La Iglesia no es un foco de infección

Hemos cambiado la manera de celebrar la Santa Misa. Nunca nos imaginamos que al ingresar a la parroquia el Sacerdote ya no estaría en la entrada para saludar a todos los feligreses con un apretón de mano. Ahora, justo en la entrada lo primero que encontramos es alguien que toma todos los datos personales de los  feligreses, luego toma la temperatura seguido de higienizar las suelas de los zapatos y se usa el gel para las manos.

Eso de que estaríamos sentados todos juntos y tomarnos de las manos para rezar se ha reemplazado por una debida distancia de una persona a otra, sentadas únicamente en los extremos de las grandes bancas. Hemos cambiado la manera de celebrar la Santa Misa, si el Sacerdote dice “dense fraternalmente la paz” ya no nos acercamos los unos a los otros a apretar las manos, ahora desde lejos realizamos una inclinación leve de cabeza.

Jamás nos imaginamos que la fila para recibir la Sagrada Eucaristía sería vista por las autoridades como un acto potencial de transmisión del virus, por eso, de la manera más responsable hemos omitido las filas, el Sacerdote se acerca a los feligreses y entrega la Sagrada Eucaristía, uno a uno, eso sí con las medidas que las autoridades han permitido, y antes y después de la entrega de la Eucaristía, el Sacerdote desinfecta sus manos, claro está que antes de la pandemia el Sacerdote ya se lavaba las manos al momento de Consagrar la Hostia.

Reitero; hemos cambiado la manera de celebrar la Santa Misa, y este cambio que ahora se denomina “nueva normalidad” es la adaptación que garantiza que la Iglesia no es un potencial foco de infección.

 

 

Alejandro Agudelo

Las letras son el sacrificio de miles de hombres que se perpetuaron en la historia.

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