Reminiscencias de un pueblo, cuna de libertad

Rionegro, Historia y Patrimonio Ilustración del proyecto ganador de estímulos “Juntos creamos” 2020

Soy de raíces de poncho y sombrero, donde desayuno sin arepa no es desayuno, donde la mazamorra pilada es el recuerdo de las abuelas y los 31 de diciembre, maleta en mano y salga corriendo por las calles para atraer prosperidad y muchos viajes.

Himno de Rionegro, Antioquia

Primera estrofa

Rionegreros, las voces alcemos
con clarines del alma inmortal,
para el canto de amor a Rionegro
que es la cuna de la libertad.

(17 de diciembre de 1981, compuesto por el poeta Hernando Montoya Montoya y con la música del maestro Luis Emilio Gallego Barco.)

Y con la mano en el corazón, el sentir de nuestra historia, nuestras tierras y las miles de guerras que se enfrentaron nuestros bisabuelos, abuelos y demás, cantamos hoy el himno a todo pulmón, donde nuestra querida tierra, cuna de la libertad, honor y valentía es encarnado en nuestra identidad y con orgullo y pasión cantamos al son.

Con lágrimas en los ojos y con el sentido patrio que me caracteriza hago un minuto de silencio por aquellos decesos que marcaron la historia y convirtieron un terreno árido en tierra fértil donde sus frutos comienzan a nacer.

He vivido toda mi vida en el altiplano del Oriente, donde recordar es vivir y soñar con gran fervor de libertad es característica de un guerrero icónico, José María Córdova; hijo de Crisanto de Córdoba y Pascuala Muñoz. Retumbando su frase “Armas a discreción a paso de vencedores” en toda la Ciudad Santiago de Armas de Rionegro y la ofrenda de la corona como símbolo de humildad y agradecimiento.

Soy de raíces de poncho y sombrero, donde desayuno sin arepa no es desayuno, donde la mazamorra pilada es el recuerdo de las abuelas y los 31 de diciembre, maleta en mano y salga corriendo por las calles para atraer prosperidad y muchos viajes.

Soy alegría al ver jugar a mi equipo, Águilas Doradas. Soy recuerdo vivo del simulador de Comfama, donde con gritos ensordecedores y adrenalina al cien, se vivía el 3D. Soy felicidad al levantarme a las 8:00 a.m y con chocolate en mano platicar con la mujer a la cual llamo abuela. Soy orgullo patrio al ver mi pueblito paisa “Tutucán”, ese donde cada domingo te inunda el alma de risas, cantos y bailes, y al caer la tarde y llegar las 4:00, córrale mijo y coja una silla, porque ya cosiaca va iniciar la función. Soy humildad y amor, porque mi pueblo me ha enseñado que la fraternidad es primero y el saludo hacia la señora de la tienda de la esquina es segundo; donde el “Buenos días doña concha, ¿Cómo le va?, deme un paquete de arepas porfavor” es el pan de cada día; pero espere mi señora, que no se le olvide el quesito y el cafecito bien caliente.

Mi pueblo, mi tierra, mi raíz y la identidad que en mi conforma.

Rionegro, Antioquia, municipio de cultura, arte y deporte; de desarrollo, valentía e innovación.

Son las 6:45 a.m, tomo mi bolso, empaco mis libros y con la tarjeta de bicirío agarro una bicicleta y muevále mija, porque le cogió la tarde para estudiar. A las 7:00 a.m por la avenida de los colegios, se atiborran las calles de estudiantes con ideales, sueños y futuros que con amor, empeño y energía inician sus clases; pero que no falte el que llegó tarde y récele a los santos para que no lo regañen.

Soy egresada de la Institución Educativa Escuela Normal Superior de María, donde con orgullo cursé todo mi proceso formativo de educación y a la cual le debo las bases que como institución me brindó para volar como mariposa en las praderas de Ojo de Agua y que con caminatas se aprendía del ecosistema y la biodiversidad de nuestro municipio. Hoy, agradezco la oportunidad de poder disfrutar de espacios como el Skatepark, el cual, en mi adolescencia disfruté y con mano quebrada di a parar. Y como no mencionar el puente Mejía, patrimonio histórico, que con su rojo intenso nos da paso hacia los dos hemisferios del municipio el cual es dividido por el río.

Agradezco por mis tierras, mi cuadra, mis vecinos, que con natilla y buñuelo me recibían y la emoción al llegar el 7 de diciembre, me conmovía. Dar caminatas largas y esperar con los pelos de punta la decisión de los jurados sobre la cuadra ganadora, jugar y hacer las candeladas del diablo; ser feliz, vivir en paz y mi pueblito con muchísimas historias más que recordar.

 

Fin.

Laura Cristina Ramírez Quiroz

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