“La distinción tiempo de trabajo y tiempo de cuidado, configura una nueva significación de los tiempos de producción y reproducción los cuales al igual que una coalición de estrellas, no tienen respeto de las delimitaciones entre las categorizaciones de las temporalidades de la vida.”
Si bien el concepto de género es demasiado amplio mi intención para el presente es centrarme en la inserción de la mujer en el nuevo mundo dinámico de reapropiaciones y autodefiniciones simbólicas que nos llevan a repensar las relaciones de poder, bajo el cambio del “marco del orden simbólico patriarcal, […]mediante la constitución de dos esferas de acción pública-masculina y privada-femenina” (Vidal,2001) el cual significó un nuevo orden, en la vida pública de la mujer.
Este cambio en las esferas ha significado una transformación en la construcción espacio temporal de las mujeres, “las prioridades temporales son cambiantes y negociables según las diversas fases del curso de vida de las mujeres y de sus diferentes prioridades de acción” (Leccardi y Tirrini, 2002), es aquí donde se visibiliza la duplicidad de tiempos al que se ven enfrentadas las mujeres.
Las personas desarrollan sus actividades en función del tiempo del que disponen. Toda actividad cuesta tiempo. Hay un tiempo objetivo que permite medir y clasificar temporalmente a los acontecimientos, pero que nada nos dice de la experiencia subjetiva del tiempo, no existe un tiempo único: hay tiempos individuales y tiempos sociales. (Arriagada 2004)
La distinción tiempo de trabajo y tiempo de cuidado, configura una nueva significación de los tiempos de producción y reproducción los cuales al igual que una coalición de estrellas, no tienen respeto de las delimitaciones entre las categorizaciones de las temporalidades de la vida.
Este nuevo sistema posfordista conlleva a la flexibilización de la temporalidad la cual gracias a las nuevas tecnologías y el capitalismo han irrumpido en el estilo de vida de las mujeres. “La flexibilización propia del posfordismo implica, entonces, una reconsideración de la división del tiempo de trabajo y el tiempo destinado a otras actividades, permitiendo que, prácticamente, cualquier momento fuese un tiempo potencialmente productivo” (Palacio y Amaya, 2019), reflejado tanto en el ámbito laboral como académico.
“En las últimas décadas, la universidad y el trabajo académico se han reorganizado bajo las orientaciones del neomanagement, cultivando un nuevo ethos en su cultura y sus sujetos” (Fardella y Corvallan, 2020), en especial las mujeres que se han visto particularmente afectadas por la concurrencia de tiempos de producción y reproducción sin distinción, y que en muchos casos supone el sacrificio de uno de los postulados, ya que, históricamente la academia y la vida laboral fueron construidos para un modelo masculino, razón por la cual al ascender en la jerarquía académica disminuye la presencia femenina tal como lo evidencia la (UNESCO, 2017), “La desigual participación femenina se agudiza en la investigación, donde solo hay un 28,8% de investigadoras a nivel mundial”
Esta aceleración ha configurado un sometimiento de la mujer “al régimen de los tiempos de producción como a los de reproducción” (Fardella y Corvallan, 2020), para lo cual las mujeres han ido implementando un sistema de organización temporal que trasciende a una configuración de su vida en totalidad por los parámetros del nuevo orden temporal del capitalismo que “se refleja en la consigna yo puedo que las académicas suelen autoimponerse como medida de su éxito, su eficiencia y sus capacidades” (Gamboa yPérez,2017).
REFERENCIAS
UNESCO (2017). Women in science. Fact Sheet No. 43. UNESCO Institute for Statistics. https://cutt.ly/rfL1fZ6
ARRIAGADA, Irma (2005). Los límites del uso del tiempo: dificultades para las políticas de conciliación familia y trabajo. CEPAL.
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