiere unirse a un movimiento y apoyarlo fuertemente, debería por lo menos tomarse el tiempo de ir a la fuente, revisar toda la información necesaria y posible y estar abierto a cualquier tipo de conocimiento que otras personas puedan brindarle. No somos enciclopedias, y mucho menos lo sabemos todo, por esta razón es que me parece un tanto egoísta y poco ético pararse con rotundidad frente a cualquier postura, y con esto me dirijo a hablar de la ética profesional que concierne a mi carrera, siendo yo una ecóloga en formación. Debo resaltar en este punto que, contrario a lo que todos creen, los ecólogos no estudian para salvar la naturaleza, de hecho hay algo que siempre digo: estudiar carreras ambientales requiere de un inmenso y profundo amor por los humanos.
Sin embargo, el planeta tierra no necesita que lo salven, él lleva 4.500 millones de años salvándose solo. Los humanos somos un pequeñísimo segundo de tiempo en la existencia de este maravilloso planeta, y por esta razón es que me parece increíblemente egocéntrico pensar que podemos salvarlo. Siendo ya conscientes de eso, podemos comenzar a ver con una visión más neutral todo lo que sucede a nuestro alrededor, quitándole el romanticismo que rodea hoy en día a todo lo que pasa.
Como conclusión final, digo que no hay que temer tanto, lo que hay que hacer es buscar información, conocer, caminar muy de la mano de la razón. Es normal temerle a lo desconocido, pero, a lo mejor, si nos atrevemos a conocer lo que nos asusta nos hacemos amigos de eso que tanto pavor provoca, y nos daremos cuenta de que nada es tan malo como nos lo pintan o como parece.
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