El lenguaje, tanto en la edad moderna como en la antigüedad, ha constituido una poderosa arma de doble filo, pues como se puede ser utilizada lógica y debidamente para mover voluntades de grandes conglomeraciones informándoles y dándoles un cierto concepto realista sobre los eventos que suceden en una nación, fácilmente puede hacer uso del “monopolio”que se tienen de la información utilizando hábilmente el lenguaje para tergiversarla y, sin decir una sola mentira, hacer que la información que reciban sus destinatarios cumpla un propósito contrario a lo que sus emisarios originales esperarían.
¿A qué me refiero con esto? Así como los medio de comunicación nacional nos mantienen al tanto de las situaciones, se aprovechan, los de paga, del nombrado previamente “monopolio de la información” que poseen, pues los medios alternativos, que en su gran mayoría brindan una información de mejor calidad y más fiable, son de una muy difícil adquisición. Pues en nuestro país como son éstos, los medios de comunicación masivos en su gran mayoría, propiedad de las familia burócratas tradicionales del país se ha venido presentando el fenómeno en que dichos medios utilizan la información, como la de informar a la población que el gobierno Santos ha firmado un innumerable número de Tratados de libre comercio con países desarrollados, para vanagloriar las decisiones de nuestros dirigentes y ocultan la verdadera visión realista del asunto. En el caso de los TLCs firmados recientemente no se han atrevido a contarle a la población, a la de las ciudades principales del país que no han sido tan afectadas por éstos, que al firmar tratados como los nombrados previamente el país en vez de prosperar, condena a su industria y a los campesinos colombianos a la quiebra irreversible. Los medios solo se han facultado para remarcar que ahora la ropa de marca llegará a precios más bajos para el consumo de los colombianos, los medios de comunicación masivos como RCN, Caracol, EL TIEMPO o Semana, no se han atrevido a decirle al grueso de nuestra población que, insumos como el maíz, las mandarinas, los granos, y otros tantos productos de consumo humanos, llegan a precios mucho más bajos que lo que la economía colombiana le permite a los nuestros, y como efecto de este proceso, gran cantidad de la gente de nuestros campos después de firmado el TLC con Estados Unidos se ha tenido que mudar a las ciudades porque su trabajo en los campos ya no les permite producir suficiente para su sostenimiento.Manejan el lenguaje de forma tal que si en algún momento dicen una noticia alarmante para el porvenir de nuestra sociedad, opacan su importancia anunciando otra noticia de forma más llamativa, que a su vez es más cómoda e interesante de escuchar, desinformando a la vez que informan, o en ocasiones sin siquiera informar lo más relevante y ocupando todo su repertorio con noticias sin repercusiones en la vida cotidiana.
Estos entredichos medios juzgan y satanizan a grupos insurgentes por desplazar a miles de familias del campo, por contaminar nuestros campos con la explotación ilegal de recursos naturales, pero, ¿Qué hay con las familias que deben abandonar las zonas que habitan porque el gobierno le vende los recursos a empresas trasnacionales que roban constantemente al país al omitir el pago de regalías?, ¿qué hay con el mercantilismo que ha puesto en marcha en los últimos cuatro años el gobierno santos? Acaso eso no es contaminación, acaso eso no es un proceso de desplazamiento de familias, SI, pero, ¿por qué no se juzga igual? Nos tienen engañados, tienen engañados a los ciudadanos ignorantes con poco acceso a la información, y lo más ruin es que no nos dan las herramientas para conocer, analizar y debatir, o si hábilmente no la brindan usan información más llamativa para dispersar y ocupar la mente en otras cosas, cortinas de humo como informar por más de dos semanas el proceso de integración de James Rodríguez al Real Madrid sin siquiera nombrar los proyectos de ley o reformas que se debatían en el congreso.
Es en este caso donde pienso yo que no se debería permitir tal libertad a la información, pues en estos casos la libertad de información pasa a ser opresión por ignorancia, o peor aún, un mimetismo de ilusiones a las terribles falencias de nuestros dirigentes. El Derecho como ciencia que obra por un avance en la sociedad debe pautar ciertas restricciones en la información que se le brindan al ciudadano promedio, y no se trata que se dejen de decir las noticias que le interesan a la gente, no se trata de omitir información relevante a los ciudadanos, pero, que como hay normas para regular el gasto de agua, como hay normas para regular el precio de las cosas, que se creen normas para el tiempo al aire de una noticia que nada tiene que ver con la cultura ciudadana o que se creen normas para que los noticieros les digan a sus televidentes las cosas como son, que digan cosas como “si el presidente Santos firma ese tratado y la CRQ da los permisos ambientales para que se exploten los yacimientos de oro que hay en la cordillera central, va a desaparecer el paisaje cafetero como lo conocemos y como lo conocieron nuestros abuelos, y por consiguiente la vida en Caldas, Risaralda, y el Quindío será prácticamente imposible por la contaminación en el aire”, así, que digan las cosas como son, que sea obligatorio usar un lenguaje directo, crudo pero realista, mas no uno bonito, comercial y mentiroso como en la actualidad.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://alponiente.com/wp-content/uploads/2014/12/simon-arias.jpg[/author_image] [author_info]Simón Arias Valencia Nacido en el Eje cafetero, estudiante de derecho en la universidad de Manizales. [/author_info] [/author]
Comentar