Desde la misma aparición de la humanidad la desigualdad se ha manifestado de diferentes formas, por ejemplo, en la época de la caza la desigualdad no era muy significativa ya que la sociedad de esta época no era mayor a los recursos de la tierra, adicional se presentaba una especie de diversificación de las actividades que realizaba cada individuo de la tribu y por lo tanto la diferencia radicaba más en el poder o en el status de las familias de las tribus.
Con el incremento en la población y la evolución de las sociedades se hizo necesario la implementación de nuevas formas de vida y sistemas de sociedades, pasando de una etapa nómada a una en donde predomina la agricultura, aunque comenzaron a parecer nuevas formas de trabajo como comerciantes, artesanos etc. Sin embargo, la desigualdad se sigue presentando como una diferenciación de status o niveles de poder jerárquico dentro de la sociedad.
Esta diferenciación ha venido desarrollándose con más fuerza en algunas ciudades. Tal es el caso de Itagüí donde a falta de equidad lo que sobran son las promesas incumplidas. En “la ciudad de las oportunidades” la gente de las veredas del corregimiento se lamenta porque al contrario están en el olvido. El constante riesgo ambiental los acecha. Condiciones de vida deplorables, pobreza extrema y políticas inexistentes que no permiten mejorar la calidad de nuestros ciudadanos.
Una administración que va a dichos lugares a tomarse la foto para los medios. Y funciona de una forma particular: “nos metemos en la casa del más humilde y desdichado” porque hay que mostrar que trabajamos hombro a hombro por cada uno de los habitantes de Itagüí.
“Es tanto el trabajo por la equidad que las oportunidades laborales de la administración están sesgadas bajo el poder burocrático y las influencias de amigos políticos que han sobrepasado por la carrera intachable de verdaderos profesionales que sí buscan construir”. ¡La ironía del descarado o los descarados!
Y ni qué decir del apoyo a las familias, hablemos de familias. ¡Qué programas tan bonitos que tenemos en nuestra ciudad! Enseñar factores de crianza sin reconocer el riesgo social y el maltrato que viven los que se esconden detrás de la pantalla. Paños de agua tibia para mitigar, como todo lo que normalmente se hace, con un impacto sobre la forma, pero no con fondo.
Bien, hemos conocido mucho que la inequidad social representa una diferencia entre los grupos o clases que forman una sociedad y que ha estado latente durante años. Sin embargo, el abuso del poder en Itagüí ha legitimado la desigualdad de oportunidades para acceder a bienes y servicios como vivienda, educación o salud, acá donde médicos y personal de salud denuncian los abusos emocionales y acosos laboral a los que están siendo sometidos en medio de una pandemia.
En Itagüí, la pobreza absoluta habla por sí sola. Los ingresos familiares o personales percibidos en muchos corregimientos están por debajo de un límite catalogado como esencial para mantener un adecuado nivel de vida.
Un municipio donde el papel de las relaciones sociales de confianza, reciprocidad y cooperación, en la sustentabilidad de iniciativas comunitarias y de diversas estrategias de vida para mitigar los efectos de la pobreza son nulas y pantalleras. En Itagüí donde la intervención no promueve el capital social en las estrategias de desarrollo para que TODOS los actores tengan mayores niveles de participación y protagonismo en la solución de sus problemas. Acá donde sólo promovemos los intereses de unos cuantos.
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