“El liberalismo pues, a la luz de su historia y de su declaración ideológica se encuentra en una decadencia absoluta. Conviene, por tanto, que los hombres y mujeres liberales, busquemos la manera de reparar los daños hechos a la sociedad colombiana. El camino para ello está al alcance de nuestra mano, se expresa en la posibilidad real de volver a conectarse con las mayorías populares y sobre todo con un ideario que propicie los cambios que nuestra sociedad necesita. Por esa razón es que he dicho, en repetidas ocasiones, que el Partido Liberal debe integrar el Pacto Histórico».
En el año 2022 se producirá un cambio importante en la política colombiana. Sin duda, las elecciones de Congreso de la República y de presidente(a) y vicepresidente(a) abren la puerta a un posible relevo de la clase política. Los sucesos acontecidos en la calle en el año 2021 han demostrado que millones de ciudadanos y ciudadanas, especialmente jóvenes, se encuentran inconformes con la manera como se está gobernando el país, y ese descontento tiene una oportunidad histórica en los certámenes electorales programados.
En medio de este panorama debe tenerse en cuenta que los partidos políticos experimentan una profunda crisis. Las encuestas más recientes ubican las colectividades en los primeros lugares de des favorabilidad y rechazo por parte de la ciudadanía. Resulta curioso que las y los colombianos rechacen este tipo de agrupamientos políticos tanto como lo hacen con las guerrillas, las cuales protagonizan y han protagonizado actos abominables en nuestra historia.
Esta situación impone retos importantes a los partidos políticos, especialmente aquellos de tipo tradicional que además enfrentan un mercado electoral altamente competitivo, no solo por la presencia de partidos nuevos y con mayor oxígeno político, sino también por los avances considerables que tienen los grupos significativos de ciudadanos en la historia reciente de las contiendas electorales.
Una de estas colectividades tradicionales es el Partido Liberal Colombiano. Un agrupamiento político que viene claramente en decadencia y se aparta cada vez más de los intereses del pueblo. Esto, muy a pesar del concepto que tienen las directivas liberales sobre lo que está sucediendo en la realidad política del país. No basta, por ejemplo, contar actualmente con la bancada mayoritaria en la Cámara de Representantes para desvirtuar la tesis de la decadencia liberal; más aún si las decisiones que toma la bancada en la corporación son en su mayoría escandalosas. Al respecto, los hechos son por supuesto, más claros y contundentes, verbigracia aquello que acaba de suceder con la votación de la moción de censura convocada a propósito del insuceso provocado por la ministra de las TIC´s, en donde un importante número de representantes liberales se abstuvo de votar en el sentido de la orientación de la bancada, sin una razón justificable y sin que exista algún tipo de proceso disciplinario dentro del partido.
Tampoco bastará, por supuesto, con el hecho que la mayoría de las y los ciudadanos consultados por las firmas encuestadoras se sienta liberal. En realidad, el Partido ha venido interpretando erróneamente estos resultados. La gente no se siente liberal por el Partido de César Gaviria, la gente se siente liberal por sus ideas y porque otros partidos también recogen el ideario liberal y, sobre todo, por la profunda influencia que han tenido las instituciones liberales promovidas por la Constitución Política de 1991 en nuestra cultura política.
A las razones de la decadencia tendremos que añadir el hecho según el cual el Partido Liberal Colombiano ha venido involucrado en una serie de sucesos desafortunados que ponen un manto oscuro sobre sus contribuciones a la democracia colombiana y sus años de gloria.
Estos sucesos comienzan durante la primera vuelta presidencial del año 2018 cuando buena parte de la dirigencia del Partido decide abandonar a su suerte al candidato presidencial Humberto de la Calle Lombana, quien solo pudo obtener el 16% de los votos obtenidos por el liberalismo en las elecciones de Cámara de Representantes que acontecieron tan sólo dos meses antes. Como si esto fuera poco, el Partido acompañó oficialmente en la segunda vuelta presidencial al candidato que representaba el sector político que había jurado hacer trizas el Acuerdo de Paz. Un contrasentido que nadie logra explicarse, teniendo en cuenta el papel protagónico que el liberalismo tuvo en la construcción del Acuerdo. Y, finalmente, el Partido ha pasado de agache en el Congreso y la opinión pública frente al peor gobierno de nuestra historia reciente. Resulta inaudito que hasta el día de hoy el liberalismo conserve una posición de independencia respecto al gobierno de Iván Duque en el marco del Estatuto de la Oposición. Hablamos de un gobierno que cuenta con altos niveles de desfavorabilidad, ha obstaculizado por diversos medios la implementación del Acuerdo de Paz, ha hecho una pésima gestión de la pandemia, se ha visto incurso en graves hechos de corrupción y hace caso omiso de las violaciones de los derechos humanos en el país, con el agravante que en algunas de ellas él es claramente el perpetrador.
