Cuando tocan a la puerta es mejor abrir para conocer el tamaño del espanto. No se toma en serio el asunto del COVID 19, que ronda en todas las esquinas.
Las autoridades aflojan y abren el comercio a la menor presión de los grupos de interés, mientras que el personal sanitario se esfuerza y expone. Cuando la cosa se complica toman medidas tibias, insuficientes, tardías y al tiempo se muestran incapaces de liderar la disciplina social.
¿Para qué toques de queda, ley seca, pico y cédula, si amplios sectores de la población no los toman en serio y se los meten por la faja, no viéndose un policía ni para remedio para que ejerza control? Esa es la realidad que se ve en las calles de las ciudades. Como solía decir mi benemérito suegro, las autoridades son ridículas y hacen el ridículo creyendo que con abrir sus bocotas ya el asunto entra en regla.
Está mañana mis hijos se recorrieron la seca y la meca buscando una cama UCI para su mamá, agobiada por la profundización del C19. Eso me hizo pensar y lo puse en Twitter, que en Medellín probablemente sea más fácil conseguir una MINI UZI que una UCI, de las 1000 unidades cuya adquisición anunció al alcalde Quintero hace un año en medio de fanfarrias y bastoneras. ¡Humo, solo humo!
Pues les cuentos que uno hubo cama en Medellín sencillamente porque hay colapso en la capacidad instalada y ahora ella se encuentra en una magnífica Clínica de Bello, en Puerta del Norte. Señor, en tus manos está.
Si Medellín tuviese esas mil camas del alcalde, adicionales a las que mandó el gobierno Nacional, a las aportadas por los privados y a las adquiridas por clínicas y hospitales con sus caudales, muchas familias probablemente no estarían ahora velando al pie de cenízarios y tumbas. Se sabe cuántas víctimas mortales ha dejado el virus en Medellín, pero nadie lleva la estadística de cuántas lo han sido por falta de atención en una UCI.
Así no se puede. Como dice con cierta ironía, que no les ajena, el señor ingeniero y afamado jurista Álvaro Gómez Gómez, pareciera que en Medellín estuviésemos moliendo con yeguas y muy barrigonas, por cierto. Así de grave es la cosa, aunque no se crea.
Porque mi esposa ya esté en una UCI, no voy a dejar de reclamar, de increpar, por las mil camas que no aparecen y fueron prometidas por el alcalde en un arrebato demagógico.
Tiro al aire: de gobernadores y alcaldes necios, pusilánimes y timoratos, líbranos Señor. ¡Amén!
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