“Los críticos siempre se apresurarán a decir que nada se puede hacer, pero los hechos y la historia son los que juzgan”.
El imaginario colectivo que tenemos sobre las obras viales en Colombia es que se demoran más de lo previsto o incluso nunca llegan a terminarse. La pavimentación de la vía Ciudad Bolívar – Quibdó o los escándalos que tuvimos con Odebrecht, en la Ruta del Sol, son ejemplo de ello. La plata termina en manos de los corruptos. Otras obras culminan, pero sin cumplir estándares de calidad, constructores construyen al límite para incrementar sus ganancias corriendo el riesgo de que la obra colapse. Sucedió el 2018 con el puente Chirajara entre Bogotá y Villavicencio.
Sin embargo, esta semana tuvimos la buena nueva de que una de las calzadas del Túnel de Amagá, de la obra Pacífico 1, que está en el área de influencia de Venecia, Amagá, Titiribí y Caldas, completó su excavación, que comprende 3.6 kilómetros. Para junio de este año se espera la culminación de la otra calzada. La obra se completó 16 meses antes de lo previsto.
Pacífico 1, junto con Pacífico 2 y 3 son parte de las Autopistas 4G. Se prevé que, para mitad del próximo año, las nuevas vías estén completamente habilitadas. Ir de Medellín a Pereira se tomará alrededor de tres horas. De Medellín a pueblos como Jericó se tomará aproximadamente hora y cuarenta minutos. Cuando toco el tema con algunas personas, me preguntan, aun dudando, que si sí nos tocará ver estas autopistas. Con certeza les digo que sí. El Túnel de Amagá ya es un hecho, así como la doble calzada que va desde La Pintada hasta casi llegar a Bolombolo.
En empleo, Pacífico 1 ha generado hasta 3.600 empleos. En compensación ambiental están restaurando 440 hectáreas en jurisdicción de Titiribí (ver datos oficiales). A pesar de los innegables beneficios que trae esta modernización vial, como la reducción de los tiempos de recorrido y mayor competitividad económica a las regiones por la potencialización de otros sectores como el turismo; hay personas, como en todo proyecto, que se oponen al desarrollo de este de tipo de infraestructuras, incluso lanzando afirmaciones que no resultan ser ciertas.
Recuerdo que, al inicio de las obras de las 4G, escuché decir a algunas personas que las vías no le iban a traer nada bueno a los municipios. Según estos, por la cercanía con Medellín estos pueblos iban a perder su tranquilidad, que no iba a ver dónde sentarse en los parques por la magnitud de personas que llegarían día a día. Es cierto que una obra de este tipo genera impactos, pero esa no debe ser la razón para decir “no a la construcción de vías”. Los beneficios son incontrovertibles, con mejores vías hay más facilidades para acceder a hospitales y centros de educación de calidad. Para los impactos negativos, hay planes de gestión.
Uno de los contradictores profesionales de este tipo de obras, es el exministro de Minas Jorge Eduardo Cock. Suele afirmar, sin mayores fundamentos, que estos proyectos serán un desastre, como lo hizo con el Túnel de Oriente en una entrevista que le hizo el periódico Vivir En El Poblado en mayo de 2015 (Ver): “prácticamente eso será un desierto, como en Boyacá o en Santander”. Incluso llegó a decir que “ese túnel es un atentado contra la vida de la población” (ver). Los hechos al final le demostraron al exministro Cock, que el Túnel de Oriente sí se pudo hacer, bien hecho y convirtiéndose en un referente de la ingeniería colombiana.
Volviendo al Túnel de Amagá, este hito llena de esperanza, demuestra que en Colombia podemos hacer proyectos bien hechos, cumpliendo los tiempos y estando a la altura de las mejores obras de infraestructura a nivel mundial. Los críticos siempre se apresurarán a decir que nada se puede hacer, pero los hechos y la historia son los que juzgan.
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