El liberalismo pues, a la luz de su historia y de su declaración ideológica se encuentra en una decadencia absoluta. Conviene, por tanto, que los hombres y mujeres liberales, busquemos la manera de reparar los daños hechos a la sociedad colombiana. El camino para ello está al alcance de nuestra mano, se expresa en la posibilidad real de volver a conectarse con las mayorías populares y sobre todo con un ideario que propicie los cambios que nuestra sociedad necesita. Por esa razón es que he dicho, en repetidas ocasiones, que el Partido Liberal debe integrar el Pacto Histórico.
La propuesta del Pacto Histórico representa una oportunidad de cambio en la forma como hemos concebido la vida política y la economía en las primeras décadas del Siglo XXI, una manera que no dista mucho de aquello que vivimos en el Siglo XX. Pero existen seis (6) razones fundamentales y específicas por las cuales considero que el liberalismo debe llegar al Pacto Histórico. A continuación, presento estas razones.
En primer lugar, al interior del Pacto Histórico existe un propósito real de reconciliación para el pueblo colombiano. Es claro el espacio para modelos de justicia que permitan superar los efectos perversos de la violencia política y el conflicto armado interno. Allí por tanto podemos recuperar el Acuerdo de Paz que ayudamos a construir las y los liberales y que hoy tanta falta hace en el país. Sin duda, un asunto que aún se encuentra pendiente en Colombia.
En segundo lugar, el Pacto Histórico tiene claro que la segunda prioridad, después de la superación del conflicto armado interno en Colombia y la violencia estructural dada por la economía, es contrarrestar los efectos del cambio climático. Esta es una tarea urgente para la conservación de la vida en el planeta, sin importar si estamos de acuerdo o no con las teorías que la sustentan. De esta forma el Pacto ha sido claro en proponer una transición energética y concebir las políticas de desarrollo territorial alrededor de la Vida y el Agua. Además, de otras fórmulas y propuestas que cualquiera puede conocer en las intervenciones de sus integrantes.
En tercer lugar, el Pacto Histórico ha propuesto, en el marco del libre mercado y de la humanización del capitalismo, el desmonte del latifundio no productivo en Colombia y la creación de una economía campesina que permita recuperar los proyectos de vida de millones de colombianos y colombianas. Hay que decir que la construcción de una economía de este tipo sólo es posible si se alcanzan también los acuerdos comprometidos en el punto de la Reforma Rural Integral que consagró hace unos años el Acuerdo de Paz.
En cuarto lugar, el Pacto Histórico ha sugerido la transformación de las políticas que atienden actualmente la situación del derecho a la salud en Colombia. Se ha hablado de desmontar el negocio de las EPS y ofrecer un modelo en donde la salud sea controlada en su prestación por el sector público y que responda a principios estrictamente preventivos, acercando al personal de la salud a las familias colombianas en donde quiera que se encuentren.
En quinto lugar, El Pacto Histórico ha propuesto una reforma sustancial a la justicia en Colombia. El país no puede seguir con una justicia politizada. Tampoco con una justicia inoperante. Se precisa reformar radicalmente la justicia, entre otras razones porque necesitamos construir la reconciliación en Colombia y esta tarea pasa, sin duda, por la materialización de este derecho.
Finalmente, en sexto lugar, el Pacto Histórico ha sugerido la que considero será la revolución principal de la vida política, social, económica y cultural en Colombia en los próximos años. Me refiero a la búsqueda de una educación superior gratuita y de calidad. Sin duda, una política en tal sentido concretizará la libertad de las y los jóvenes y permitirá la adaptación de nuestra sociedad a los retos del Siglo XXI. Las y los jóvenes que han salido a protestar a las calles en los últimos años no se pueden quedar sin estudiar, ni mucho menos sin oportunidades de acceder al mercado laboral.
Por estas razones considero que el Partido Liberal debe integrar el Pacto Histórico. Bienvenida la propuesta de candidatura liberal del senador Luis Fernando Velasco para transitar hacía allí. Bienvenidas y bienvenidos aquellos liberales que en 2018 no dieron su voto a Iván Duque en segunda vuelta y son críticos frente a lo que sucede en los últimos años en Colombia, tanto en el interior del Partido como en la sociedad.
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